Capitulo 38

99 10 0
                                    

- ¿Qué? - me arranco el resultado - ¡¿Cómo que estas?! - poso su palma sobre su boca por el asombro - ¡¿Pero cómo llegaste a esto?! Quiero decir ¿No venias a consulta?

Negué.

- Naomi a... - estaba igual de impactada que yo - Solo dime que... tú, Clara, Tony...

- ¡Por supuesto que no! ¿Cómo vas a pensar semejante cosa? - el nudo oprimía fuertemente mi garganta.

- Lo siento, lo siento es que todo esto es muy... - balbuceaba - Todo ha sido tan rápido y tu bueno... Empezaste con los vómitos después de esa noche con Tony, pensé que quizás, había sucedido y no me lo querías decir.

- Si fuese de él, créeme que no tuviese ni la mitad de los problemas que se me vienen encima - acate respirando hondo.

- ¡Dios mío! - no dejaba de ver el resultado - ¿Cómo se lo dirás a Santiago?

- No lose - conteste bajando la cabeza y sentándome en la silla - Ahora no puedo pensar en eso, tengo que... Asimilarlo yo misma - exprese y seguidamente revente en llanto y abrace a mi amiga.

Mi peor miedo se había confirmado, no sabía ni siquiera como aceptar que tenía un bebe dentro de mí. No estaba preparada sino aterrada.

- Salgamos de aquí - dijo.

Fuimos hasta mi auto, le pregunte por el de ella y supe que Carlos la había dejado aquí. Me monte en el copiloto.

- ¿Quieres que te lleve a casa? - pregunto.

- Quiero pero no puedo - conteste afligida - Santiago y Vanessa están ahí.

- Entonces iremos a la mía.

- Pero Carlos no se puede enterar que estoy en estado, se lo puede decir a Santiago - acote con preocupación.

- No se enterara, seguiremos con la teoría de la gastroenteritis.

- Está bien - me coloque el cinturón.

Nos unimos a la carretera y en el camino iba pensando en cómo la vida podía cambiar de un momento a otro. Ni si quiera yo que era la mayor sabia como afrontar o manejar toda esta situación, menos me imaginaba contándole a Santiago este notición. Llegamos a su casa y me instale en lo que yo ya llamaba mi cuarto oficial. Sabana me trajo un té y por suerte Carlos estaba trabajando. Sé que mi amiga estaba sedienta de tantas respuestas a preguntas que yo aún ni siquiera había formulado, pero solo quería estar sola para pensar y procesar todo esto. Sabana se retiró, permitiéndome estar en tranquilidad para responder cada pregunta que yo misma me haría mentalmente. Era el momento justo en el que necesitaba a mi madre, para saber que hacer pero ni siquiera podía pensar en decirle esto ¡Todo era tan complicado! Y yo me había vuelta súper sensible, así que llorar hasta secarme ya era algo normal, supongo que era producto del embarazo.

Levante mi camisa y pose mi mano sobre el vientre, era extraño saber que había vida dentro de ahí. Me recosté y vi hacia el techo, sin quitar mi mano del vientre, se supone que esto debería ser un motivo de alegría, pero la cantidad de problemas que representaba era algo asfixiante. Ni siquiera estaba lista, no sabía ni como cambiar un pañal y Santiago mucho menos. Suspire... ¿Cómo se lo decía? ¿Cómo lo tomaría? ¿Y si lo negaba o huía?

- Sé que tú estás muy joven para esas cosas, pero de algún modo la diferencia de edad nos afectaría y no quiero esperar a que tú tengas 25 y yo 30 para hacer esas cosas.

Recordé aquella conversación.

- Bueno para serte claro casarme está muy lejos de mis planes por ahora, no es nada en lo personal pero como bien lo dijiste, soy más joven que tú - hizo una pausa - Y tú pues... ya eres una mujer bastante madura, tienes todo el derecho de sentir ese tipo de cosas como necesidades.

SantiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora