SESENTA Y OCHO

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Amy.

—¡Por dios Vilma, deja ya de hiperventilar que me estás poniendo nerviosa hasta a mi!— gritó Nami mientras que le cogía un mechón de pelo para rizárselo.
—No puedo— dijo con los ojos abiertos— no puedo casarme...
—¡Claro que puedes!— frunció Marla el ceño.
—Respira hondo en vez de hiperventilar tanto, que si ya hace frío fuera, aquí dentro con tus continuos soplidos no es menos— le dijo Didi mientras se pintaba mirándose al espejo.

Yo me encontraba sentada en una esquina de la cama mirando todo el espectáculo, ropa por el suelo, encima de la cama, maquillaje por todas partes, las chicas peleándose para ir al baño, la novia a punto de que le de un ataque de nervios... ya os lo podéis imaginar.

Llegó el gran día de la boda, Vilma y Neol se iban a casar, ¡Al fin!
La boda sería íntima por lo que Vilma nos dijo, se realizará en la iglesia, pero los invitados serían los justos y necesarios, una cosa que tenían Vilma y Neol en común era que no le gustaban las grandes fiestas con mucha gente, les agobiaba, como solían decir, padecían de "gentefobia".

—¿Cómo vais?— se asomó Tony por la puerta.
—¡Nos falta poco!— dijo Didi aún maquillándose.

Tony alzó una ceja, símbolo de que sabía que esto iba para largo, la novia aún no estaba ni preparada, ¿quién se iba a creer que nos faltaba poco para terminar?

—¿Cómo está Neol?— le pregunté cuando se sentó a mi lado.
—No para de hablar— resopló— me he ido porque un poco más y no me explota ya la cabeza— rodeó los ojos.

Me reí.

—Vilma está también echa un manojo de inseguridades— la miré— por no decirte que desde que han comenzado a peinarla no ha parado de hiperventilar como si estuviese de parto— me reí.

Tony también se rió.

—Por lo menos ella hiperventila y no te pega un puñetazo "amistoso" en el brazo cada vez que decía algo— se frotó el brazo en el cual seguro que había recibido los puñetazos "amistosos" de Neol.

Me reí.

Miré el reloj de la habitación, eran las once, faltaba una hora para las doce, comencé a pensar que me había arreglado demasiado rápido y esperar me aburría, así que decidí salir de la habitación para ver cómo estaba Neol.

Si, los dos estaban arreglándose en la misma casa.

Me dirigí al final del pasillo donde se oía nada más que voces graves proveniente de los chicos y alguna que otra carcajada.

Llamé a la puerta antes de entrar y todos se me quedaron mirando.

—Dios...— dijo Diol al verme.
—Amy, estás preciosa— dijo mi hermano.
—Te pareces a la diosa griega esta...— dijo Sanji mientras se frotaba la sien intentando recordar el nombre de la diosa— Joder... ¿Cómo se llamaba?
—Afrodita— respondió Arlong.
—¡Esa!— sonrió— madre mia estás super sexy— asintió con la cabeza mientras que pasaba el radal de sus ojos por todo mi cuerpo.

Ferlu apareció por detrás de Sanji y le dió un golpe en la cabeza para que dejase de mirarme.

Empiezo a pensar que fue un error en venir aquí.

—Amy supera a esa diosa— dijo Ferlu seguro de sus palabras— estás realmente preciosa— me sonrió.

Seguramente estaba realmente roja por tanto alago, pero intenté que no se notase.

—Gracias chicos— les sonreí en agradecimiento.

Busqué a Neol con la mirada y lo encontré sentado sobre la cama con el codo apoyado en su rodilla, apoyando su cabeza en la mano en completo silencio.

Me acerqué a él seguida por las miradas de los chicos los cuales ya me estaban poniendo igual de nerviosa que la novia y me coloqué frente a él el cual no se inmutó.

—Neol— lo llamé.

Siguió sin moverse.

—Neol— lo moví del hombro y cayó de costado sobre la cama, se había dormido, ¿en serio?—¡NEOL!— grité su nombre y se cayó de la cama del susto.
—¡Joder!— se levantó del suelo y se colocó bien la ropa, después me miró— ¡dios Amy, estás guapísima!— me abrazó, bueno, más bien, me estrujó entre sus brazos.
—Neol... no pue..do... res...pi..r— las palabras apenan salían de mi boca y él me soltó de golpe.
—Lo siento, lo siento, son los nervios— me besó la frente.
—Tan nervioso no estarás si te he pillado durmiendo— alcé una ceja.
—No pude dormir anoche pensando en que hoy me iba a casar, así que...— se rascó la nuca— se podría decir que todo es culpa de los nervios— dijo convencido.

Rodé los ojos y miré a los chicos, se encogieron de hombros y volví la vista a Neol.

—Menuda suerte tienes de haber encontrado a una persona como Vilma— confesé.
—¿Por qué? — se rió.
—Por la paciencia que tiene por aguantarte— asentí.

Él me volvió a abrazar.

—Yo también te quiero Amy— me susurró al oído y me reí.
—¡AMY, AYUDA, URGENTE!— me gritaron y corriendo desaparecí de la habitación donde me encontraba.
—¿Qué pasa?— pregunté asustada al llegar cerrando la puerta.
—¡Ataque de pánico!, ¡ATAQUE DE PÁNICO!— gritó Nami, cosa que no me ayudó a entender lo que pasaba.
—No le entra el vestido— me susurró Tony.

Abrí los ojos sorprendia y ahí fue cuando me di cuenta que Nami estaba detrás de Vilma junto con Marla intentado subirle la cremallera de la espalda mientras que Vilma se aguantaba las ganas de llorar.

—He engordado— comenzó a decir Vilma.
—¿Qué dices?— le respondió Marla— estás perfecta— la animó.
—Me he pasado comiendo helado de chocolate por los malditos nervios— se lastimó Vilma tapándose los ojos.
—¡No llores que se te corre el maquillaje!— le dijo Didi.

Tony y yo a la vez nos dimos en la frente con la palma de la mano, desde luego, decirle a la novia que no llorase no ayudaba nada.

Me acerqué a ella y me coloqué en frente quitándole las manos de la cara dejándome ver un poco de rimel corrido por sus ojos.

—Vilma, sabemos que estás nerviosa, pero intenta tranquilizarte, ¿vale?— le hablé con cariño sin soltarle de las manos, ella asintió sorbiéndose un poco los mocos— piensa que hoy es tu día y que lo vas a pasar genial— le sonreí, ella me sonrió un poco— ahora respira profundamente y piensa en cosas bonitas, verás como todo sale bien— ella cerró los ojos mientras comenzó a respirar profundamente.
—Cerrada— dijo Nami haciendo como si se secase la sudor de la frente.

Vilma se giró para ver a Nami y después se miró en el espejo, sus ojos azules se abrieron cuando comenzó a verse en el espejo.

—¿Ves como no era para tanto? — le dije mirándola desde el espejo.

Ella me miró y me sonrió para después darme un abrazo.

—Gracias Amy— me susurró al oído.

Yo negué con la cabeza y miré la hora, faltaba un cuarto de hora.

—Ahora siéntate y relájate— le dije buscando mientras el maquillaje— Vamos a arreglarte el estropicio que han provocado tus lágrimas— le saqué la lengua.

Ella solo se limitó a sonreir levemente.

Este día va a ser el más largo de todos.

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