CAPÍTULO XXXII

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LEV

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LEV

Un barrido de reconocimiento nos deja con veinticinco hombres enemigos resguardando el perímetro del edificio. Tres en la azotea, cinco en los dos pisos superiores y el resto rodeando el edificio.

- ¿Qué tiene en mente, señor?

Bastian despliega un mapa del edificio en el piso, señalando con marcador rojo una equis donde los hombres se encuentran ubicados. Estudio la zona alrededor varias veces.

Cinco edificaciones abandonadas en una zona despoblada de transeúnte, lo que es maravilloso para ocultar algo de trabajo sucio de la nariz de los policías entrometidos. Hicimos nuestra llegada al edificio contiguo a pie, en un trecho de por lo menos kilómetro y medio o algo mas, dejando los autos lo más alejado posible evitando que el ruido los pusieran en alerta. Nuestro punto de encuentro es una viaja fábrica de muebles de madera, abandonada hace más de quince años.

Todo el trabajo de información se lo debo a mi sombra, a aquella persona que estuvo bajo las manos de mi verdugo después que su honestidad y lealtad hacia a mí se pusieran entre dicho. Y quien lo diría, él hizo su tarea y merece una buena compensación.

- Antes de ponernos en marcha, debemos deshacernos de los hombres en el techo. Un movimiento duro y rápido que no les dé tiempo de saber que los golpeó.- digo, dando dos golpes con mi dedo en el papel señalando la azotea antes de ir a la parte baja y rodear el dibujo de la estructura.- un swarming sería ideal, pero no quiero adelantarme a un ataque suicida que nos ponga en evidencia muy rápido. ¿Cuántos hombres tengo en total?

Zander deja un estuche largo color marrón oscuro en el suelo y se apresura a sacar su contenido. Un DSR-1 que le saca un suspiro a Bastian de ensoñación. Y lo comprendo, se trata de un rifle de francotirador de origen alemán que es utilizado especialmente por la fuerza policial. Algo bonito y estilizado, pero sumamente peligroso y letal.

Él coloca el silenciador táctico sobre la boquilla y luego acomoda el arma sobre las pequeñas patas del bípode del cañón y monopode trasero. Comprueba las peinetas de balas y ajusta los últimos detalles antes de echarse sobre su abdomen y tomar posición colocando su ojo en la mirilla y su dedo en el gatillo. En espera de una señal.

La mayoría de mis hombres de confianza son ex militares, al igual que yo. Ese es mi secreto, uno que solamente era consciente Luciano. Mis padres vivieron engañado por algunos años, pensando que me mantenía alejado por los estudios.

El resto de mi plantilla, son pandilleros moldeados.

- Quince incluyéndonos, señor.

- Bien, pongamos en marcha.- el pasador de mi arma resuena y yo estoy mucho más que listo por algo de fiesta sangrienta.- Zander, neutraliza los que puedas de los pisos próximos. El resto es nuestro.

- Sí, señor.

Justo cuando su dedo se dispone a acariciar el gatillo del arma y Bastian, Dexter, Gregory y yo a irnos, el motor furioso de un auto en marcha lo detiene. Un SUV negro derrapa pocos minutos después en la entrada y cuatro hombres vestidos totalmente de negro se bajan, esperando que uno más descienda del vehículo.

Sr. ArmstrongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora