CAPÍTULO XIV

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GRACIELLA

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GRACIELLA

Furiosa conmigo misma, le doy a reproducir la musica para callar las sartas de estupideces que suelta mi queridísimo esposo, nótese el sarcasmo.

Viajo con él y encima me va a obligar a que compartamos más que un apellido. Sin mal interpretar las cosas, me refiero a una habitación y una cama. Mientras el auto se desplaza por las calles de Florencia yo me hago la Shakira; ciega, sorda y muda. Lo dejo que se vuelva loco hablando con la nada.

¿Qué mierda cree que está haciendo?

Bien, quizás estoy exagerando un poco las cosas, pero él sabe perfectamente que está jugando sucio. Y ya, muy en el fondo de mi cabeza se crea el plan perfecto para hacérselo pagar, ¿quiere que durmamos juntos? Bien, veremos cuanto autocontrol y aguante tiene.

Solo espero no cagarla.

Puedo ser un muy dulce por las buenas, pero un limón con picante por las malas.

Cierro los ojos y me sumerjo en la inconsciencia guiada por la voz de Ed Sheeran entonando Shape of you. Para cuando abro los ojos nos encontramos atravesando unas puertas metálicas, veo que Lev dice algo gesticulando con las manos en mi dirección, pero no le escucho nada por los audífonos hasta que el tira del fino cable con fuerza haciendo que los pabellones de mis orejas ardan.

- ¡¿Qué?!

Me remuevo en el asiento haciendo que el cuero gruña bajo mi cuerpo. Su cercanía tiene mis vellos de puntas, lo admito.

- Te decía que ya llegamos a casa de mis padres. Probablemente ya estén dormidos por la hora que es, pero vamos a dormir aquí, sin discusión. Quiero ahorrarle el sermón del año a mi madre.

- Como quieras.

- Graciella, se amable conmigo mientras ellos estén presentes. Ambos sabemos que no nos la llevamos y ni nos llevaremos bien durante este tiempo. Fingiéremos la mayor parte del tiempo y necesito que te acostumbres. No soy un hombre de paciencia y me gusta que las cosas se hagan a mi manera.

- Pues... empezamos muy mal, conejito. Para mí, las cosas son como son o si no no son.

- ¿Que tratas de decirme?

- Que no solo tú tendrás voz y voto en esta falsa. Te dije que quería el divorcio y no me hiciste caso.

- Hablaremos de eso después.

- Lo estamos hablando ahora, Lev. Si sigues así, esto no va a funcionar y no es que a mi me importe mucho. Tu eres el que tiene que cuidar una imagen, no yo.

- No, ya te dije que lo hablaremos después. Y no, la única cosa que tiene real importancia es lo que diga mi madre y mi familia. Y si, tienes razón. Tengo una imagen que cuidar pero tu, amor mio, tú tienes mucho más que perder. Un hotel, por ejemplo. Ahora, ¿quieres callarte y salir del auto o tengo que cargarte?

Sr. ArmstrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora