CAPÍTULO V

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GRACIELLA

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GRACIELLA

¡Dios!

¡Amo el mar!

Decidí dejar mis clases en manos de otra persona, hoy quería tomarme el día y reflexionar un poco ya que mañana a primera hora me toca ir a buscar a mi pequeña troll.

Necesito buscar la manera de abrirle los ojos de una vez por todas a mi hermano. Quiero que vea que su prometida no es lo que ella le hace creer.

Pero no sé como.

Ella solo es una arribista, una arpía que solo le interesa el dinero sin importar pasar por encima de una pequeña que tiene apenas tres años.

Quizá debería mantenerme alejada y dejar que el mismo se de cuenta del error que esta cometiendo, pero no puedo. El bienestar de mi niña esta en juego, y si decido dejar que esto siga su curso ella terminará sufriendo y no quiero que mis padres se enteren, ya tienen suficientes problemas para meterlos en otro.

Esa mujer es mala.

Estuve a punto de joderle su estúpido rostro, pero mi amigo adivinó mis intenciones.

Siento rabia, una rabia inmensa por ser tan estúpida, rabia por aquel maldito día cuando se la presente a mi hermano pensando que seria una buena mujer. Yo no soy una pera en dulce y tengo cola que me pisen, pero jamás haría las cosa que ella esta haciendo.

Suspire profundo, dejando que el olor del mar recargara de buenas energías mi cuerpo. Tenía mi lugar secreto, o mas bien mi lugar favorito para descansar debajo de una palmera. Dejé que mis ojos viajaran por la arena blanca deteniéndolos al toparme con un par de pies.

 Dejé que mis ojos viajaran por la arena blanca deteniéndolos al toparme con un par de pies

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- Con que aquí estas...

- Hola, siempre vengo aquí.. ¿donde mas podrías encontrarme?

Sr. ArmstrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora