CAPÍTULO XXXI

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LEV

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LEV

La multitud se despliega por ambas aceras de la calle, gritando, llorando y pidiendo ayuda, encontrando un refugio inútil al permanecer al alcance del pistolero fantasma dentro del Gattopardo.

Miro la hora en mi reloj y asiento por instinto a la noche casi difuminándose a la lejanía al ser consciente que mi plan está en marcha.

Solo espero por el divino infierno que no se joda.

Dexter y Gregory, este último, reincorporándose de unos días libres, me alcanzan tras mi caminata rápida al auto tropezando con la clientela asustadiza.

En esta ocasión, Bastian invernó sus horas pacificas por algo de acción, y allí esta, apoyándome. Tras el volante me guiña un ojo y yo simplemente inclino mi cabeza como saludo sin tener ninguna expresión en mi rostro.

Mi móvil vibra en la profundidad del bolsillo de mi pantalón, y es otra señal. Al alcanzar la puerta del vehículo lo reviso y un simple: "en marcha" revoluciona mí tejido cognitivo líquido a través de mi torrente sanguíneo. Hoy no solo pondré a salvo a mi familia, a mi corazón, sino también mandare un mensaje alto y claro a todo aquel que intente joderme de alguna manera.

Mis sospechas se asentaron tras los últimos días. Luego de confirmar un viaje relámpago de cierta persona a Barbados. Siento un poco de culpa al no poner al día a mi mujer con mis planes, pero esto era cosa mía. Si, se que suena machista, pero yo me tome esto como algo mucho mas allá de lo personal. Y no voy a descansar hasta que la última maldita persona caiga.

y me importa una mierda a quien me lleve por el medio.

- ¡Lev!

Dexter abre la puerta y aguarda en silencio mientras me doy la vuelta. Alejandro seguido por Luciano y Adrián corren con desespero entre un mar de seres humanos alterados. Empujando y esquivando a aquellos que intentan levantarse del suelo después de haberse caído, para llegar a mí. Cruzo mis brazos y los coloco a la altura de mi pecho, en una actitud desafiante, esperando impaciente cualquier ridiculez de la boca de cualquiera de los tres.

- ¿Dónde esta Graciella?

Alejando empuña mi camisa en sus manos, acercándome a su cara. No flaqueo por su impulso y tampoco le dejo a la vista el temor en mi interior. Respiro hondo, casi reteniendo el aliento hasta expulsarlo de golpe. Puedo ver el pánico y el miedo en el también.

- No lo sé.- quito sus manos de mi, empujando su pecho para poner distancia.- justo iba a averiguarlo.

Cuadra sus hombros con intención de intimidarme. Lo que me parece tan estúpido. Mi hermano permanece en el último plano, con sus ojos alertas a cualquier acontecimiento. Por otro lado, Adrian solo nos mira a Alejandro y a mí con intención de saltar sin ambos vamos mas a allá de las palabras, otra cosa que sería realmente estúpido teniendo en cuenta que mis hombres están armados hasta los dientes. Lo que no quiere decir que no sea lo suficientemente capaz de sacar la mierda antes de que llegue a mí.

Sr. ArmstrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora