NUEVE

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—¡AMY!— oí de fondo que me estaban llamando a voces.

Me removí en la cama molesta.

—¡AMY!— escuché de nuevo mi nombre, pero más de cerca.

Acabé abriendo los ojos ante la insistencia de no dejarme dormir tranquila, me coloqué boca arriba y suspiré molesta. Acabé levantándome de la cama y al apoyar mi mano sobre ella, escuché el sonido de un papel arrugarse, ante el susto, mientras que con la otra mano libre me frotaba los ojos, con la otra cogí el papel y me lo coloqué frente a los ojos.
Pude descifrar después de aclarar mi vista que había algo escrito: "Gracias Amy, te debo una. Zael"

Miré a mí alrededor tras leer la nota, se había ido tal y como me dijo, pero, su ropa mojada estaba en mi habitación.

Sonreí.

Llamaron a la puerta haciendo que me sobresaltase y en un acto reflejo coloqué la ropa de Zael bajo mi cama y guardé la nota entre las páginas de uno de mis libros.

—Amy llegas tarde al instituto— escuché la voz de mi hermano tras la puerta.

<< ¿Eh? >>

Le abrí la puerta y al verle apoyado en el marco, lo miré confundida al haberle oído decir aquello.

—El otro día te dije que esta semana era de recuperaciones— le contesté con voz de manolo, ya que me acababa de levantar, carraspeé— no tengo que hacer ninguna, así que déjame dormir— iba a cerrar la puerta, pero Zuro la paró con la mano que tenía libre.
—Mejor me lo pones— me sonrió y lo único que pude hacer fue suspirar resignada— acompaña a Ferlu a buscar trabajo— señaló con el pulgar detrás suya y justamente Ferlu salía de la habitación con cara de adormilado.

—¿Qué?— se le oyó decir, seguramente al haber escuchado su nombre.

Zuro se giró para verle —Mi hermanita te va a acompañar a buscar trabajo— me cogió del moflete divertido y le aparté la mano de un manotazo— porque veo que a este ritmo no vas a hacerlo por tu cuenta— volví a intentar cerrar la puerta a la fuerza dándole a entender que no iba a ir, pero mi hermano no me dejó hacerlo.
—Que se busque la vida el sólo— me negué cuando vi que no podía contra él.
—Amy, no me hagas quemar uno de tus libros— me amenazó y me llevé la mano al pecho ante la gran punzada que me había provocado.

Eso realmente me había dolido.

—¿¡Pero ahora qué he hecho!?—me enfadé— ¡siempre acabo yo pringada en la mierda de los demás!— me mordí el labio con fuerza.
—Puedo hacerlo solo— habló Ferlu frunciendo el ceño y restándole importancia con un gesto de mano.
—Tú te callas— le ordenó Zuro, después me miró a mí— vístete.

Y nos dejó mi hermano a los dos plantados mirándolo mientras bajaba las escaleras. Alcé la vista cuando lo vi desaparecer y me encontré que Ferlu me miraba. Cerré de un portazo aún enfadada.

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—Hola buenos días— entramos a una tienda de ropa que necesitaba un dependiente.
—Buenos días— contestó amablemente una mujer que había tras el mostrador.
—Hemos visto que necesitáis un dependiente— le pegué un pisotón a Ferlu, quien no estaba haciendo nada por la labor; se quejó y después miró a la mujer con una sonrisa fingida. Rodé los ojos.
—Así es — contestó la mujer frunciendo el ceño.
—Este chico busca trabajo— lo miré y con la mirada le indiqué que se presentara.
—No me interesa— fue lo primero que dijo.

La mujer dejó de hacer lo que estaba haciendo para mirarlo mal y no me extrañaba, yo en vez de mirarlo mal le hubiese echado ya de ahí.

No pude aguantarme y acabé pegándole un puñetazo en la cabeza para después agarrarle del cuello del chaquetón.

—¿¡Qué haces!?— me gritó dolorido llevándose la mano hacia donde había recibido el golpe.
—Sentimos las molestias, ya nos vamos— le dije a la mujer y esta asintió.

Arrastré a Ferlu por la tienda hasta la salida.

—¿¡De qué vas!?— le grité haciendo que la gente que pasaba por nuestro lado se quedase mirando.
—¡Sólo dije que no me interesaba!— se defendió y lo que consiguió con eso fue que mi enfado fuese en aumento y le diese otro puñetazo en la cabeza.

Se quejó de nuevo del dolor.

—¿¡TÚ TE CREES QUE CON ESA APTITUD VAS A CONSEGUIR ALGO!?— me había sacado completamente de mis casillas.

Me miró enfadado mientras que se frotaba la cabeza y acabé suspirando cansada. Saqué del bolso que llevaba conmigo un periódico que había cogido de casa antes de salir y se lo tendí abierto en una página en concreto.

—Ten— se lo estampé en el pecho y él lo cogió acto reflejo.

—Te he marcado con un círculo trabajos donde es posible que te acepten— me masajeé la sien cansada— yo ya no puedo ayudarte más— tiré completamente la toalla con él.

Tras cerrar el bolso y colocarme bien el asa de este sobre el hombro, estaba dispuesta a marcharme de allí y perderle de vista, pero al intentar girarme me agarró del brazo

—Voy a conseguir un trabajo— me dijo acercando su cara a la mía — ya lo verás— sonrió seguro de si mismo aún con su mirada clavada en mis ojos.

Aparté su mano de mi brazo y lo empujé para que hubiese distancia.

—También te conseguiré a ti— susurró de tal manera que sólo lo oyese yo.

Alcé una ceja al escucharlo.

<< Perdón... ¿qué? >>

 ¿qué? >>

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