Capitulo 31

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Fue el instante en el que peor me podía haber sentido en mi laguna mental.

- Casarnos... - repetí sin salir de mi shock mental.

- Te pusiste pálida - comento.

Empecé a sudar frio.

- Naomi no te ves bien - acato.

- No me siento bien - confesé y me recosté en el espaldar.

- ¡Llamare al médico! - se levantó.

Y en cuestión de segundos tenia al médico chequeándome, la enfermera tomando datos y un mesonero con un vaso de agua con azúcar. Mi diagnóstico final fue una baja de tensión por la falta de alimentos que presentaba en este momento a causa de la irritación en mi estómago. En resumidas cuentas mucha sopa y vegetales para estos días, hasta que la irritación mejorara.

- ¿Te sientes mejor? - pregunto el rey.

- Si - dije después de tomar el vaso con agua y azúcar.

- Deberías ir a recostarte y mandare a prepararte una sopa - comento.

- Lo necesito - confesé.

Necesitaba un rato sola para poder procesar todo esto.

- Guardias, por favor escóltenla a la habitación - ordeno en la puerta.

Volví a lo que ahora llamaba mi refugio. Donde podía pensar con tranquilidad. Conseguí un conjunto de algodón blanco en un armario y me cambie, me sentía apretada. Me recosté y logre sentirme mucho mejor, creo que había experimentado muchas emociones fuertes estos últimos 2 días. Al cabo de un rato llego la sopa y sinceramente era lo que necesitaba para calmar mi estómago. Aunque ciertamente temiese por mi vida, necesitaba comer y recuperarme. Me levante y dirigí hacia el balcón para tomar un poco de aire fresco. La brisa esta fría a pesar del sol, la vista estaba llena de puros arboles enormes que seguro tendrían más de 100 años. Suspire y por mi mente pasaron las palabras de los encarcelados. ¿Cuál sería la verdad verdadera? ¿Quién era realmente yo? ¿Qué hacía aquí? Retorne a la habitación y tocaron la puerta. Era uno de los mesoneros con una gran caja blanca.

- Llego su vestido - anuncio.

- ¿Vestido? - me acerque extrañada.

Tome la caja y la coloque en la cama.

- Hecho a su medida, dijo la modista - comento y se retiró.

Abrí la caja y saque un traje blanco con mucha tela gruesa y pesada, tenía similitud a una bata de baño, pero al verlo completo, supe que era un vestido de novia asiático tradicional. Los nervios me invadieron ¿En serio estaba sucediendo esto? No podía casarme en estas circunstancias, sin saber ni siquiera cuantos hermanos tengo. Guarde el vestido en su caja y la coloque sobre un estante, que en una de sus repisas tenía un dragón ¡Inmediatamente recordé las palabras del hombre!

- La elegida del dragón... - recordé.

Podía intentar lo que me había dicho, no creo que tuviese nada que perder...Sentir al dragón ¿Pero cómo? Tenía que averiguar si existía alguna especie de biblioteca en este sitio.

...

Habían pasado los días y ya mañana era la boda.

- Señor pero... - decía.

- Amor - se acercó a mi silla, interrumpiendo - Mañana nos casamos, deja de llamarme señor o su majestad - pidió.

- De eso quería hablarte - comente con pena - Creo que deberíamos posponerla, quiero decir, casarme en estas circunstancias es...

SantiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora