5 - Mi nombre es...

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Está de más aclarar lo asustada que estaba Akane. Aun estando en el baño, tomó su celular y marcó el número de Kasamatsu sin obtener una respuesta del otro lado. Sus manos temblaban, tanto que apenas podía mantener aquel aparato entre sus dedos. Maldijo repetidas veces sin tener éxito de contactarse con su amigo, la persona que podía calmar sus aguas y confiarle que todo estaría bien.

« ¿Qué ocurriría si ella no se digna a aparecer mañana? »

« ¿Qué ocurriría si pierdo y quedo marcada de por vida como una imbécil impulsiva? »

Entre tanta desesperación dentro de su cabeza, Akane abrió el grifo y metió su cabeza debajo del agua fría para neutralizar aquellos malditos pensamientos.

Todo su cabello había terminado empapado, no le importó en lo más mínimo. Volvió a mirarse al espejo y su ojo oscuro había vuelto a la normalidad. Miró su celular en busca de la hora y colgó su mirada en aquella borrosa foto que tenía de fondo de pantalla. Ella y Kasamatsu riendo en la final de las nacionales de voleibol donde su equipo de Kaijo había salido campeón. Ella había sido una campeona.

El corazón de Akane dio un triste suspiro y se dedicó a dejar aquel lugar para encaminarse al cicloparqueadero por su bicicleta e irse a casa. El sol comenzaba a perderse por el horizonte, por lo que prácticamente sólo su amiga de dos ruedas quedaba ahí.

Soltó su candado y caminó a su lado hacia la salida, pero algo la detuvo. Una corazonada.

¿Podía simplemente irse a casa siendo consciente de lo que le esperaba mañana a primera hora?

Definitivamente no podía, no podía darse ese gusto de depender de alguien más. Volvió a encadenar su bicicleta y corrió hacia su casillero. De ahí sacó su amado balón de voleibol y se dirigió a donde estaban todos los pabellones de los clubes deportivos. A esa hora alguno tenía que estar vacío.

Fue entonces cuando se encontró con un pabellón a oscuras pero con las puertas abiertas. ¿Alguien había olvidado cerrarla?  Se adentro y encendió las luces. Se trataba de una cancha de básquet. Una enorme con pequeñas divisiones que hacían que esa sola cancha se convierta en otras dos. Exactamente igual a la del instituto Kaijo. Akane comenzó a sentirse un poco melancólica, aquello le recordaba mucho a Kasamatsu, pero entonces ella volvió a sacudir su cabeza. Se negaba a seguir dependiendo de el ahora.

Ni siquiera se tomo la molestia de ir por su ropa deportiva, al fin y al cabo está sola y no tenía mucho para hacer sin una red de por medio. Solo iba a practicar saques utilizando la altura de uno de los aros de básquet en la cancha principal.

Y así comenzó, realizando todos tipos de saques, desde flotantes hasta saques de abajo. Los saques con salto con fuerza eran los mejores para ella, pero no le estaban saliendo nada bien, ninguno. ¿Seran los nervios?

« ¿Te das cuenta de lo inútil que puedes llegar a ser? »

‹  Callate. No me molestes. ›

« Sabes que sin mi no puedes hacer siquiera un saque de abajo descente. »


—   ¡No quiero oírte!

Gritó haciendo un gran eco en el pabellón cerrando sus ojos con fuerza. Estaba ocurriendo de nuevo.

—   Pero si no te he dicho nada aún.

Aquella voz sonó exterior… ¿Quien?

Akane levantó su mirada asustada ya que realmente creía estar sola, pero notoriamente estaba equivocada. Sus ojos bicolor se encontraron con otros ojos bicolores. Se sintió dentro de una pesadilla en ese momento.

—   ¿Quién… quién eres?

Un muchacho prácticamente de su misma estatura, y cabello de un rojo poderoso, la observaba desde la puerta. Este se acercó hasta quedar a su lado mientras Akane por inercia dio unos pasos hacia atrás.

—   Mi nombre es Akashi Seijuro. ¿Quieres decirme porque estás en una cancha de básquet entrenando para voleibol? Extraña.

—   ¿Ex… extraña?

«  ¿Este tipo acaba de llamarme “extraña”? ¿Cuál es su maldito problema?  »

‹  Suficiente, golpealo o yo lo haré. ›

—   Sí, verás… no se tu nombre.

—   ¡Entonces preguntalo! ¡No me pongas apodos!

Akashi no respondió, simplemente siguió mirándola con intensidad y curiosidad, descolocando cada sentido en Akane, pero aun así se mantuvo controlando a la otra.

—   Mi nombre es Inoue Akane, y estoy aquí porque no fui muy bienvenida en el club de voleibol. — o al menos eso creía — Estoy aquí porque mañana voy a darle una paliza a todas esas mediocres que se hacen llamar equipo.

Las pupilas bicolor de Inoue se clavaron en los ojos del muchacho pero sin moverle un pelo. Mayormente cuando eso ocurría, la otra persona daba un respingo del miedo. El ojo oscuro de Akane solía transmitir eso, miedo. Sin embargo, el ojo anaranjado de Akashi parecía neutralizarlo por completo, cosa que desesperaba a aquel ser.

—   Interesante, Inoue. ¿A qué se debe ese pleito?

La observó con curiosidad. Aquella no tenía interés en darle explicaciones, por lo que volvió a lanzar el balón al aire y tras tomar carrera con una enorme potencia, lo golpeó con la palma de su mano estrellandolo contra el borde del aro. Lo que no calculó fue el efecto rebote que esa acción tendría. El esférico voló directo al perfil de Akashi, ella quiso morir en ese instante, ¡iba a golpearlo!

Exactamente.

Iba a golpearlo.

Él levantó su mano derecha y atrapó el balón entre sus dedos, dejando a la peligris petrificada ante aquel reflejo.

—    Te hice una pregunta.

El aire que emanaba aquel chico era muy autoritario, como si le estuviera dando una orden a Akane para responder. Pero fue entonces que su alma dejó aquel lugar dándole todo el poder a sus ojos marrones.

—   Y yo no tengo la obligación de responder. ¿Acaso te crees mi maldito padre para pedirme explicaciones? No tengo idea de quién eres y tengo mucho trabajo que hacer aquí para que estés interfiriendo.

La postura de Akane era la que ahora dominaba y no tenía planeado abandonar. Y notoriamente Akashi tampoco.

—   Ya te dije quien era, y te agrego un dato más, soy de primer año y soy el capitán del equipo de básquet. Deberías respetarme.

La muchacha de ojos oscuros comenzó a balbucear mientras sus hombros subían y bajaban con frenesí, ella estaba riendo.

—   ¿Re-respeto? —   continuó perdida entre risas desquiciadas —   Bueno, tal vez no deba burlarme tanto de usted, majestad. Pero yo soy de segundo año y mañana a primera hora me convertiré en la capitana del equipo de voleibol. Veremos quien tendrá que respetar a quien... Además, —   se acercó esta vez más a él, dejando su rostro a escasos centímetros del suyo —   yo sé quien eres realmente. La familia Akashi es la competencia empresarial de la familia Inoue. No intentes jugar con esta dulce niña porque a ella no le interesa en lo más mínimo esa estupidez de los negocios.

Amo odiarte | Akashi SeijuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora