Capítulo 22:

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Abrí lentamente la puerta de la habitación que me pertenecía.
Hace muchos años mis hermanos y yo nos quedábamos semanas enteras con nuestros abuelos, por lo tanto los tres teníamos un cuarto para cada uno y hacia tanto tiempo no venía y no veía lo que guardaba en aquel entonces, cuando sólo era una niña.
Sonreí cuando mis ojos observaron un pequeño y dañado oso de felpa recostado en la gran cama de madera color rosa pastel. Caminé a pasos lentos y tomé el pequeño animal en mis manos, solté una risita melancólica al recordar que no podía dormir sin esa pequeña cosa. Hacía un berrinche terrible si no lo tenía en mis brazos a la hora de dormir.

-Tú y tus hermanos crecieron tanto. Aún recuerdo cuando los tres corrían por toda la casa en pañales. -la dulce voz de mi abuela llenó el cuarto. Me giré y la miré atenta. -Y ahora sólo tienen que mirarse, son todos unos adultos. No se en que momento crecieron, Alli.

Le sonreí y me senté en la cama.

-Ni yo. -dije en un hilo de voz. -Sólo... un día los años me golpearon de la nada.
-Y yo cada vez más vieja. -dijo riendo, le sonreí.
-Tú no estás vieja. -le dije riendo.
-Lo estoy, Cielo. -me miró. -Y créeme cuando te digo que anhelo un bisnieto.

Abrí un poco mis ojos y la miré divertida.

-Tal vez Sean te de uno dentro de muy pero muy poco tiempo. -reí.
-¿Y que hay de ti? -preguntó.
-¿De mi? -me señale a mi misma. Ella rio un poco y asintió. -Ni novio tengo abuela. Moriré sola y con mil gatos, más o menos.

Le dije en medio broma, pero al parecer ella no lo tomó así, ya que, su rostro se mantenía serio.

-No digas eso. -me miró sin expresión y se acomodo su cabello. -Pronto encontraras a un hombre especial.

Se me escapó una sonrisa.

-¿Aún sigues creyendo en lo especial, abuela?
-Sigo creyendo en el amor verdadero, cariño.

La miré y sonreí sin mucho humor.

-Entiendo. -tragué en seco y suspiré.

Ella frunció el ceño y me miró.

-¿Sucede algo, Alli? -me preguntó.

Levanté la mirada y son una sonrisa en la cara, negué.

-¿Segura? -preguntó, apretando los labios.

Asentí, aunque sabía perfectamente que ella sabía la verdad. Sabía que mentía.

-Me encanta eso de los jóvenes. -dijo y caminó hacia el balcón.
-¿Qué cosa? -pregunté y la seguí dudosa.
-Que sigan pensando que engañaran a viejos como yo. -volteó y me miró. -Que sigas pensando que engañaras a tu abuela, que te conoce al derecho y al revés.

Abrí mi boca para responderle, pero... la verdad, ella tenía razón. Mi abuela me conocía mejor que nadie, no podía engañarla, aunque quisiera y diera mi mejor intento jamás lo haría. Ella lo sabía. Yo lo sabía. El mundo lo sabía.

-¿Qué es lo que te sucede, mi niña? -preguntó, acercándose a mi. -¿No quieres hablar conmigo?
-No es eso. -reí nerviosa. -Sólo que...
-Él volvió y se casará. -me miró, seria.

La miré y me quedé sin respiración. ¿Cómo diablos lo sabía? Claro, periódicos, televisión, radio.

-¿Eso te tiene así? -preguntó, al notar que no articulaba sonido.
-Él es dueño de hacer lo que quiera, abuela. Nuestros caminos ya no están juntos y no volverán a estarlo jamás. Austin ya no es parte de mi vida... Ni yo de la suya.
-Eso es según tú. -me dijo. Volví a la cama, ella me miraba desde el ventanal que daba al balcón.
-Y según él también. Quiero que se case con ella, se lo prometió. Tiene que cumplir.
-¿Pensaste si eso es lo que él quiere? Claro que no. Sólo lo estas obligando a hacer algo que tú crees correcto.
-No lo estoy obligando a nada. -dije en un susurro.
-Por supuesto que si. Cariño, no sólo tienes que pensar en lo correcto o en lo que está bien, sino en lo que otras personas o uno mismo quiere. Estás tan consciente como yo, que Austin no quiere a esa chica y que si se casa con ella será el hombre más infeliz del mundo ¿Acaso eso quieres?

La miré y negué, con los ojos llenos de lágrimas.
Por supuesto que no quería. Lo que yo anhelaba era que él sea feliz, no me importaba si era conmigo o con otra persona. Quería que esa hermosa sonrisa jamás se borrara de su rostro y también quería que ese brillo tan peculiar de su mirada nunca desapareciera.
Me fascinaba verlo sonreír. Amaba verlo feliz y yo más que nadie quería que lo fuera, por esa razón necesito alejarlo de mi.
Quizás con el tiempo el llegue a sentir amor hacia Emily y si no era así, en un año todo volvería a la normalidad y él sería libre, sólo que... yo ya no estaría allí, ya no.

-Una vez en tu corta vida has lo que esta mal. Rie, equivocate, ama, llora, grita, vive Alison, una vez en tu vida vive. Tienes toda la vida para arrepentirte, pero, escucha muy bien esto: Nunca debes arrepentirte de algo que te hizo feliz.

Cerré los ojos y las lágrimas mojaron completamente mis mejillas.

-Si Austin es el desastre que te hace feliz, corre hacia él y gritaselo en la cara si es posible. Gritalo a los cuatro vientos, que no te de pena... Por que tal vez mañana puede ser demasiado tarde y tal vez mañana pierdas a la persona que amas sólo por el estúpido miedo de no hacer lo correcto.

Caminó a pasos cortos hacia la puerta, antes de abrir ésta se giró y me miró.

-Un día perdí a el amor de mi vida por una cosa tonta, por favor no hagas que pase lo mismo contigo. Tal vez tu no tengas la suerte que yo tuve al encontrar a una persona como tu abuelo.

Y sin más salió de la habitación, dejándome allí sola, echa un mar de llanto.

Viejo Amor (Austin Bass y Alison Black) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora