32. Entrega

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Nahel decidió irse de la oficina dándonos sólo unos minutos para hablar.

Alfie podría elegir cualquier otro día para verme, hoy sólo teníamos unos cuantos minutos para arreglar varías cosas pendientes.

—No esperaba ese gesto de su parte... —confese

—Cuando me sacaron de la cárcel un día después, Nahel fue a verme a la casa. Me dijo que me dejaría verte con ciertas condiciones. Obviamente acepte, y bueno... Aquí estoy. Aunque tampoco me esperaba eso de él.

—¿Qué crees qué busque o traté de conseguir con esto? Él nunca se había comportado como ahora —dije, Alfie se quedo mirando en un punto exacto de la habitación como si estuviera pensando en algo muy a fondo sobre el tema.

—Tengo una idea del porque, pero siendo él, lo dudo bastante.

—¿Qué estás pensando?

—Tal vez quiera dejar de sentirse culpable por lo que te hizo, o simplemente es así porque le da la gana —contestó, se encogió de hombros y una mueca se dibujo en su rostro.

Analizando lo que dijo, ambas opciones me dejaban pensando demasiado, tanto una como otra tenían aciertos para dejarme en duda y a la vez en desconcierto.

—Espero que sea la segunda... —susurré, sin embargo, Alfie volteó a verme arrugando su entrecejo y mirándome con intriga.

—¿Por qué dices eso? —me preguntó.

—Porque no estoy dispuesta a perdónarlo. Nunca. No me interesa que tanto se esfuerce por tratar de complacerme o hacerme sentir mejor, nada de esto compensa lo que me hizo él y nuestra estúpida familia.

—No lo trato de justificar ni mucho menos, pero a él también le afectó demasiado lo que le hacían. Soló digo que no seas al extremo tan dura con él —dijo—. Pero, sólo tú decides lo que haces, entiendo si quieres ser una verdadera mierda con él.

—De acuerdo... Tal vez lo tome en cuenta —o tal vez no—. Supongo que debería calmarme...

—Dejando eso de lado, no te ha hecho daño, ¿verdad?

—No, no lo ha hecho... Ha sido, dentro de lo que cabe, amable conmigo —afirme—. Pero aún así, es bastante cortarte también, y eso me alegra.

Alfie sonrió de costado negando con su cabeza, en ese momento, el mayordomo entró a la oficina. Ambos volteamos a verlo con seriedad.

—Disculpen, se acabo el tiempo —anunció—. Alfie, tengo ordenes estrictas de acompañarlo a la salida.

Alfie asintió sin protestar.

—Nos vemos pronto, pequeña —me desordenó el cabello haciendo que una mueca combinada con una sonrisa se dibujara en mi rostro.

—Nos vemos... —respondí, él se acercó al mayordomo y ambos salieron de la oficina dejándome dentro con una tristeza la cual me inundó en segundos.

Me dirigí a mi habitación con la mirada perdida en el largo pasillo que estaba recorriendo. Cuando llegué, cerré la puerta lo más fuerte que pude y me eché en mi cama con la cabeza metida entre las almohadas.

Mi Chico {Fred & Tú}  #O1 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora