34 - Let me be

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Tenía que estar bromeando.

— ¿Qué has dicho? — guardó silencio unos segundos para encontrar un misero motivo para obedecerle, el cual no encontró. — Repitelo. ¡Mirame a los ojos y dime que me vaya, maldita sea!

Ofuscada y furiosa lo tomó del cuello de su camiseta obligándolo a mirarla a los ojos. Lo dejó sorprendido y sin habla, sin sentirse capaz de responder a su pedido.

¿Deja-vu? Era la primera vez que Akane, ésta Akane dominante frente a sus heterocromia lo desafiaba.

— No vuelvas a pedirme algo así. —agregó rogándole a hilo de voz — Dejame una vez ser quien te sostenga. Yo te fallé el año anterior y eso es algo que jamás me voy a perdonar, no me lo permitas.

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El año anterior, el Kaijo fue derrotado en las preliminares del Inter-escolar. Cuando el equipo iba a la cabeza por un punto y, según voces, Kasamatsu no marcó bien a su oponente, permitiendo que el contrario se lleve la victoria.

Ese remordimiento lo había llevado a tomar la difícil decisión de abandonar el club, pero su entrenador no lo permitió y lo convirtió en capitán luego de que el muchacho recapacitara y jurara al año siguiente conseguir el título que, según él, por su culpa el equipo no había conseguido anteriormente.

¿Dónde cae Inoue en todo esto? El día de aquel partido, ella no fue a apoyarlo porque sus compañeras de equipo, en aquel entonces, la "secuestraron" para celebrar su avance a las nacionales de voleibol. Competencia que al otro mes ellas ganarían.

El día de aquella derrota, ella había corrido como nunca en su vida, porque deseaba gritar y alentar a todo pulmón durante todo el partido, tal como siempre lo había hecho y él la terminaba regañando por ser tan ruidosa y avergonzarlo, pero el estadio estaba vacío. Inoue había llegado muy tarde.

Lo buscó por todo el edificio, fue hasta su casa pero no habían señales del azabache. Sus llamadas no eran atendidas, sus mensajes no eran respondidos. No supo nada de él hasta dos días después que lo cruzó en la academia. Ambos parados frente a frente, sin decir una sola palabra hasta que el primer accionar lo tomó Kasamatsu, acercándose a ella para acariciar su cabello gris.

¿Por qué hacía eso, como si la estuviese conteniendo a ella? ¿Por qué?

Los ojos de Inoue se cristalizaron a la par que atrapaba su cuerpo rodeándolo con sus brazos y susurrando un millón de "Lo siento".

— Oye, —llamó su atención tomando sus mejillas para acercarla lo suficiente a su rostro y así enseñarle una perfecta sonrisa — ¿Qué es lo que tanto lamentas? Niña tonta.

Su voz se oía ruda como siempre que la molestaba, pero dulce y partida en dos a media oración. La peligris lo miró directo a los ojos pero no se sintió capaz de decir nada. Esa cercanía, era débil y peligrosa. Triste y necesitada.

Un soplido la volvió en sí dejándola perpleja. Acababa de arruinar el momento, pero cayó en la realidad remarcando en su mente la palabra "peligrosa".

— ¿E-eres tarado? ¡No vuelvas a hacer algo tan tonto como eso!

Se separó nerviosa y Yukio comenzó a reír al ver lo colorado que se había puesto el rostro de su mejor amiga y lo avergonzada que estaba. Le dio tanta ternura que volvió a abrazarla con fuerzas y zamarrearla con diversión. Sólo quería molestarla más.

— ¡Sueltame! ¿Qué clase de monstruo eres? ¿Qué hiciste con el idiota que vive maltratándome y yo considero mi mejor amigo?

Yukio carcajeó una última vez y volvió a mirarla con serenidad sin perder esa sonrisa que la había cautivado.

—  No tienes nada que lamentar. No permitiré que esto vuelva a ocurrir.

Inoue ladeó su cabeza.

— ¿Te refieres a ser lindo conmigo y en vez de concretar un hermoso beso, soplar aire en mi cara o qué?

Otra vez el azabache río ante su sarcasmo momentáneo, ella sintió calidez de su mirada. Adoraba hacerlo reír así ya que no era algo que él hiciera cotidianamente frente a todos.

— Prometo no volver a dar un paso hacia el costado, y mucho menos mirar hacia atrás.

Akane se sorprendió de aquello, pero se alegró también. Sabía que Yukio era alguien fuerte y que no permitiría que un error le cueste el gran talento que tiene.

— Me hace muy feliz oírte decir eso. Eres un jugador increíble. No te des por vencido nunca.

Tras ese aliento, ella estiró su meñique en una señal de sellar esa promesa y esas palabras. Yukio juntó su dedo con el suyo y regalándose otra sonrisa cómplice todo retomó su rumbo.

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— Lo prometiste. —susurró soltando su camisa — ¡Si no vas a cumplir tu promesa por lo menos dejame obligarte a hacerlo!

— Ino...

— ¡Porque eso es lo que hacen los amigos! No tienen que esconderse de ellos mismos, tienen que apoyarse, tienen que estar ahí el uno para el otro, en las buenas y en las malas ¡Tu me enseñaste eso! Así que, por favor no vuelvas a pedirme que me vaya cuando estás así, porque cuando yo lo hice tu no te alejaste de mi. ¡No pretendas que yo lo haga!

Yukio agachó su mirada meditando todo lo que ella acababa de decirle. La sinceridad y el dolor que le transmitió el sentir que la estaba rechazando cuando ella más deseaba permanecer a su lado. Yukio se sintió bendecido por tener a alguien como ella a su lado.

— No vuelvas a decir que me has fallado cuando jamás lo has hecho.

Akane lo miró con sorpresa. ¿Por qué insistía en que ella no había cometido el error que sentía?

— Por dios ¿Cuándo te volviste tan genial? — sonrío con orgullo llevando una mano a su rostro, dejando perpleja y confundida a su amiga.

Realmente no entendía nada.

— ¿Te golpeaste la cabeza o algo?

Cuestionó preocupada pero fue callada por sus brazos rodeando su cuello para dejar su cabeza pegada a su pecho. Inoue contuvo la respiración del susto que le ocasionó esa inesperada reacción y fue entonces cuando volvió a oírlo sollozar sobre ella. La peligris se aferró a su torso cerrando con más fuerza ese abrazo.

— Siempre te necesitaré conmigo. Odiosa y todo, eres la mejor amiga del mundo y estoy muy orgulloso por eso.

Esta vez los ojitos de Inoue se cristalizaron a tal punto de negarse a romper, quería hacerse la fuerte frente a él, a su debilidad. Pero la realidad era que ella también deseaba llorar con todas sus fuerzas, lo necesitaba. Porque eso es lo que ocurre cuando mantienes tus sentimientos bajo llave por tanto tiempo y encuentras el lugar perfecto, con la persona perfecta para dejarlos ir.

Su corazón no dejaba de ser un desmadre, su cabeza una batalla naval sin poder hundir barcos, sin estrategias, todo fuera de su alcance. Sólo le quedaba esperar que su oponente hiciera la siguiente jugada, la cuál podía destruir toda su navegación de un solo golpe o pedir tregua, entregándose en cuerpo y dos almas.

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Se viene el final, mis amores :'v
No quiero llorar, amo tanto escribir esta novela pero... todo tiene un final, todo termina 🎶 :c

No, es cierto, me voy a llorar al rincón <\3

Amo odiarte | Akashi SeijuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora