VEINTINUEVE

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Diol.

Estos días he estado bastante intranquilo desde que hablé sobre el tema de mi homosexualidad con Amy. Sabía perfectamente que cuando la volviese a ver, me iba a pedir que le dijese cómo había ido mi intento de explicarle a mi hermano lo que "me pasaba".

—Nos veremos dentro de... — se quedó mi madre adoptiva pensativa— ¿cuatro o cinco meses?— comenzó a reírse.
—¿Tenemos que considerarlo un abandono?— dijo Neol, a él desde aquello, nunca le ha caído bien nuestra madre adoptiva.
—Neol, no empecemos...— dijo la mujer.

Siempre que nuestra madre adoptiva abría la boca, alguno de los dos nos peleábamos con ella, si, a mí tampoco me caía bien.

¿Veis normal que una mujer, soltera, nos adopte sólo porque se sentía sola y que cada vez que tiene una relación con alguien nos abandona? Porque yo desde luego no lo veía normal, por eso siempre andábamos en pelea y por eso mi hermano y yo trabajábamos como si se nos fuese la vida en ello para salir de aquella casa.

—Bueno, abuela, no vuelvas nunca— dijo Neol mientras miraba la televisión.
—¡Que no soy una abuela!— gritó molesta— ¡soy tu madre!— se cruzó de brazos.
—Si fueses nuestra madre— hablé yo molesto— no estarías intentando deshacerte de nosotros cada vez que tienes una pareja— la miré bastante mal, pues ella al verme se asustó y tragó saliva, Neol sin embargo me dedicó una sonrisa.
—¿Cariño nos vamos ya?— le dijo un hombre vete tu a saber quién era.
—Si— le dijo dándole la maleta para que se la llevase.
—¡A ver si con suerte os atropella un camión!— gritó Neol antes de que cerrase la puerta.
—¡Que os den!— gritó ella y cerró de un portazo.
—Gilipollas— escupió Neol con rabia.

Ahora se hizo el silencio y lo único que se oía de fondo era la televisión.
Me encontraba realmente tenso, no sabía cómo empezar con la conversación, estaba en una mezcla de asustado y nervioso, lo que me provocaba dolor de barriga.

—¿Tienes hambre? — dijo levantándose del sofá dirigiéndose a la cocina.
—Un poco— mentí, si ahora mismo comía algo vomitaba.
—¿Qué te apetece?— dijo pensativo mientras miraba la nevera— no hay gran cosa— se encogió de hombros y cerró la puerta de la nevera para después mirarme.
—¿Pizza?— le pregunté.

Este sonrió y fue a coger el teléfono para llamar a domicilio, pero antes quería quitarme el peso de encima.

—Oye Neol — me levanté del sofá— ¿cómo haces para tener a las chicas sobre la palma de tu mano?— por favor que alguien rece por mí.

Este alzó una ceja confuso.

—Sinceramente no lo sé— se encogió de hombros— a lo mejor es por esto que tengo colgado entre las...
—Yo creo que no— le interrumpí mientras me reía incómodo.
—Bueno— sonrió— ¿a qué viene todo esto?— se acercó a mí— ¿te gusta alguna chica? — abrió los ojos con asombro.

Negué con la cabeza.

—Sólo me preguntaba que si ligar con un chico es igual de fácil como lo haces tú con las chicas— venga Diol, ánimo.

Frunció el ceño.

—No lo sé, no soy un gey de esos— me miró extrañado— Diol, me estás asustando— dijo dirigiéndose hacia el puff que había en el salón.
—¿Asustarte?— hice una pausa para tragar saliva— ¿Por qué? Sólo son preguntas, curiosidades...— mis nervios me estaban jugando una mala pasada.
— Diol, ve al grano— frunció el ceño.

Suspiré para tranquilizarme.

—Hay un compañero de trabajo que tiene miedo de que su hermano se entere que es homosexual— mentí con total naturalidad, lo cual pareció que se lo creyó.
—¿Quién?— curioseó— ¿ese alto, de ojos verdes? —preguntó por uno de mis compañeros.
—No, ese no es— me reí— es uno nuevo que ha entrado— volví a mentir.

A través de la ventana [RESUBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora