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Tiempo después de haber llegado a Falmouth, Thomas se enteró de que el señor Chase había mandado un barco a la Isla Ducie.

Al parecer el hombre si cumplía sus promesas. Algo de lo que Thomas no podía decir lo mismo.

El barco había rescatado a los señores Chappel, Ray y Weeks.

El señor Joy era el único que había muerto.

Thomas seguía arrepintiendose, esta vez de no haber dejado a Lizzie en la isla, su egoísmo era la causa de muerte de la chica.

Aunque con el tiempo había logrado apaciguar su alma pensando en como Lizzie estaría descansando junto al señor Joy, en como estarían reunidos, como familia.

Con el paso de los años había aprendido a vivir con el dolor, se había acostumbrado al sentimiento de vacío en su pecho, a extrañar todos los días a alguien.

Incluso se había casado, tenía cierto cariño y aprecio por su esposa, pero la realidad era que no la amaba.

También abrio la tienda de barcos en botellas. Era la única promesa que le había hecho a Lizzie que si había cumplido -o al menos en parte-.

Claro, de hecho pondré una tienda de ellos, los míos serán los mejores de la región y tu podrás tener todos los que desees.”

Lo cierto era que había perdido el camino en un vago punto que el no podía recordar, había terminado hundiéndose en el alcohol, o al menos hasta que Melville fue a verlo.

Contar los sucesos omitiendo a Lizzie fue complicado, pero lo hacía sentirse como aquel chico de 14 años que guardaba un secreto, escabullendose por las noches para tener pláticas nocturnas con una chica de ojos azules.

En cuanto Melville salió de su casa Thomas le dijo a su esposa que necesitaba tiempo a solas, así que tomo un barco a Chile, la sensación de subirse a un barco despues de tanto tiempo fue extraña.

El viaje duro 3 meses.

Al llegar se dirigió al lado norte de la isla, el lugar tenía una bella vista, tal vez con la intención de minimizar la depresión que provocaba un panteón.

Tuvo que leer todas y cada una de las maderas que actuaban como lápidas, pues cuando sepultaron a Lizzie, el dolor de Thomas era tanto que no pudo encontrar la fuerza para ir.

Al encontrar el lugar Thomas limpio lo mejor que pudo la tumba, para después dejar unas flores y un barco dentro de una botella sobre esta.

Thomas paso todo el día ahí, contándole a Lizzie que había sido de su vida, las cosas que había aprendido y los miles de errores que había cometido, también se había disculpado por no haberla visitado en 35 años.

-¿Sabes?, van a escribir un libro inspirado en la historia del Essex, un hombre llamado Herman Melville va a hacerlo, me pidió que se la contará, aunque...no le hable sobre ti. Es estúpido pero...aún siento que es mi deber protegerte, siempre lo fue y no pude...no pude traerte a salvo, no regresamos a casa, lo siento, no sabes cuánto lo siento, haría lo que fuera por cambiar las cosas, pero no puedo.
Perdoname Lizzie.

En el corazón de mi tormenta || Fanfiction de Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora