A través de la ventana [RESUBIENDO]

SEIS

Comencé a escuchar golpes bruscos contra mi puerta, pareciendo que la iban a echar abajo y haciendo que saltase de la cama desubicada ante tanto alboroto.

—¡¿Que- qué pasa?!— grité mientras me frotaba los ojos para poder verlo todo con más claridad.
—¡AMY! — gritaron mi nombre.

En dos zancadas me acerqué la puerta, quité el pestillo y abrí del tirón, provocando que Ferlu cayese de bruces contra el suelo.

—¡¿Qué demonios pasa?!— le pregunté mientras lo veía levantarse.
—Llevo como una hora llamándote y no contestabas— se sacudió la ropa.
—¿Ha pasado algo?— le pregunté mientras me recogía el pelo en un moño mal hecho.
—Tu hermano me dijo que llegaría tarde del trabajo y que te avisara— hizo una pausa— y también que cuidara de ti— susurró por lo bajo— no tan bajo—, esto último.

Me crucé de brazos y me apoyé en la pared mientras suspiraba, ¿y para decirme todo eso tanto escándalo?

—¿En serio?— le pregunté.
—Si— afirmó inyectando sus retinas a las mías con intensidad.

Solté un bufido mientras sonreí irónicamente.

—¿Y se supone que así es la forma que tienes de "cuidarme"?— dije esto último haciendo las comillas con los dedos.

Me miró sin entenderme, lo que me dio a pensar que a veces hablo con un cavernícola.

—Lo único que has conseguido con eso es que casi me dé un infarto— me llevé la mano al pecho.

Se hizo el silencio.

—Bueno...— me puse nerviosa ante el silencio, no sabía si era porque estaba a solas con Ferlu o porque estaba a solas con Ferlu, en MI cuarto— ya puedes irte, estoy bien— le hice un gesto con la mano para que se largase de mi cuarto.
—A veces también me llamas la atención cuando te sonrojas— comenzó a acercarse a mí.

Lo miré alzando una ceja. Empezaba a pensar que el tío no era tan perfecto como pensaba y que se estaba riendo ya demasiado de mí.

—¿Qué dices?— le pregunté entre avergonzada por lo que había dicho y nerviosa porque se estaba acercando demasiado. 
—Me atraes Amy, ¿cuesta tanto entenderlo?— ya me había acorralado contra el escritorio.

Tragué saliva, no entendía nada, ayer huyó de mí cuando le dije que lo quería de verdad y hoy me saltaba con esto. Estoy realmente confusa.

—No te entiendo Ferlu— negué mientras mis manos buscaban algo sobre el escritorio con lo que defenderme por si llegara a pasar algo.

—No lo entiendas entonces— comenzó a besarme el cuello— sólo déjate llevar— me mordió el lóbulo de la oreja.

Esto se estaba yendo de las manos, pero, desgraciadamente me estaba gustando...

Me miró fijamente con sus ojos embaucadores y comenzó a besarme con deseo, claramente ante esta situación no pude resistirme y le correspondí. Pasó sus manos por debajo de mi camiseta, acariciando mi espalda con suavidad.

—Tú también lo estabas deseando— dijo cuando paró de besarme y se apartó de mí.

—¿Qué pasa?— pregunté desconcertada.
—Eres igual de fácil que todas las demás chicas con las que me he acostado— concluyó sin ningún atisbo de vergüenza.

<<¿Qué?>>

Me quedé de piedra.

—Tan tímida y fuerte que aparentas y luego mírate— me señaló de arriba abajo con una sonrisa arrogante— solo eres una perra en celo buscando rab...

Antes de que acabase la frase, me acerqué a él con tal furia que le pegué con el diccionario que había cogido del escritorio por si las moscas, haciendo que su cara se girase casi como la de la niña del exorcista.

—¡GILIPOLLAS!— le grité con rabia.

Vi que se llevó la mano a la mejilla donde le había dado el golpe.

—Zorra estúpida— escupió sangre de la boca.

Aún con la rabia acumulada, le di una patada en el estómago haciendo que se retorciera del dolor y lo empujé fuera de mi habitación, viéndolo caer de culo al suelo ya que no podía sostenerse en pie.

—Eres un maldito gilipollas Ferlu, ¡UN HIJO DE LA GRAN PUTA! — le insulté cabreada y cerré de un portazo colocando después el pestillo.