Maratón 2/3

233 15 0
                                    

-Él te está esperando en su oficina. No llames, sólo entra. -me avisó la Secretaría desde su asiento.

Caminé por el largo pasillo que me llevaba a la gran oficina de mi padre.
Hace aproximadamente una hora Susan, la Secretaría de mi padre, me había marcado a mi teléfono dándome el mensaje de que él necesitaba verme con urgencia.

Cuando estuve frente a la enorme puerta, le hice caso a Susan y entré sin llamar antes.
Desde allí pude verlo en su cómoda silla, leía el periódico como siempre y su infaltable taza de café se encontraba a un lado del escritorio.
Estaba tan concentrado leyendo que ni siquiera se percató de mi llegada.

-Siéntate. -dijo serio y sin mirarme.

Si, me había equivocado. Mi papá tenía ojos en la espalda.

-¡Hola! -dije alegre y caminé hacia él.
-Dije que te sientes, Alison. -soltó el periódico con fuerza sobre el escritorio y miró.

Lo miré extrañada y sin protestar le hice caso.

-Que... ¿qué sucede? -pregunté casi en un susurro.

-Creo que sabes perfectamente el porque hice que vinieras. -me dijo serio y casi gritándome.

Lo miré y negué lentamente.

-¿No lo sabes? -preguntó y me regaló una sonrisa llena de enfado.

Volví a negar y él negó también.

-Te daré una última oportunidad. -me miró fijamente a los ojos. -O me lo dices o te atienes a las consecuencias.
-No lo sé papá, no lo sé. -le dije.

Él se levantó de su asiento rápidamente y cerré los ojos por miedo.
Sentí como sus grandes manos se posaron con fuerza a ambos costados de la silla.

-¡Entonces dime como diablos es eso de que sales con Austin Bass a escondidas y espaldas de todos! -exclamó furioso y abrí mis ojos como platos.

El temor llegó rápidamente, ocupando todo mi pequeño cuerpo. Empecé a temblar y las jodidas lágrimas aparecieron.

-¡HABLA! -me gritó a centímetros.

Ahogué un sollozo y las saladas lágrimas bajaron por mis mejillas.

-No... no... no es lo... lo que... -me callé y bajé la mirada.
-¡Lo que qué, lo que qué! -golpeó la silla y se alejó de mi.

Volteó y me miró.

-Papá... no es lo... no es lo que piensas. Las cosas no son como lo... lo imaginas.

Él soltó una risa irónica.

-¿No es lo que pienso? -dijo caminando hacia a mi. -Entonces dime como son las cosas. -dijo entre dientes.

Sollocé y tomé aire.

-¿Quién te lo dijo? -preguntó.

Él me miró aún más enojado.

-¡Que diablos te interesa¡ ¡Te exijo que me lo digas ahora!

Lo miré.

-Él... se divorciará. -susurré.

Escuché como él rio.

-¿Eso te dijo? -preguntó negando.
-Él me quiere y yo lo quiero, papá.
-¿Como te atreves a ser la tercera en discordia? ¿¡COMO!? ¿Acaso eso te hemos enseñado tu madre y yo?

Miré el piso, mientras miles de lágrimas no paraban de salir. Mi vista se volvió borrosa.

-¡ME MIRAS CUANDO TE HABLO, MALDITA SEA! -me tomó del mentón fuertemente e hizo que lo mirara.

Lloré. Jamás lo había visto en ese estado. Desconocía a éste hombre completamente.

-No. -susurré en medio de un sollozo. -Jamás me enseñaron eso.
-Me avergüenza saber que mi propia hija se encuentra feliz siendo la segunda de un hombre.
-No lo soy... -susurré mirándolo.
-¡Por supuesto que lo eres! ¡Ese jodido idiota esta casado y tú más que nadie lo sabe!
-Papá... -le dije llorando.
-Escuchame bien lo que te diré Alison, no creo volver a repetirlo de nuevo; te prohíbo que vuelvas a verte con Austin ¿me escuchas? Lo tienes estrictamente prohibido. Lo vuelves a ver y no me quedará más remedio que mandarte a Australia.
-No. -murmuré débil y negué rotundamente.

Él apretó la mandíbula, molesto.

-¿No? -preguntó bajito y se acercó mucho más a mi. -¿NO? -me gritó de nuevo.
-No puedes hacerlo, papá. -lloré.
-Tú ni nadie me dirá que hacer. Acabo de decirte lo que pasará si no te alejas de Austin, está en tus manos.
-Me prometió que se divorciará. -lo miré con tristeza.

Papá caminó hacia el escritorio y tomó el periódico en sus manos.

-¿Como piensas que se divorciará si su esposa está esperando un hijo de él?

Levanté mi mirada y lo miré sin creerle.

-Te dijo una dulce mentira y tú como idiota se la creíste. -agitó el periódico en el aire para luego lanzarlo a mis piernas. -Felicidades Alison. Felicidades por ser la típica tonta enamorada que cayó en los viejos trucos de un casanova.

Con mis manos temblorosas tomé el periódico y con miedo lo miré. Me desplomé cuando vi las letras grandes y claras que decían:

"LA FAMILIA BASS SE AGRANDA. EMILY Y AUSTIN BASS FELICES POR LA LLEGADA DE SU PRIMER HIJO"

Seguido de una foto de Austin y Emily abrazados.

Dejé caer el periódico al suelo.
Un enorme hueco se había abierto en mi pecho y, un vacío infinito me invadió.
Me hundí en el silencio y en la decepción.
Sabía que papá me estaba hablando o regañando quizás, pero ya no me importaba absolutamente nada. Sus malditas palabras no me herían y ni me hacían sentir mal.
Y aunque él tenía razón, no quería dársela. Porque aún yo intentaba hacerme creer que todo ésta mierda era sólo una broma. No quería creer que ésta vez era la definitiva, que ésta vez en serio lo había perdido para siempre. No quería aceptarlo, joder. No quería.

Sin decir nada me levanté como pude y caminé hacia la puerta. No aguantaba un segundo más allí.

-Alison... -mi padre me llamó.

Volteé y lo miré.

-No te preocupes papá. -susurré. -Sacaré a Austin de mi vida, lo prometo.

Él asintió y me miró serio. Lo miré por última vez y salí de aquel lugar.

Caminaba con la mirada triste y perdida.
Los grandes ventanales de la empresa hicieron ver como las gotas de lluvia caían sin parar chocando contra el asfalto.

Metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta y seguí caminando hasta llegar a la salida. Susan me miró preocupada y yo solo pude dedicarle una mirada antes de salir.

Me vestí de aquella lluvia rápidamente.
La gente a mi alrededor corrían como locos buscando sus coches, tal vez, mientras que yo, no me importaba si me mojaba, ya no importaba nada.

Entré en mi coche y tomé el volante con fuerza, y juro que luché con todas mis fuerzas por no llorar, algo que se me hizo completamente difícil.
Y lloré, porque ese día otra cosa no podía hacer. Porque una chica como yo, que tiene el corazón hecho trizas, las ilusiones por el suelo, y la esperanza de ser feliz completamente rota, lo único que podía hacer era llorar.

Viejo Amor (Austin Bass y Alison Black) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora