42 - Change

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Tal como Inoue Akane lo había ordenado y deseado, el primer partido del campeonato terminó en dos set. Si bien hubo entre quince y dieciocho puntos de diferencia, la peligris parecía estar bastante satisfecha con el resultado.

En la siguiente ronda fue igual y ya el nombre de "Rakuzan" comenzaba a hacer eco en el estadio.

Tomó un largo sorbo de su botella de agua y miró con sorna al resto del equipo que ingresaba detrás de ella al vestuario.

— No me digan que ya están cansadas...

¿Acaso no era obvio? Las chicas estaban dobladas en dos. Encorvadas apoyando todo el peso del cuerpo sobre sus rodillas y respirando con cierta fatiga. La pequeña libero, quien más entraba y salía de la cancha en cada partido, fue la primera en encarar a su capitana.

— No sé que demonios pasa contigo ¡pero no te abuses! No todas tenemos la misma resistencia que tu, nos estas obligando a seguir un ritmo por el cuál no fuimos preparadas; por eso mismo, por más de que lleves la camiseta de capitana no tienes la autoridad de explotarnos luego de no haber aparecido ni en una sola práctica antes de las nacionales.

El silencio colmó el lugar, dejando boquiabierta a todas las chicas que no se atrevían a cuestionar a su capitán. Ella iba a hacerlo porque su personalidad se lo permite y no tiene un solo pelo en la lengua que se lo niegue.

Akane encorvó sus labios hacia arriba, dibujando una sonrisa bastante difícil de describir.

— Entonces no se sientan dignas de estar aquí.

El desprecio resplandecía en las miradas hacia ella, y la libero parecía no haber terminado.

— Al fin y al cabo, eras igual a ella.

Golpe bajo. Era claro que hacía referencia a la ex-capitana del equipo, la misma que ella derrocó.

— Fue suficiente. —intervino finalmente el coach— Mantendrán el ritmo un poco mas bajo que el anterior partido. —la peligris lo miró estupefacta —Si bien quiero que ganemos este torneo, arriesgar la salud de mis jugadoras no es algo que parezca ser necesario a esta altura. Así que, será mejor que abstengas tu energía, Inoue.

La mencionada presionó la botella en su mano ofuscada. No quería aceptarlo. A ella nadie le decía como jugar, no quería límites y mucho menos personas a las cuales rebajarse. Ese era el contradictorio pensamiento de esta Inoue.

La libero sonrió con victoria, pero esa sonrisa se borró al ver como su capitana escupía una escondida risa tras una leve reverencia.

—Como usted desee, coach.

Algo olía mal detrás de esas ambiguas palabras.

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El primer saque del siguiente partido lo tenía Akane nuevamente. Ahí estaban otra vez esos servicios eufóricos y sin piedad. Sus contrincantes ya la habían estudiado de pies a cabeza, pero no era lo mismo verlo desde afuera que tener que ser víctima de esos ataques.

No pudieron recepcionarlos, y así fue hasta obtener cinco puntos. Era tan frustrante.

Pero algo pasó en el quinto servicio de Inoue, cuando aterrizó de su salto, una de sus rodillas hizo un extraño movimiento. No fue flexionada y al caer recibió todo su peso de lleno, generando una mueca de dolor en su rostro sin perder su oscura sonrisa. Sólo dos pares de personas se dieron cuenta de aquello entrando en alerta.

— No puede ser...—murmuró Yukio hecho piedra.

— ¿Viste lo mismo que yo? —le prosiguió Kise entrando en pánico— Su rodilla... ¡Eso debió doler mucho! ¿Por qué no detienen el partido?

Amo odiarte | Akashi SeijuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora