CAPÍTULO XXVI

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GRACIELLA

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GRACIELLA

Furiosa aviento la tasa de café pegándola a la pared cuando Mark se agacha. Él muy sinvergüenza se ríe nerviosamente alzando sus manos cuando agarro la base de la lámpara y la desconecto de la pared. Levantándome con esfuerzo por mi inmensa barriga de ocho meses y medio.

- ¿Te has vuelto loco?.- alzo el objeto con intención de tirarsela pero Gregory entra a la sala y me la quita de las manos, arrastrándome con él a la puerta de la cocina.- ¿En que mierda estabas pensado? ¡Joder!

Llevo una mano a la parte delantera de mi vientre y otra a mi espalda cuando una pequeña punzada estremece mi columna.

Llevo días sintiendo pequeñas molestias pero nada grave, el sudor empieza a perlar mi frente observándolo duramente.

- Oye, solo quería que tambien se calara parte de tu histeria mujer.

Abro la boca y lo veo sin poder creermelo. ¿Acaba de llamarme histérica?

Tengo la intensión de decirle cuatro cositas nada agradable pero me detengo cuando siento otra punta mas fuerte que la anterior.

- ¿Que coño hiciste, Mark?

Gregory se pone a mi lado atrayendome a su cuerpo. Mi moreno amigo se estremece dando un paso atrás pálido.

- Nada.- dice tan calmado pero a la vez cagado de miedo. Entrecierro mis ojos negando con mi cabeza.

- ¿Secuestrar a Lev te parece poco?

Respondo hincando mis uñas en el brazo de mi guardaespaldas cuando ahora siento las punzadas rodear mi vientre, punzando tambien en la parte baja.

- ¡¿Que?! - Gregory grita enfado.- ¿sabes lo que acabas de hacer? Hombre, vas a mandar esto a la mierda, exactamente todo. ¡Dios! Soy hombre muerto, carajo. Cuando Zander se entere....

Una nueva punzada provoca que mi aliento se detenga abruptamente. Palideciendo cuando mi vientre se tensa a un costado. Llego a la conclusión de algo que me inquieta, es muy pronto para ponerme de parto.

- Coño, no podía permitir que mi jefe se perdiera el nacimiento de sus hijos.- lo veo como si estuviera loco contrayendo mis labios en una linea recta.- ¿no harías lo mismo?

- Debiste consultar primero, Mark. Todo se va a volver un infierno cuando sepa que le hemos mentido, joder.

Dejo que ellos hablen concentrándome en respirar como en las practicas preparto. Inspiro, espiro, me calmo y relajo mi cuerpo momentáneamente. Reanudando la cuanta numérica entre cada una. Por ahora no son tan seguidas.

- Probablemente terminaré con un ojo hinchado o algo roto, pero te aseguro que nuestro jefe nos va a agradecer de alguna forma o otra la sorpresita que le espera.

- ¿Donde demonios lo tienes?- pregunto despacio, apretando mis dientes.- ¡Contestame!

- Calmate, jefa.- ruedo los ojos por el apelativo, estoy harta de hablar con él sobre eso.- la estas alteran, Mark.

Sr. ArmstrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora