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4 horas han pasado y Noah no regresa. ¿Debería llamarlo? Pienso teniendo mi celular en la mano, busco su número pero tengo ganas de golpearlo al escuchar su tono de llamada en la cocina, el tonto olvidó llevárselo.

6 horas han pasado y no tengo idea de donde puede estar Noah. ¿Le habrá pasado algo? No puedo llamarlo ya que olvidó su móvil y también le comuniqué a los demás de su desaparición pero no pueden hacer nada ya que están en el trabajo y me aseguraron que tampoco no lo han visto.

–No puede tardar horas en ir a buscar comida. –digo serio mientras me coloco mi abrigo, planeo ir a buscarlo y traerlo de nuevo. No puede dejarme solo.

15:39, en mi coche:
–Debe estar en su casa. –murmuro dando una vuelta a la izquierda para ir a esa dirección. Tal vez extrañó a sus padres y quiso venir de visita, pero porqué no me lo dijo. Hubiéramos venido juntos y así podría conocerlos.

Yo estaciono el auto cuando me encuentro frente a la casa, rápidamente me doy un vistazo en el espejo para ver si todo está en orden y me armo de valor para salir del coche y caminar hacia la casa. La construcción es un poco antigua y al estilo americano, el jardín se ve muy bonito y el vecindario parece agradable.
Doy unos golpes a la puerta cuando me encuentro a unos pasos de ella, antes de venir aquí comencé a sentir esa conocida presión en mi pecho pero ahora desapareció, eso quiere decir que Noah está aquí.

–Buenos días. –respondo cuando una mujer omega abre la puerta. Ella debe ser la madre de Noah.

–Buenos días ¿En qué puedo ayudarlo? –me sonríe de una manera tierna, su olor a bayas y flores silvestres llegan hacia mi nariz haciendo que me sienta relajado.

–Bueno, verá... soy un amigo de Noah y... –en ese momento siento como todo el aire de mis pulmones se extingue haciendo que retroceda y busque desesperadamente oxígeno. Mi cuerpo tiembla hasta que consigo recuperarme mientras la mujer me sostiene del brazo y me pregunta preocupada que si me encuentro bien.

–Casi te desmayas. –ella toma mi mano para hacerme entrar a la casa rápidamente, me ordena que me siente en el sillón y así lo hago mientras trato de controlarme. ¿Noah no está aquí? Es por eso que siento esto ¿Verdad?
Pero esto es diferente a las otras veces que estábamos separados y el lazo nos hacia sufrir, no, esto se siente como un vacío, siento como si hubiera perdido algo pero no sé qué.

–Gracias. –digo apenas cuando la mujer me entrega un vaso con agua. Yo bebo todo el contenido pero aún siento ese vacío. Y no me gusta nada.

–¿Ya estas mejor? Puedo llevarte a un hospital.

–No quiero molestarla señora. Sólo venía a ver a Noah. –digo sonriendo pero termina siendo una mueca. ¿Por qué me siento así? No es dolor.

–Ya veo, lo llamaré. –lo sabía, él está aquí –Eres la segunda visita que tiene en este día. –comenta ella subiendo los primeros escalones mientras yo permanezco en la sala. Allí hay varias fotos por las paredes pero sólo una llama mi atención, es una en donde un pequeño Noah de 6 años empuja en el columpio a una niña.

–Debe ser su hermana. –supongo manteniendo mi vista en la foto. Entonces escucho los pasos de la mujer que regresa y viene acompañada con Noah. Al fin, creí que le había pasado algo malo. ¡Lo voy a golpear por haber tardado mucho!

–¿Qué quieres? –me pregunta sin siquiera mirarme. ¿Qué le pasa? Yo debería estar molesto, a mí me rompieron el pene.

–No regresabas a sí que supuse que estabas aquí. –contesto poniéndome de pie pero algo anda mal. Yo no siento nada, quiero decir que... no puedo saber lo que él siente o porqué se comporta de esta manera. No puedo entenderlo.

–Bueno, ya me encontraste. –contesta cruzando sus brazos –Pronto iré a buscar mi ropa de tu departamento, no te preocupes.

–¿Tu ropa? Pero...

–Volveré a mi casa. –me interrumpe –Ya no quiero ser una molestia así que vine para arreglar de nuevo mi cuarto. –agrega manteniendo su mirada neutral. ¿Qué es esto? No entiendo nada. ¿Por qué volverá?

–No eres una molestia, además no p-podemos... –guardo silencio al reconocer lo que siento, es el lazo, lo sé. Ya no está –¿Q-Qué hiciste? –le pregunto apretando los puños, él había dicho muchas veces que no quería tener un lazo con nadie por eso accedí a tener las citas. Noah tampoco quería marcar a alguien más y es por eso que yo debía hacerlo. Pero ahora rompió nuestro lazo para poder estar con alguien más.

–Lo estuve pensando y decidí romper el lazo. –lo confirma haciendo que agache la mirada, el interior de mi pecho ande, es como si tuviera un agujero negro que me destruye por dentro.

–Pero no querías tener un lazo con nadie. Además nosotros lo hablamos. –hablo manteniendo mi tono de voz pero es difícil ignorar el dolor, poco a poco me voy desmoronando y debo fingir que todo está bien para no ser la burla de Noah. Que patético.

–Si pero el lazo no nos permitía pensar con claridad. –contesta apuñalado mi alma con esas palabras, yo si sabía de lo que estaba hablando perfectamente, me rendí al lazo, me rendí a él –Así es mejor Izan, todo volvió a la normalidad. –sus manos tocan mis hombros pero yo me aparto teniendo la mirada en la nada.

Mi interior está revuelto por la mezcla de emociones que me golpean, siento odio, rabia, tristeza, ansiedad, cansancio y ese maldito vacío que crece y crece. Sin siquiera despedirme salgo de la casa a pasos lentos, subo a mi auto y conduzco a mi departamento. Al llegar me encuentro con un lugar oscuro y frío, a pesar que el lugar es pequeño me siento como si fue el último hombre en la tierra. Solo. Sin nadie a mi alrededor.

Los recuerdos de como era mi vida antes de estar enlazado vienen a mi mente. Siempre me levantaba temprano para ir al trabajo, hacía todo lo que me encargaban. También hablaba con los demás, Natalia siempre me tuvo un profundo odio sin que yo supiera porqué. Ellos me comentaban de fiestas los fines de semana pero yo no podría porque ayudaba a Claudia con el invernadero. Me la pasaba todo el día hablando con las plantas, rodeado de flores pero no de personas.
Luego, al terminar el día, volvía a mi departamento. Comía sólo, en silencio, para después tomar una ducha e ir a la cama. Siempre la misma rutina. La misma soledad.

Cuando Noah llegó cambio por completo eso, ya tenía a alguien que pudiera hacerme compañía, alguien con quien hablar en el auto o en el departamento. Alguien con una conexión especial que sabía lo que sentía o lo que pensaba sin necesidad de que lo dijera. Pero ya no está, el lazo está roto y esa maldita soledad regresó.

Sin importarme comienzo a romper todo lo que se cruza en mi camino, la mesa las sillas, pateo con todas mis fuerzas el refrigerador, luego arrojo el microondas al suelo, los vidrios estallan cuando los golpeo con mis puños

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Sin importarme comienzo a romper todo lo que se cruza en mi camino, la mesa las sillas, pateo con todas mis fuerzas el refrigerador, luego arrojo el microondas al suelo, los vidrios estallan cuando los golpeo con mis puños. No me interesa el dolor que siento en los nudillos ni los cortes que tengo en mis brazos, ya nada me importa. A Noah tampoco le importo –Me cambió por alguien más. –me digo tratando de contenerme pero finalmente comienzo a llorar y no puedo detenerme, termino arrodillado en el suelo y doy unos golpes al piso con la poca fuerza que me queda.

Este vacío es aún más insoportable que el dolor que sentía cuando Noah y yo nos separamos. Ahora quiero buscarlo, decirle la verdad y gritarle que lo quiero. Decirle que no hace falta un lazo para que sienta lo que siento –No funcionará. –mi conciencia hace que caiga en la cruel realidad, si grito a los cuatro vientos a Noah no le importará ya que está enlazado a otra persona y es imposible no que sienta algo por ella.

Se acabó.

Un Lazo Diferente (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora