27. Afecto

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Mientras aún lo abrasaba con fuerza, él me acariciaba el cabello tratando de calmarme a mí y a mis incontrolables lágrimas y sollozos salir.

—Deja de llorar niña... —me susurró con un tono más alegre, eso hizo que una media sonrisa se planteara en mí rostro.

—Perdóname... —dije mientras él me alejaba tomándome de los hombros y me miraba frunciendo su entrecejo con cierta intriga en sus ojos.

—¿P-por qué te disculpas?

—Por decirte todas esas cosas aquél día; estaba siendo una tonta, te critiqué, te dije de todo, te acusé y siempre seguías ahí conmigo. En verdad aveces creía que eras masoquista —dije, Fred soltó una pequeña risa negando con su cabeza mientras yo continuaba—. En fin, nunca supe valorar lo que tenía enfrente, mucho menos tu compañía, y te pido perdón por todo eso —terminé, Fred me dio una sonrisa de lado aún tomándome de los hombros y se acerco a mí dándome un delicado beso en la frente.

—Eres tan jodidamente dulce aveces... Me das diabetes —rió—. Pero te perdono...

Mientras hablábamos, Fred se sentó en el piso recargándose en aquél pino en el cuál yo había estado, dio palmaditas a su lado viéndome con una sonrisa.

—Vamos, siéntate —insistió—. Después pensaremos en como irnos de este lugar...

Asentí acercándome a él y me senté a su lado recargándome en el pino, él paso su mano por encima de mis hombros acercándome más él. El frío que sentía fue desapareciendo y sentí como su mentón se posaba sobre mí cabeza, en ese momento escuché su respiración ir bastante profundo y larga cada vez que inhalaba.

—Fred... —lo llamé, de pronto sentí su cuerpo tensarse un poco y su respiración más normal.

—¿Qué pasa?

—¿Estabas quedándote dormido?

—Algo así... no sé porqué estoy tan cansado hoy —contestó.

—Lamentó si te desperté entonces —me disculpe—, vuelve a dormir.

—No.

—¿Qué? ¿Por qué no? — le pregunté confundida.

—Estaré despierto hasta que tú te duermas —dijo—. Así que si quieres que duerma ya, debes dormir primero.

Sonreí negando levemente con mi cabeza y escuché como él soltaba una risa al ver mi expresión de debes estar jugando.

Pero mi sonrisa se desvaneció al imaginar que cuando despertara, Fred ya no iba a estar ahí. Me aterraba la idea y eso impedía que mis ojos se cerraran.

—Fred, prométeme algo...

—¿Qué cosa...? ¿De qué estas hablando? —preguntó.

—Que no me dejaras sola —respondí, mis mejillas se calentaron y mí mirada se desvío al piso, Fred rió y me abrazó con más fuerza haciéndome sentir un escalofrío.

—Lo prometo... —dijo casi en susurro y yo sentí como si me quitaran un peso de encima y en ese momento cerré mis ojos dejando que el sueño hiciera lo suyo.

- - -

La claridad impactó contra mi rostro, entonces fruncí mi entrecejo al sentir la claridad del sol impactar contra mis ojos.

—Mierda... —dije quejándome tratando de adaptarme a la claridad de la mañana.

Al voltear a mi lado, Fred ya no estaba. Me incorporé rápidamente buscando con desesperación algún rastro de él entre los pinos y arbustos, pero no encontraba nada.

El miedo e impotencia se comenzó a hacer más grande, comencé a correr por los alrededores tratando de encontrarlo.

Mientras lo hacía, mis ojos se comenzaron a sentir húmedos y mis mejillas a calentarse. Paré en seco al ver que estaba a punto de salir del bosque y que frente a mí estaba de nuevo la mansión de Nahel. Me mantuve estática con mi mirada puesta en la gran casa y con un tremendo nudo en mi garganta haciendo este que mi respiración se cortará por segundos.

De pronto sentí como me abrazaban por detrás y una respiración tranquila estaba cerca de mi cuello. Mi bello se erizó al sentir como unos fríos labios plantaron un pequeño beso en mi cuello.

Me tense cerrando mis ojos con fuerza, deshaciéndome con brusquedad del abrazo y empujando a la persona que estaba detrás de mí lo suficientemente lejos.

—¡Hey! ¡Tranquila, soy yo! —gritó Fred, esa era su voz, de inmediato abrí mis ojos de par en par observándolo, estaba serio frente a mí arqueando una ceja en signo de estar completamente confundido.

—¡No hagas eso! ¡Me asustaste! —le grité.

—Ya lo noté, lo lamento.

—¿¡En dónde estabas!?

—Sólo fui a ver el bosque mejor, no te quería despertar y creí que para cuando volviera tú seguirías ahí. Pero no estabas y me altere... Así que decidí buscarte. Me sorprendí cuando te encontré aquí, frente a la casa de ese idiota —terminó, yo lo observé entendiendo todo. Mi respiración volvió a ser normal y solté un suspiro cansado al terminar de calmarme.

—Y-ya nunca más hagas eso —pedí.

—Esta bien —dijo riendo—, y ahora... Quiero hablar contigo —espectó, lo mire atenta mientras me recargaba en un pino y él frente a mí esperaba una señal de mi parte para continuar.
—¿Sobre qué quieres hablar? —pregunté.

—Pues sobre...

—¡Ahí esta! —gritaron detras de nosotros. Venían hacia nosotros dos hombres de traje, Fred se callo de inmediato y sujeto mi muñeca jalando de ella para comenzar a correr de nuevo hacía lo profundo del bosque.

Mientras corríamos, los pasos y gritos de los hombres se escuchaban cada más cerca, incluso como si aún más estuvieran detrás de nosotros, miraba hacía atrás y luego a Fred quién aún se encontraba jalando de mi muñeca y corriendo. No podía seguirle el paso y los hombres aún así llegarían a nosotros, no me podía arriesgar a que vieran a Fred... Él había hecho tanto por mí, que por primera vez le quería hacer un favor.

—¡Fred, basta! —le grité, él volteo por cortos segundos viéndome confundido y después volvió a fijar su vista hacía el frente.

Unos pocos metros más adelante me escondió detrás de un pino enorme, los hombres estaban cerca y podía sentirlo.

La respiración agitada de Fred y la mía estaban sincronizadas, sus mejillas estaban levemente rosadas y sus ojos se clavaron en los míos.

—¿¡Qué dices!? ¡No pararé, no te dejaré aquí y mucho menos permitiré que ellos te lleven! —gritó, en sus ojos veía desesperación y tristeza... Me sentí realmente mal por ello.

—Escucha, no quiero dejarte expuesto. Ya buscaré yo la manera de salir de allí.

—No me importa, no me importa quedar expuesto... No quiero que te pase algo allí dentro —una sonrisa involuntaria se dibujo en mis labios al escuchar esas palabras salir de él, nunca había imaginado a Fred decir semejante cosa.

—Estaré bien. Por favor, déjame regresarte el favor —supliqué, sus ojos me miraban atentos mientras presionaba sus labios entre sí. Soltó un suspiró dándome una sonrisa forzada.

—De acuerdo, sólo ésta vez. Pero que no se te olvidé que estaré ahí si me necesitas...

Mi Chico {Fred & Tú}  #O1 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora