Capítulo 37:

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Miré por última vez a Sean y salí de su habitación.
¿Como era posible que él lo supiera?
Mientras bajaba las escaleras, millones de preguntas rondaban en mi cabeza, que claramente no tendría respuestas si se trataba de Sean.
Ellie ya no se encontraba en la sala y la televisión estaba apagada, tal vez y ya se había acostado.
Hundida en el silencio, caminé hacía la cocina por un bocadillo de última hora, pero el jodido timbre me lo impidió.
Abrí la puerta y mi sonrisa rápidamente se desvaneció.

-Genial, mi noche acaba de empeorar.

Christopher sonrió.

-A mi también me alegra volver a verte, querida Alison. -dijo burlón.
-¿Que haces aquí? -pregunté. -Ya es algo tarde para que estés solo en la oscura calle.
-Gracias por preocuparte por éste galán, bombón. Pero todos sabemos que este lugar es el más seguro de todo California.

Puse mis ojos en blanco.

-¿Me dirás que haces aquí o no?
-Vine a disculparme contigo.

Abrí mis ojos y lo miré bien.

-No soy el patán que piensas que soy.
-¿No lo eres? -frunci el ceño.
-No, en serio lo siento. -me sonrió.
-Eres un idiota. -achine los ojos.
-Pero una buena persona. Solo que... me divierte hacer algunas bromas y molestar a chicas lindas como tú.

Levanté una de mis cejas y lo miré divertira. Le sonreí burlona.

-¿Linda?
-No te creas tanto. -señaló hacia adentro y me hice a un lado dejándolo pasar.

Él observó toda la sala y luego me miró.

-Increíble casa. -me dijo.
-Gracias. -asentí.
-Okay, mmm... ¿me disculpas?

Lo miré y me reí.

-Claro, supongo. -me encogí de hombros.
-¡Genial! ¿Amigos, bombón? -y sonrió, mostrando una perfecta hilera de dientes blancos.

Vaya sonrisa, pensé.

Lo observé unos segundos. Dios, era increíblemente guapo.
Le sonreí.

-Por supuesto. -sonreí.
-Entonces, para festejar que ahora somos amigos supongo que me aceptaras una cena.

Me reí.

-Supones bien, muero de hambre.
-Cuándo venía hacia aquí vi un restaurante de comida rápida.
-¿Quieres hacerme engordar?

Él soltó una carcajada.

-Creo que te verías perfecta aún así.

Y si, la sangre rápidamente subió a mis mejillas.

-Christopher... -alargué.
-Chris para los amigos. -me dijo.
-Chris. -dije y él sonrió. -Vamonos, tengo mucho hambre. -dije y tomé una chaqueta de cuero que estaba sobre el sofá.
-¿Tan rápido confías en mi? -preguntó mientras saliamos.
-Eres amigo de Zack, eso basta para mi a decir verdad.
-Hablando de Zack... -habló.
-Lindo auto. -le dije, mirando el hermoso Lamborghini color negro.

Él sonrió.

-Gracias, un regalo de mis padres. -susurró y lo miré.
-¿Sucede algo? -pregunté.
-¿Zack está enamorado de ti? -preguntó sin pelos en la lengua.

Fruncí el ceño y lo miré.

-Mmmh... -murmuré.
-¿Mmmh? -preguntó.
-Supongo, no lo sé. -me escogí de hombros.
-¿Supones? -dijo y abrió la puerta del copiloto así yo entre.
-Pues si. -entré al coche.
-Es algo complidado ¿quizás?
-Si, digamos que si. -le dije. Él asintió y puso el auto en marcha. -¿Por qué lo preguntas?

Él me echó un vistazo rápido y me regaló una linda sonrisa.

-¿Acaso Christopher Balbiani no puede saberlo?

Lo miré divertida.

-¿Balbiani? -pregunté. -¿Eres algo de John Balbiani?

Chris me miró.

-¡Si! -exclamó. -Él es mi padre.

No puede ser.

-¡Diablos! -grité y sonreí. -¡Tú eres ese pequeño niño!
-¿De que hablas? -preguntó confundido.
-¡No me recuerdas! -lo miré. -Antes, nosotros dos, todo el tiempo jugabamos cuando eramos niños.

Él me miro raro.

-Cu... cuando fuimos a Italia ¿recuerdas? Con nuestros padres. Sin querer te lancé a la piscina.

Chris abrió los ojos como platos.

-¡Eres esa jodida niña! -sonrió. -La que siempre estaba con ese osito blanco.
-¡Si! -me reí.
-¡Oh por Dios! -él detuvo el auto. -No puedo creerlo. Con razón creía que de algún lado te conocía.
-Que genial es volverte a ver después de tanto tiempo.
-Vaya, jamás pensé que te convertirías en una mujer tan hermosa. -dijo, lo miré y le sonreí.
-Gracias. -susurré.

Sonrió de nuevo y salió del coche, rodeó este y me abrió la puerta. Salí y le sonreí en modo de gracias.
Entramos al pequeño pero lindo lugar.

-Pensé que era de comida rápida. -dijo Chris, mirando el lugar.
-La verdad es que tengo antojo de alguna comida caliente. -le avisé.
-Como la señorita Black diga. -me sonrió.

Nos ubicamos en una de las mesas del lado izquierdo al lado de un gran ventanal.
Una camarera no tardó ni dos minutos en llegar a nuestro lado.
Castaña, algo delgada y con el uniforme arrugado y sin faltar una pequeña libreta en sus manos.
Miró a Christopher y le sonrió de forma "coqueta"

-Buenas noches y bienvenidos, ¿Ya decidieron con qué empezar? -habló sin quitarle la mirada a Chris.

Él me miró y sonrió malvadamente. El brillo que tenía en sus ojos lo conocía muy bien.

-¿Con qué quieres empezar, cariño? -preguntó.

La chica mojó sus labios y me miró terriblemente mal.

Decidí seguirle el juego.

-No lo sé, cielo. Tú decide. -sonreí.
-Pero muñeca...
-Rápido, no tengo toda la noche. -escuché que dijo la camarera.

Y me perdí. Me perdí en todos los recuerdos que me trajo aquella insignificante palabra para algunos, pero para mi tan importante. Movía todo mi pequeño y jodido mundo.

Y sin yo querer, la nostálgica y la tristeza se presentaron en mi.
Siempre pensé que recordar a alguien era algún sinónimo de felicidad, pero, Austin Bass iba mucho más allá. Él pasaba todos y cada uno de mis límites. Para él siempre iba a haber un poquito más, sin importar que sea. Era la excepción de tantas cosas, o de todas quizás.
Pero al pasar el tiempo, recordarlo me lastimaba, justo como lo está haciendo ahora. Lo peor era que no me importaba. No me importaba en lo más mínimo.
No me importaba llorar. No me importaba romperme el corazón yo misma. No me importaba. Porque él lo valía, lo valía todo y un poco más.
Pero había un grandísimo problema; él ya no me pertenecía.

-¡Alli! -gritó Chris.

Fruncí el ceño y lo miré.

-¿Si? -pregunté aturdida.
-Ordené pasta ¿está bien?
-Si... si, está bien. -murmuré y miré hacia la calle por el ventanal y, me hundí nuevamente en esos malvados pensamientos que me mataban por dentro.

Viejo Amor (Austin Bass y Alison Black) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora