CAPÍTULO XIII

7.4K 575 43
                                    

GRACIELLA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

GRACIELLA

¡Mierda!

Me sentía entre la espada y la pared, tratando de hacer o no lo correcto. Lo más prudente de mi parte era irme con él, con mi esposo. Lamentablemente no recuerdo mucho de esa parte de la noche, solo sé qué fue un juego.

Y como coño iba a recordar, si ese... hombre se encargó de mantener mi mente y mi cuerpo muy ocupados. Me pateo internamente cuando mi mente pervertida destella pequeños recuerdos de su cuerpo completamente desnudo junto al mio.

Sacudo rápidamente en la cabeza reprimiendo más imágenes  y me enfoco en lo que de verdad importa. Preparar mi equipaje e irme con él.

Obviamente no iba a poner en riesgo algo que me pertenece y me costó levantar junto con mi... hermano Alejandro.

Camino de regreso a la cama con algunas de mis prendas de vestir para tirarlas y volver a por más. No estoy segura que debo llevar, pero seguramente su familia es de las que son exigentes con la apariencia femenina. Al igual que mi madre.

Y a mi ¿que carajos me importa?

- Te juro que no tenemos nada que ver, debe de haber un error, Ciela.

Roby y Blenda acudieron a mi en cuanto el chisme corrió como pólvora por los pasillos del hotel. No estaba molesta con ellas, aunque mi cara diga lo contrario, estoy molesta conmigo misma por haberle echo caso a Adrián.

- Lo sé, sé que no harían nada para perjudicarme.

- Oye, deberías ver el lado bueno de esto. Estas casada con un hombre malditamente sexy y bueno en la cama.

- Es cierto, aun no entiendo por qué le dijiste que no habría sexo entre ustedes dos si ya consumaron inconscientemente su matrimonio.

Blenda arruga la nariz cuando ve varios pantalones de vestir y los tira al otro lado de mi habitación.

- Roby...- pronuncié su nombre con un tono de advertencia a lo ella sonrió inocentemente escogiendo mi ropa y pasándosela a Blenda.-, ya les dije que en su momento fue muy bueno, pero esto es muy distinto a esa noche. Estamos casados, ¡casados! No vez lo que significa.

- Que te has sacado la lotería, cariño. Dale una nueva probadita por nuestra parte y ya deja de ser tan mojigata. Las tres sabemos que te mueres por repetir.

Odio que tengan razón.

Con amigas así, quién necesita enemigas.

¡Joder!

- No voy a hacer eso, no vamos a vivir en la misma casa.

- Si tú lo dices, aunque no me extrañaría que no cumplas con eso, se que acabarás nuevamente entre sus brazos, el hombre tiene lo suyo.

- Ya basta.

- Vale, ¿cuanto tiempo estarás con él? Digo, Adrián volverán pronto y seguramente le dará un ataque por la noticia.

Sr. ArmstrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora