17 - Kryptonita

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Sus miradas estaban a punto de iniciar la mismísima tercer guerra mundial. Ninguno se atrevía a ceder a pesar de que sus cuerpos se sentían tensos y a punto de colapsar.

Milésimas de centímetros eran los que separaban sus rostros desafiando a la tentación que desesperaba a Seijuro por sentir una vez mas aquel roce de labios. ¿Podía hacerlo? Tenía toda la libertad, pero algo se lo estaba negando. La presión que ella generaba mirándolo con tanto odio. Odio que por alguna razón depositaba totalmente en él. El simple hecho de siquiera querer intentarlo para él era como morder la manzana que lo expulsaría del paraíso.

—  ¿Qué es lo que estás haciendo entonces?  ¿De qué te escondes?

Akane quería romperle la cara de un cabezazo en ese instante. Esa maldita manía de provocarla ¿A dónde quería llegar?

—  ¿Qué estás esperando para ir al club y poner las cosas en su lugar? — agregó  — ¿No era eso lo que querías?

El tono de voz en Seijuro incitaba a matarse entre ellos de la manera que mejor quisieran. La respiración de Akane era atropellada, mientras la de él transmitía superioridad.

—  Sólo deseaba jugar como antes. ¡No me importaba ser la capitana! ¿Por qué de alguna manera siempre termino siendo el centro de atención?

Murmuró lo último más para si misma pero aun así llegó a oídos del pelirrojo.

—  Porque inconscientemente lo deseas, y porque tienes con qué.

— Claro que no. ¿Y tu por qué...? ¿Por qué desde un principio te acercaste tanto a mi? Eres alguien en boca de todos aquí también. ¿Por qué me buscas? ¿Por qué me pones tan nerviosa?

Cada "¿Por qué?" la llevaba a empujarlo con sus manos. Necesitaba alejarlo si quería mantener una postura firme. Todo lo que su mente la estaba castigando, se lo estaba cuestionando a Seijuro como si él fuese quien tuviese todas esas respuestas que tanto buscaba.

—  Porqué eres interesante, —atrapó una de las manos que lo alejaban y esa maldita costumbre de acariciar su mentón con la otra para tener total control de su mandíbula — y todo un misterio que quiero descubrir yo mismo.

Las piernas de Akane temblaban ante su tacto y podía jurar que iba a perder la consciencia sino fuese porque la furia que la estaba dominando era mas fuerte que el poder que remarcaba Akashi sobre ella. Su kryptonita. Así lo había definido su heterocromia y ella lo confirmaba.

Se atrevió.

Seijuro se atrevió a cortar la distancia que los separaba y luego de rozar sus narices capturó levemente la boca de Inoue como si fuese el dulce mas preciado en la Tierra. Ella apenas pudo reaccionar ya que no pasaron dos segundos que él se separó de golpe al sentir un choque eléctrico recorrer sus labios. Sus rostros perplejos indicaban que ambos lo habían sentido.

« ¿Qué demonios fue eso? »

—  No vuelvas... —susurró pasando el dorso de su mano por sus entumecidos labios —  No vuelvas a hacer una estupidez como esa.

Quién sintió escalofríos esta vez fue Akashi. ¿Desde cuando alguien podía hacerlo flaquear de esa manera? El tan nombrado "Emperador" estaba siendo desafiado por una niña, que a pesar de ser un año más grande que él, no podía aceptarlo. En su mirada, en esos ojos dorados, ahí estaba la respuesta a todo y él no iba a parar hasta que tuviera total control sobre ellos. Lo deseaba tanto, que si tenía que hacerla caer en su propia locura para así tenerla en sus manos, iba a hacerlo sin piedad.

Porque sus deseos y órdenes son absolutas. Porque él quería adueñarse de esa mirada. Porque él estaba obsesionado y ella ciega. Porque él quería salvarla, a su manera. Simplemente porque él quería.

—  ¿Quieres que vaya al club? Bien, lo haré. — dio tres pasos dejándolo atrás— Si quieren hablar de mi les daré con qué.

Akashi volvió en sí viéndola partir sin oponerse. Sus dudas no dejaban de ser dudas. El misterio que tanto quería resolver en ella cada vez era mas lejano e incoherente aunque una pequeña teoría floreció en su mente. Aquella actitud que ella acababa de demostrar frente a sus ojos sin su heterocromia, que ella no apareciera cuando él estaba cerca tal como venia ocurriendo; esos cambios parecían ser reveladores tanto para uno como para el otro, llamando el fin de una etapa en la vida de Inoue. Siendo esto algo totalmente negativo, ya que alguien más estaba naciendo ahí.


(...)

Su rápido andar entre los pasillos causaba que cualquiera que se cruzara en su camino tuviera que hacerse a un lado para evitar tener problemas. Su actual imagen en Rakuzan ya no era el de la chica nueva y tímida, sino que todos la veían como un fenómeno. Alguien de quien mantener distancia o podría sacarte los ojos cuando menos lo esperas. Hasta ese nivel de exageración habían llegado los rumores que se pasaban de clase en clase, de boca en boca. Y su presente actitud no le estaba ayudando a revindicarse en lo mas mínimo. Ya tampoco le importaba hacerlo. Después de todo Akashi tenía razón;

 «  si un monstruo es lo que ven, un monstruo les daré. »

Amo odiarte | Akashi SeijuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora