O3. Imbécil

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—¿Cariño? No me salgas con tus cosas —dije molesta.

—Eres una bipolar, ¿primero me tenías miedo y ahora me quieres casi matar? ¿Qué clase de chica atractiva eres...? Cariño.

—Una a la que no le importan personas como tú y a la cual no se supone que le esté hablando a un fantasma con problemas de lujuria —me levanté del sofá caminando hacía las escaleras. No me quedaría para seguir escuchando a Fred.

—Perfecto, sube... —susurró detrás de mí.

—¿Qué se supone que hay arriba? —murmuré desconfiada.

—Lo que te quiero mostrar, no te haré nada, eres una histérica, cariño.

Lo ignoré por completo, llegué a la segunda planta con el único deseo de llegar a mi habitación, pero Fred me detuvo tomando mi mano, estaba tan frío exactamente igual que la primera vez que me tocó...

—Espera, ven conmigo —pidió. su mano estaba en la perilla de la habitación tres. No quería seguirlo, en verdad no quería hacerlo pero tenía la curiosidad de saber que había en la habitación, aparte de cosas viejas y polvorientas.

—¿Qué hay ahí dentro...? —pregunté curiosa y temerosa a la vez.

—Bueno, tú querías saber como llegué aquí, ¿no? —solté un suspiro asintiendo. Fred abrió la puerta con cuidado dejándo ver una habitación con cajas apiladas, fotos al parecer de la antigua familia, objetos y polvo en todas partes. Ese lugar pareciera estar solo desde hace años... Era espeluznante como él.

—Esto da miedo... —susurré observando todo con detenimiento y horror.

—Tranquila, los fantasmas no existen —rió—. Sólo te puedo asegurar que lo único que hay son arañas y otros animales así que ten cuidado con ellos —lo que me faltaba. Tendré que limpiar todo esto y sacar cada uno de los animales de la habitación.

—Entonces viniste de un cuarto lleno de polvo, arañas y cosas espantosas... ¿cosas como tú? —dije riendo, entonces Fred me fulminó con la mirada mientras que una sonrisa llena dr superioridad de dibujaba en sus labios delgados.

—Yo soy hermoso, no sé de qué hablas.

—Bien señorito perfecto, tengo sueño, ¿qué me quieres mostrar?

—El como llegue aquí.

—Sí claro, como lo hiciste... ¿un portal te trajo? —dije sarcástica arqueando una de los cejas.

—Un tipo en mi mundo me dijo que podía enviarme aquí, a otro mundo, sin embargo, yo no sabía a donde exactamente, él sólo me dio una pequeña pulsera negra con símbolos raros. Sí usas eso a medía noche la pulsera te enviara ya sea a este mundo o al de los Shadow. En mi caso... Pues aquí estoy contigo, amor.

—Disculpa —dije—, ¿quieres que crea en eso y no en que los fantasmas existen?

—Básicamente, sí. ¿Por qué no?

—¿Sabes qué? Me voy a dormir, estoy cansada y esto es una maldita locura. —estaba a punto de salir de la habitación con mil y un cosas en mente; hasta que recordé algo. Algo importante.

—Fred... —dije lentamente entrecerrando mis ojos.

—¿Qué pasa preciosa? —se oía tan seguro de sí mismo el muy imbécil— Ayer... ¿Me observabas mientras me vestía, dormía y hacía otras actividades las cuales no deberías de haber visto?

—Tal vez —dijo riendo—. Muchas actividades, por cierto.

—No sé cómo jodidos entraste al cuarto ni desapareces pero ya nunca más entres, no lo hagas si aprecias tu cabello, Fred.

—¿M-mi cabello? —tartamudeó, entonces sus manos fueron lentamente a su cabello y lo tocó peinándolo con sus manos.

—Así es, tu cabello... tengo unas tijeras muy buenas en mi habitación.  Buenas noches.

- - -

Estaba en la cocina preparando chocolate caliente, tenía tanto frío que podría meterme a la tina con solo agua caliente en ella. Tomé el chocolate y me dirigí al living, me senté en el sillón y me envolví con un gran cobertor para después encender el televisor.

Despertaste temprano, ______ —Alfie estaba aún con su simple pijama, se sentó a mi lado. Lo miré de reojo y él enseguida lo notó volteando a verme confundido e irritado a la vez.

—¿Hay algo malo conmigo? —preguntó con esa voz ronca y varonil mientras arqueaba una ceja.

—Nada, una ya no puede ni verte —dije quejandome dándole un leve sorbo al chocolate.

—Ah, sí, mañana ya puedes asistir a la preparatoria si te apetece —avisó.

—Tengo una herencia la cual está conformada por más de seiscientos millones de dolares. Con eso vivo toda mi vida... No necesito trabajar.

—O sea que quieres ser de esas personas que viven en la ignorancia —dijo y puse mis ojos en blanco viéndolo mal. Di un suspiro respondiendo:

—Podré vivir en la ignorancia, pero vivo feliz, querido —dije dando palmaditas en su hombro con una sonrisa infantil en mi rostro orgulloso.

—Nunca cambiarás... —protestó poniendo sus ojos en blanco— bien, mañana vendrán a remodelar la casa. Sólo te advierto por si ves hombres trabajando, ya sabes, no te alteres y llames al novecientos once.

—De acuerdo —reí—. Me voy a mi habitación... Aquí el ambiente está aburrido —suspire levantándome del sofá viendo como Alfie reía.

—¿Qué es tan gracioso, idiota?

—¿Vas a hablar con tu amiguito? —preguntó divertido— ya sabes, el fantasma lujurioso —dijo y suspire ahogando las ganas de tomar una pala y enterrar vivo a éste estúpido en el jardín trasero.

—Muerete, Alfie —dije y le sonreí levantándole mi hermoso dedo corazón.

Entré a mí habitación tumbándome en la cama, cerré los ojos y al instante los abrí al escuchar la puerta cerrarse de golpe y el grito de Fred lleno de ira e irritación.

—¿¡Le dijiste “querido” a ese imbécil!?














 

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#MueranDeEnvidia

Mi Chico {Fred & Tú}  #O1 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora