Capitulo 35

85 9 0
                                    

A la mañana siguiente desperté con un fuerte dolor de cabeza y muchas ganas de vomitar, corrí al baño, sacando todo lo que había bebido anoche. Gruñí mentalmente porque odiaba las mañanas así, de resaca. Seguí vomitando y Alan apareció para sostenerme el cabello, mi estómago se calmó y logre pararme.

- Te buscare una pastilla – dijo saliendo del baño.

Me percate que este no era mi baño y que yo estaba en ropa interior, apenas me vi en el espejo. Lave mis dientes con el cepillo dental de Alan y volví a la habitación. Mi ropa estaba tirada a un lado de la cama ¡¿Qué rayos había hecho?!

- Alan qué sucedió anoche – pregunte con temor a oír la respuesta.

- ¿Arrepentida?- rio y me tendió una pastilla y un vaso de agua.

La tome y no salía de mi asombro.

- ¿En serio tu y yo...? – dije con pena.

- Bueno, tomando en cuenta que fuiste tú quien se ofreció... - decía.

- ¡¿Yo?! – tape mi boca con la palma por la sorpresa – Por Dios...

- ¿No te acuerdas, de verdad? – se colocó las manos en la cintura.

Negué. No recordaba nada, antes de salir de mi casa.

- Entonces puedo corroborar que lo hiciste por borracha y no porque querías, como comentaste ayer.

- ¡¿Yo dije eso?!

- Y muchas cosas más – rio.

- ¿Al menos, nos cuidamos? – el corazón se me acelero.

- Naomi – se acercó - ¿Qué clase de hombres crees que soy? Por supuesto que no pasó nada entre nosotros – dijo y yo sentí un gran alivio – Aunque me costó mucho resistirme a tus senos al aire, no me iba aprovechar de tu estado – explico – Se supone que en teoría, nuestra primera vez debemos estar ambos en el mismo estado, ebrios o sobrios, así ni uno se aprovecha del otro y nadie se arrepiente – sacudió la cama – Además no te iba a tocar mientras tu pensabas en otro, no soy un hombre de despechos.

- ¿Nuestra primera vez? – repetí confundida.

- Bueno mantengo las esperanzas que algún día suceda – admitió riendo.

- Oh por Dios – rodee los ojos y reí.

Tome mi ropa y me empecé a vestir.

- Gracias – exprese.

- ¿Por?

- Por todo –tome mis tacones – Por cuidarme, por no aprovecharte, por ayudarme, por absolutamente todo lo que hayas hecho ayer.

- De nada, aunque siento una profunda decepción de que no recuerdes el espectáculo que diste ayer – bromeo.

- Es mejor así – confesé apenada – Bueno, debo volver a mi habitación.

Retorne a mi cuarto, tome una refrescante ducha y baje a desayunar, tenía un hambre feroz y como no, sino comía desde ayer en la cena. Revise mi teléfono y tenía 10 llamadas perdidas de Vanessa y 2 de Tony, quien sorpresivamente me abordo en el cafetín.

- Buenos días preciosa – saludo.

- Antonio – respondí de manera cortante.

- ¿Alguien se despertó de mal humor? – nos sentamos.

- Ojala me fuese despertado de mal humor – dije - ¿Qué haces aquí?

- Pase a saludarte.

SantiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora