CAPÍTULO XV

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LEV

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LEV

Salgo de mi estupor cuando mi hermano palmea mi pierna y es que caigo en cuenta que muchos ojos están sobre nosotros, sí, estoy sonrojado como un crío, no esperaba esta reacción de Graciella lo que me hace verla con curiosidad.

Hago su cabello a un lado y giro su cuerpo un poco, invitándola a que vea a los presentes.  Ella al principio duda pero luego una sonrisa adorna sus bonitos labios cuando tímidamente alza su mano derecha y la ondea en modo saludo.

- Perdón por lo de antes. No suelo hacer cosas así en público.

Ruedo los ojos cuando mi madre intenta controlar el llanto pero un sollozo la traiciona y escapa de entres sus labios. Graciella pelea con el agarre de mis brazos en su cintura, los cuales ajusto aun más para no soltarla y devolverla a su sitio.

Ella protesta al principio removiéndose un poco, pero luego se de tiene cuando dejo que una de mis manos vague por entre sus piernas y se adentre a la profundidad de las misma, deteniéndome cuando las puntas de mis dedos tocan el fino encaje que cubre su coño.

- Eres más bonita en persona. Mi hijo se sacó la lotería contigo, pero eso no quita lo molesta que estoy con ambos por su boda apresurada.- mi madre, Eva, coge la el pañuelo que mi padre le tiende y seca la humedad de sus ojos.-, aun que me alegraría saber que hay un bebé en camino.

- Madre...- protesto cuando siento el temblor en el cuerpo de mi esposa. Ninguno de los dos esta preparado para ser padres, lo que me lleva a pensar si ella se esta cuidando, por que ya en dos oportunidades no lo he hecho.- No hay bebé en camino mamá, queremos disfrutar un poco de tiempo a solas.

Mi padre no dice nada, mi hermana inclina su cabeza aun lado con curiosidad y mi hermano...

¿Pero que coño?

- ¡¿Quieres dejar de ver los pechos de mi mujer?!

Estallo estampando uno de mis puños en la mesa con fuerza, lo que provoca que el cristal tiemble y, dos vasos terminen volcándose y mojando la tela del mantel.

- No lo estaba haciendo, hermano.

Lo fulmino con la mirada cuando se ríe de mi.

- Luciano, ¿con quién carajos crees que estás hablando, hombre?

Levanta sus manas en señal de rendición sin dejar de reír. Graciella está inquieta sobre mi regazo, apresuro mis manos cuando ella se voltea un poco y cierro la fina bata que lleva puesta. Gruño de rabia cuando la maldita tela se desliza y deja al descubierto nuevamente sus pechos.

Joder, no lleva sujetador y me esta poniendo las cosas difíciles. ¿Por que mierda no se puso un vestido o alguna otra cosa antes de bajar?

Ella palmea mis manos cuando intento por cuarta vez juntar la odiosa tela y no lo consigo.

Sr. ArmstrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora