Viejo Amor (Austin Bass y Alison Black)

Capítulo 35:

Cerré la puerta de casa con un portazo, haciendo exaltar a mis padres que se encontraban en la sala con Emma.

Esperen... ¿Emma?

¿Qué diablos hacia ella aquí?

-¿Mal día, cielo? -preguntó papá, mirando.
-¿Ustedes que hacen aquí? -pregunté extrañada.
-Ay, lo siento. No sabía que no podía estar en mi propia casa. -me contestó mi madre.

La miré seria. Odiaba cuando me respondía con ironía, me enfermaba.
Miré a Emma y sin decir una sola palabra subi las escaleras de dos en dos.

-Tuvo un mal día, entiendela. -escuché que papá le decía.

Suspirando, cerré la puerta de mi habitación y me desplomé en mi cama.
No pasaron ni 5 minutos, cuando la puerta volvió a abrirse y entro Emma.

-Sé que no te gusta que alguien entre sin tocar, pero sabía que no me abrirías entonces decidí solo entrar y ya. -habló rápido.

No le respondí y me giré, mirando el techo. Ella suspiró y se acercó, sentándose en los pies de la cama.

-Alli... -empezó. -Lo sentimos, en serio.
-Puedo notarlo. -dije sarcástica. -Déjame adivinar... ¿Matt tuvo un problema? ¿Un accidente? Por eso no pudo venir, ¿verdad?
-Él tuvo un inconveniente, en serio.

Yo sonreí y negué.

-Él es un idiota y tú igual, por seguirle el maldito juego de mentirle a Alison.

La miré seria y ella suspiro.

-Alli...
-Dime la verdad.
-No quiso venir. -confesó. -Matt tiene vergüenza de mirarte a los ojos. Él esta muy arrepentido.
-Claro, pero no tuvo vergüenza cuando abrió la boca para decir toda esa mierda, Emma.
-Lo siente mucho, Alli.
-Esto es tan triste. -la miré. -Te quiero tanto pero eres tan estúpida cuando se trata de él. Me da tristeza que siempre des la cara tú cuándo él es el único culpable, Emma.
-No era su intención hacerlo, Alli.
-¡Deja de defenderlo!

Ella me miró con sus ojos llenos de lágrimas.

-Lo amo. -susurró en voz baja. -Él es el chico que me hace feliz, no me pidas que no lo defienda.
-¡Y yo soy tu mejor amiga! -la mire. -Acepta y ayuda a que Matt también acepte que esta vez él tuvo la culpa.
-Alli... -susurró.

La miré, enojada. Estaba molesta con ella, él la usaba, la manejaba como se le daba la gana y nunca, jamás, se dio cuenta. Creo que tampoco quiere darse cuenta, por que el amor es así; te vuelve ciego, estúpido. No te deja pensar y maneja toda tu persona. Te hace cometer idioteces y luego las consecuencias son grandísimas.

-¡Él te usa, maldición! -le grité. -Tienes que abrir los ojos.
-¡Él me ama! -me devolvió el grito. -¡Deja de ser tan malditamente celosa, Alison! No siempre todos los chicos tienen que estar locos por ti.

Sus ojos me miraron fijamente y pronto se llenaron de lágrimas.

-¡Estoy tan harta de ti! -me miró con muchísimo enojó y negó. -Siempre captando la atención de todo el jodido mundo, para todos eres una princesa, sin imperfecciones. Tan perfecta como idiota.
-No tienes derecho a decirme todas estas cosas.
-¡Claro que lo tengo! -exclamó. -Toda la vida fue lo mismo. A donde quiera que iba hablaban maravillas de ti, todo el mundo creyendo que eras un ejemplo a seguir. Los chicos te preferían siempre. Sólo con una maldita sonrisa ya los tenías a tus pies y créeme que estoy harta de eso. Completamente harta de ti.

La miré.
Mierda, cada palabra que salía de su boca eran un puñal en mi débil y roto corazón.
¿Como era posible que tu mejor amiga te lastimara de esa forma?
¿Pero saben algo? Yo también estaba harta. Harta de siempre ser la herida, harta de soportar todo, harta de llorar.
Estaba cansada de todo.

Así que...

Una sonrisa irónica se dibujó ampliamente en mi rostro. Ella frunció el ceño y fue cuando hablé:

-Entonces, ¿que haces aquí? -me crucé de brazos y la miré burlona.

Emma se rio sin humor.

-Quería tratar de arreglar las cosas con...
-¿Para qué? -la miré. -Estás harta de mi ¿no es así? No tienes nada que hacer aquí. Largo.
-Eres una idiota.
-Claro, como tú digas. Largo.
-Alison...
-¡Largo! -la miré.

Ella puso los ojos en blanco y caminó hacia la puerta.

-Por cierto... -paró en seco y volteó a mirarme. La observé. -Me alegro tanto de que Austin se haya casado con Emily, al menos ella si lo aprovechará, no como otras. -y me miró de pies a cabeza.

Me reí.

-Perdóname por no ser una cualquiera como tú, te he fallado.-le sonreí.
-Si cualquiera es disfrutar de los hombres mientras estoy soltera, entonces si, soy una cualquiera.
-Vete Emma. -susurré.
-Espero que Austin y Emily sean muy felices.
-Es la última vez que te lo digo: largate de mi casa ahora mismo. -dije entre dientes.
-¿Duele, cierto? -sonrió. -Ahora sientes lo que yo siempre sentí cuando me atraía alguien y ese alguien estaba interesado en más ni menos que en ti.
-¡No era mi culpa!
-Como sea. -dijo y tomó el pomo de la puerta entre sus manos. -Al fin y al cabo el karma si existe y ahora te lo esta cobrando.

Nuevamente volteó a mirarme.

-¿Es triste? -preguntó con esa voz divertida.

Al notar que no le contesté volvió a hablar y esta vez lo dijo muy claro.

-¡Pero que tonta! -se pegó la frente con la palma de su mano y sonrió. -Por supuesto que lo es; ver al amor de tu vida casándose con la persona que más odias en el mundo y que miserable hay que ser para seguir sufriendo por él.
-Cállate. -la miré.
-Me das lástima, Alison. Eres una verdadera estúpida para seguir enamorada y pensando en alguien, el cuál ya eligió a otra.

Era todo. Explote.

-¿Y que me dices de ti? -la miré. -Estás bobamente enamorada de alguien, quién ni siquiera piensa en ti.
-Los celos no son buenos, Alison. -dijo juguetona y se rio. -Ya solo acepta que Matt esta conmigo por que en serio me quiere.
-Matt no te quiere y jamás lo va a hacer.
-Claaaaro. -alargó.
-Está enamorado de mi. -dije. -Siempre lo estuvo.

Ella me miró seria para luego explotar en carcajadas.

-Ay Alli, tienes que ser una comediante, mujer. -dijo entre risas.
-No me creas si no quieres. -sonreí. -Pero Matt se acercó a ti por mi.
-Cállate, no es cierto. -murmuró.
-Por supuesto que es cierto.
-¡Eres una estúpida! -me gritó.
-Me importa muy poco lo que pienses.
-Puta. -me miró a los ojos y salió de mi habitación dando un portazo.

¿Y ahí fue donde todo terminó?
La adrenalina me corría por las venas y ella se había marchado.
Maldita.