11. Mía

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Me paralice sintiendo dos manos frías sobre mis hombros y una respiración lenta y continúa en mi cuello.

—Anhelaba estar contigo así desde que llegué... —susurró con picardía.

—Déjame salir —pedí.

—¿Por qué debería? Digo, ¿No te gusta que esté aquí? ¿Qué esté cerca de ti?

—De hecho, no quiero nada relacionado a ti —dije, él soltó una pequeña risa mientras me sujetaba con más fuerza sobre los hombros y me pegaba a la pared dejándonos a ambos a pocos centímetros de distancia.

No podía verlo, pero percibir sus movimientos y piel contra la mía era fácil. Sin embargo no podía hacer nada para quitármelo de encima. Y odiaba eso.

—Gold, ¡no seas tan hijo de puta ahora y déjame salir!

—Eres difícil y grosera —rió—. Me gusta. Demasiado...

—Si estás insinuando que quieres que sea una perra fácil contigo para que me dejes en paz. Pues no lo haré, hay mejores métodos para alejar a estúpidos pervertidos como tú de una manera rápida y sencilla.

—Lástima que tú no tengas esos métodos —dijo, sentí su tacto. Tomó mi mentón con cierta delicadeza y ahora su respiración estaba cerca de mi rostro—. Así que me aguantas por el momento amor —sus labios rozaron los míos con ganas, mis manos tomaron su brazo tratando de alejarlo pero no lo lograba. En el intento de darle una patada, la puerta se abrió y toda la luz entró en el armario.

—¿_____? —miré a Golden, quién se encontraba frente a mí y con Freddy al lado.

De pronto Gold ya no estaba ahí... Desapareció.

—¿Qué haces metida en el armario? —preguntó Freddy frunciendo levemente el ceño.

—Yo... Entré y la puerta se cerró.

—Estaba abierta —aseguró Golden— ¿Te gusta jugar a las escondidas? —rió divertido.

—No, juro que la puerta estaba cerrada.

—Pues yo juro que estaba abierta —replicó—. Pero no importa ya, vamos, Joy nos debe estar esperando.

—Tiene razón, vamos —dijo Freddy. Ambos siguieron caminando mientras yo le echaba un último vistazo al armario.

Cerré la puerta lentamente mientras un escalofrío recorría toda mi espina dorsal.

Seguí a los chicos hasta el cuarto de Joy, cuando llegamos ya todos estaban ahí.

Fede, Félix, Chica, Bonnie, Spring, Bon, Marionette y Pupett. En cuanto a los demás simplemente no pudieron venir ésta noche.

—Al fin —dijo Joy— ¡Ahora sí estamos todos! Podemos empezar entonces.

- - -

02:14 a.m

—Nunca más vuelvo a jugar guerra de almohadas contigo, ______ —dijo Freddy quejándose. Sonreí de lado observando a nuestro al rededor a todos tirados en el piso riendo o hablando. Acabábamos de estar en una "Tercera guerra mundial de almohadas " según Marionette.

—Bien chicos... Quien tenga sueño, hay un cuarto en frente con dos recámaras. Algunos pueden dormir en el piso con cobertores —anunció Joy.

Todos se levantaron y comenzaron a acomodarse cada quien en donde quisiera.

Al final Joy, Freddy, Springtrap y yo dormimos en una sola habitación. Los demás se las arreglaron para estar en otras.

—Apagaré la luz, espero duerman bien —dijo Joy, ella y Springtrap ocuparon ambas de las camas mientras Freddy dormía a unos metros más lejos de mí en una colchoneta.

Fred

—¡Escúchame maldita escoria! Nunca... ¡Jamás en tu asquerosa y repugnante vida te atrevas a ponerle una mano encima de nuevo!

—No le puse ninguna mano encima... —habló con dificultad, con sus manos trataba de retirar las mías de su cuello pero en ningún momento dejaba de sonreír cínicamente y eso me causaba más ira de la que ya sentía hacía él—. La bese, nunca la toqué más de lo que quise... —rió.

Y yo apreté aún más mi agarre.

—¡Cierra la maldita boca Gold! No creó que quieras que te mate de una vez.

—No puedes... por más que me lastimes, ve y mata a Golden si tanto quieres que yo desaparezca.

—Me sentiré satisfecho con torturarte entonces —respondí, afloje mi agarre dejándolo respirar un poco más.

—Lo sabía.

—¿Qué? —cuestioné confundido.

—Ella en verdad te importa.

—Eso es mentira —repliqué con rapidez.

—No hay más palabras de tu parte que me hagan dudar de ello, ¿a quién le mientes Fred? ¿A ti mismo? Porque para ser sincero a mí no, tú y nadie más hizo que lo confirmara.

Lo mire perplejo aflojando aún más mi agarre permitiendo que Gold se safara, mientras él soltaba una risa sobaba suavemente su cuello con una sonrisa en el rostro mientras yo apretaba mis puños tratando de controlarme.

—Vaya, eres fuerte —murmuró—. Pero no lo suficiente. Estoy seguro que pudiste haber hecho más. ¿Si me acuesto con ella sera más fuerza aplicada o igual que esta solo por besarla? —dijo, su tono juguetón me hervía la sangre.

—No aplicaré más fuerza —respondí.

—¿Entonces?

—Entonces tendré que dejar de jugar contigo, te mataré y haré de ti más que mierda si te le acercas de nuevo. Y sí, sí me importa ella. ¿Sabes lo qué pasa cuando alguien me quiere quitar lo que es mío, Gold?

—Ella no es tuya —respondió firme.

—Lo será, será mía.

Tn

11:23 a.m

—Para ser sincera me he levantado más tarde otras miles de veces —dijo Chica.

Todos estábamos en el comedor desayunando, trate de hacerlo rápido dejando a los demás atrás. Alfie me llamó esta mañana, tenía que regresar, teníamos que hablar de algo importante. Y sé que ese algo no era bueno, involucraba a Nahel y eso era algo que me provocaba terror y asco a la vez. El miedo que siento cuando estoy con él, todo de él me hace regresar a aquellos asqueroso tiempos. Cuando toda mi familia estaba enferma, y Nahel al parecer sigue siendo el mismo enfermo de siempre.

- - -

—Por fin llegas —bufó Alfie abriéndome la puerta. Ignoré sus quejas y procedí a entrar y sentarme en el sofá.

Él estaba sentado frente a mí, viéndome sin expresión pero con mucha atención.

—¿Y entonces? —pregunté alzando mi ceja.

—Quería que hablarás primero —dijo encogiéndose de hombros—. Pero creo que ya sabes de que quiero hablar. No daré rodeos en esto.

—Lo sé.

—Para empezar, Nahel está dispuesto a pelear por toda la herencia que desde un principio debió ser suya. O eso dice él, pero nada de eso debería preocuparnos tanto, en caso de que él quiera hacer eso, la herencia se repartiría a la mitad entre ambos. Tus padres tenían planeado dejarla a él. Pero nunca pudieron hacerlo, no hay papel que lo ordene. Y estoy seguro de que no lo hay.

—No me importa el dinero, le daré todo si eso significa que nos dejara en paz.

—No es el problema exactamente —dijo, sus expresiones cambiaron. Sus ojos reflejaban cierta preocupación.

—¿Entonces?

—Él quiere tener tu custodia.

Mi Chico {Fred & Tú}  #O1 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora