ONCE

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—¡HE CONSEGUIDO TRABAJO!— gritó Ferlu eufórico cerrando de un portazo.
—¿Ah si?— preguntó Sanji sin darle importancia.
—Ya era hora— le dijo Neol.
—Al fin te vas de casa— dije pensando de nuevo en voz alta provocando que Zuro me mirase de reojo, —Que diga... ¡enhorabuena Ferlu!— le felicité sin ganas y le dediqué una sonrisa forzosa.
—¿Dónde trabajarás?— preguntó Zuro.
—En un Meid Caffe— contestó mientras se sentaba en el sofá y le quitaba a Arlong el cuenco de palomitas del que se había adueñado desde el inicio de la reunión.

Miré a Zuro al oír la respuesta de Ferlu y este sólo frunció el ceño.

—¿De camarero?— le preguntó Arlong sin ningún atisbo de interés mientras le quitaba el cuenco de palomitas de un tirón.
—No, el puesto de camareros lo ocupan las chicas que trabajan allí— contestó cogiendo sólo un puñado de palomitas metiéndoselas después de golpe en la boca.

Mientras que veía la escena, sólo pude sentir nauseas por el simple hecho de pensar que Ferlu iba a trabajar en el mismo sitio que yo e iba a saber mi secreto, que trabajaba allí.

—¿Entonces?— insistió Neol curioso.
—Seré el cocinero— se encogió de hombros y se acomodó en el sofá.

Comenzaron todos a reírse haciendo que Ferlu los mirase a todos con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa?— les miró mal.
—¿Tú de cocinero?— se rió Sanji aún más fuerte.
—No nos hagas reír— dijo Neol secándose las lágrimas.

Noté la mirada de Zuro sobre mi y yo simplemente me limité a seguir mirando a un punto fijo del suelo.

Ferlu iba a trabajar de cocinero donde YO trabajaba, no podía ser, debía ser un error, una broma, una cámara oculta, ¿hay más Meids Caffe por la zona?, ¡IMPOSIBLE!, donde yo trabajaba era el único...

Comencé a mover la pierna nerviosa.

Llevo ocultando mi trabajo desde que empecé a trabajar allí y Ferlu iba a ser el primero del grupo en descubrirlo, conociéndolo, seguramente iba a arruinarme la vida chantajeándome o de cualquier otra forma, ¡ME NIEGO A QUE LO SEPA!

Me levanté siendo el centro de atención de todos y miré el reloj de la cocina, faltaba poco para irme a trabajar, así que subí a mi habitación, me arreglé un poco y bajé.

—¿Y cuándo empiezas?— oí de fondo a mi hermano preguntándole a Felru.
—Hoy— contestó.

Cerré de un portazo y fui corriendo hacia el Maid Caffe, tenía que hablar con Nami.

Zuro.

Todos se quedaron en silencio cuando Amy pegó el portazo al irse de casa.

—¿A dónde ha ido? — preguntó Sanji.
—No lo sé— mentí mientras me estiraba— pero ya es hora de que os vayáis vosotros también— me levanté del sofá y ellos hicieron lo mismo desganados.

Como siempre comenzaron a quejarse, pero acabaron yéndose. Ahora estábamos solos Ferlu y yo.

—Oye Ferlu— llamé su atención.

Me miró mientras se comía un puñado de palomitas.

—¿No crees que deberías buscarte un trabajo más de tu nivel?— le pregunté seriamente
—¿Qué?— dijo con la boca llena.
—Es que puedes intoxicar a tus clientes con tu comida— le dije para que no hubiese un ambiente tan frío.
—Serás...—me tiró el cuenco de las palomitas vacío, lo cogí y comenzó a reírse, yo me uní a él, pero después me volví a poner serio.
—Es en serio— me llevé las manos a los bolsillos de los pantalones.

Me miró sin entenderme.

—Pero... ¿Por qué? — me dijo sin entender nada.

Suspiré pensando en cómo poder convencerle para que mi hermana estuviese tranquila.

—Me diste cinco días para conseguir trabajo y cuando consigo un trabajo que me gusta... ¿Me dices que debo buscar otro?— alzó una ceja.
—Sólo intenta buscar más, algo que de verdad te apasione o lo que sea— dejé el cuenco sobre la encimera— deja ese trabajo y a cambio te puedo dar más días para que busques otro mejor— intenté convencerle.
—¿Zuro qué demonios te pasa?— se levantó del sofá— no voy a dejar ahora este trabajo sólo porque tú me lo digas— se cruzó de brazos.
—Ferlu, hay trabajos mejores que están a tu nivel— fruncí el ceño.
—Zuro, no insistas— se acercó a mí— ¿qué demonios te pasa?— alzó los brazos— ¿qué tramas? ¿Qué hay detrás de toda esta charla? — intentaba sacarme la verdad que había detrás de toda la conversación.

Miré al suelo mientras odiaba en mi mente a Ferlu por conocerme tan bien.

—Escondes algo ¿verdad?— se inclinó un poco para verme la cara.

No contesté.

No contesté

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