Amo odiarte | Akashi Seijuro

33 - Listen

¿Alguna vez oyeron hablar sobre "El hilo rojo"? Esa conexión entre almas que ni la distancia más larga puede romper. Algunos lo llaman karma del bueno, otros simplemente lo llaman una coincidencia. La vueltas que puede dar la vida de ponerte en el mismo lugar una que otra vez. Intencionalmente masoquita, si es que siempre intentas huir; inconscientemente deseado.

Un pasillo desolado, dónde sólo sus respiraciones eran responsables de cualquier sonido.

Ella le daba la espalda mientras intentaba recuperar el aire tras la corrida de hacia unos segundos. En realidad, intentaba no mirarlo a los ojos. Erigió su cuerpo y encaminó a la salida, pero su voz ronca la obligó a detenerse, causando que sus pulsaciones aceleren.

— ¿Qué estás haciendo?

Lo que menos deseaba era mirarlo y mucho menos dirigirle la palabra, pero tenía que ser consciente de que no iba a ser sencillo.

— ¿Yo? ¿Qué crees que estás haciendo tu? ¿Por qué interferiste?

Dos segundos basados en un eterno silencio. Inoue se oía molesta, irritada. Presionaba sus puños conteniendo sus impulsos de darse la media vuelta y dejarse devorar por sus heterocromia.

— No lo sé... fue un impulso.

La peligris pudo percibir confusión en sus palabras, generándole así más intriga.

— ¿Impulso? ¿Acaso quieres que te descalifiquen? Te salvaste la otra vez con el chico del Seirin, ¡pero esta vez había mucha gente!

Cuestionó y fue entonces cuando oyó la respuesta que la sacudía de remordimientos sinceros.

— ¿No es eso lo que querías?

Se quedó boquiabierta, vaya uno a saber cuantos segundos. En su interior, una parte de ella pedía a gritos que lo encarara, el otro que simplemente huyera de ahí.

— Claro que deseo que pierdas, — obedeció a la primera— pero en tu propio juego, por tus propios actos, no por algo donde yo esté involucrada. Y mucho menos por una pelea que yo misma generé.

Si bien la heterocromia de Seijuro estaba presente, sus ojos no eran violentos al mirarte. Intentaban comprenderte, como un niño que mira a su madre luego de que por accidente rompiera algo, o se le cayera su helado, cuestionandose por qué a él.

Akane intentó mantenerse al margen de ese extraño sentimiento que le generó verlo así. No confiaba en él, porque sentía que en la primera que ella deje su piel al descubierto él la quemaría con una estridente risa burlándose. Lo hizo tantas veces que no le sorprendería.

— Aún así, no pude evitarlo. Sí ese hubiese sido el plan te hubiera salido perfecto, porque cuando vi a ese tipo tocarte tan solo el brazo quise asesinarlo.

Ahí estaba, por dios, en un instante su mirada había cambiando a tal punto de erizarte cada rincón del cuerpo y esa sonrisa, temer por tu vida.

— ¿Estás siquiera escuchando lo que dices? —no tenía que mostrar señal alguna de temor, sorprendentemente  se negaba — Además te saqué de allí ¿cierto? Que te quede claro que por Hayama y el resto del equipo fue que lo hice. No por ti.

— Lo sé, lo tengo tan en claro que puedo sentir cómo duele.

‹ ¿"Duele"? Maldita sea, ¿sigue jugando conmigo? ¡Tu fuiste quien avaló la idea de alejarme de tu vida! Si duele ¿por que me dejaste ir? ›

Inoue se dio media vuelta dispuesta a  marcharse, para evitar hacer alguna estupidez o mismo golpear al pelirrojo. Con impotencia atorada en su garganta, con ganas de gritarle todo lo que estaba pasando dentro de ella.