VEINTIOCHO

2.8K 145 7
                                    

—¡Amy!— exclamó ella mientras le daba un codazo a el otro para que me viese, lo cual hizo.
—¿Qué haces vestida de esa manera?— me preguntó el otro realmente sorprendido.

Les ofrecí una mesa que había libre ignorando la pregunta y fui a por dos vasos de agua para entregárselos.

—Tía, la verdad es que estás to' buena— la asesiné con la mirada.
—Hija, ¿desde cuándo trabajas aquí?— me preguntó Tony, mi mejor amigo.
—Desde que me contrataron— dije sin entrar en detalles. Ellos tampoco sabían que trabajaba aquí, pero si ya lo sabía Ferlu, ¿qué más daba que lo supiesen dos más? Suspiré.
—Si sé antes que trabajas así vestida, me vengo todos los días que haga falta— dijo Diana, mi mejor amiga.

Rodeé los ojos.

—Más os vale no armar jaleo— les amenacé con el dedo índice— que nos conocemos.

Los dos al unísono levantaron las manos haciéndose los inocentes y tras eso les dejé la carta sobre la mesa para que eligiesen qué pedir.

—No sabía que tuvieses amigos— me dijo Ferlu cuando entré para recoger un pedido.
—No sabes nada sobre mí— le corregí restándole importancia.
—Nunca me has contado nada— respondió.
—Nunca te interesaste por mí— hice una pausa— 'soy como las demás, una perra que busca rabo'— dije mientras hice el intento de imitar su voz— ¿recuerdas?— alcé una ceja.
—Ya te dije que no fue mi intención decirte aquello— paró de hacer lo que estaba haciendo.
—Me es igual— contesté con frialdad.
—Pensé que me habías perdonado tras el beso...— dijo mientras se acercaba a mí.
—Te dije que lo olvidaras— ahora mismo quería tirarle un ladrillo a la cabeza.

Se quedó frente a mí estático mientras me miraba fijamente a los ojos.

—Amy, dime— suspiró resignado— ¿qué quieres que haga para que me perdones?— parecía desesperado.
—Desaparecer de mi vida— y me fui.

Zuro.

—Sé que le pasa algo— le dije a Arlong, que estaba conmigo— no es normal en ella tres cambios de estado de ánimo cada cinco minutos— comencé a andar de un lado a otro por el salón, no podía estar sentado, estaba realmente intranquilo.
—¿Ella suele contártelo todo?— preguntó, lo miré sin entenderlo, ahora mismo mi cabeza estaba bloqueada pensando en Amy, ¿cómo pretendía que entendiese lo que me quería decir? — Ya sabes— se explicó— lo que le sucede en su vida diaria, cosas íntimas...— me miró mientras masticaba un mikado.
—Cuando éramos pequeños nos lo contábamos todo— dije pensativo— pero desde que murió nuestra madre dejó de hacerlo.

Nos quedamos en silencio.

—Reunión— dije mirándolo fijamente.
—Pero, si está Amy en casa lo más probable es que se entere de lo que estemos hablando— dijo cogiendo otro mikado.
—Si no se puede aquí, nos vamos a la cochera— dije algo desesperado.

Arlong se encogió de hombros y comenzó a llamar por mí a los chicos.

Algo le pasaba a Amy y no me iba a quedar de brazos cruzados.

Amy.

Estaba deseando llegar a casa, me tiré todo el día trabajando para recuperar los días que había faltado, por lo que, cuando era la hora de comer, me limité a coger algún que otro dulce que veía en la cocina.

—¡Camarera!— gritó Didi.

Me giré sobre mis propios pies y me dirigí hacia ellos.

—¿Cuánto es?— preguntó Tony sacando la cartera.
—¿Nos vas a hacer algún descuento?— preguntó Didi entre risas.

Alcé una ceja.

—Aunque quisiera, no puedo— le sonreí.

Les di el ticket para que supiesen lo que me tenían que pagar y me dieron el dinero justo.

—Amy, te tengo que contar muchas cosas— dijo Didi cuando se levantó de la silla y Tony asintió.
—Si tú supieras lo que te tengo que contar yo...— la miré.
—Tenemos que quedar— dijo Tony.

Se quedaron los dos pensativos.

—¡Fiesta de pijamas!— dijeron los dos a la vez haciendo que me asustase.

Reí al verlos tan emocionados y asentí ante la propuesta, por lo que comenzaron a hacerme fiestas y finalmente acabé echándolos literalmente de una patada, se ponían muy pesados cuando algo le ilusionaban.

—Qué manera más sutil de echar a los clientes— dijo Ferlu al salir de la cocina.

Me reí.

—Son mis amigos, no pasa nada— me encogí de hombros.

Él se rió, pero después volví a mi estado serio y frío que comencé a tener cuando estaba con Ferlu a solas.

—Deberías de ir a cambiarte— dijo mientras bostezaba— se ha hecho tarde.

Me miré, se me había olvidado por completo que andaba vestida de esta manera.

Suspiré y me dirigí bajo su atenta mirada hacia las taquillas.

Suspiré y me dirigí bajo su atenta mirada hacia las taquillas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
A través de la ventana [RESUBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora