JADE:
Okey, mi nombre es Jade tengo diecisiete años, era morocha pero me gusta cambiar el color de mi pelo cuando me estreso, soy la única de las quintillizas que tiene ojos miel, me ENCANTA ser diferente a los demás, me hace sentir única, deberían intentarlo si no lo son todavía.Según mis hermanas mis defectos son que soy vaga, que ensucia mucho la casa, que me visto de negro (no sé en qué mierda les molestara eso a ellas, pero ahí está), que a veces mis modos no son los mejores para contestar, que amo más a mi serpiente que a ellos, entre otras.
Cuando entre al Instituto me fui directo a la secretaria, quien tenía una sonrisa tan enorme que creí que se le iba a caer la cara.
Me dieron mis llaves de mi locker y mi horario de clases, iba caminando a literatura, odio eso, mejor dicho odio todo lo que tenga que ver con el instituto, mis notas no son las mejores pero igual apruebo.
Mientras caminaba al salón 40, el de literatura sentí un golpe en el hombro, alguien me había empujado con su cuerpo, no lo vi venir pero no tenía porque llevarme puesta. Me giré a agarrar la mochila que me había tirado al suelo y de paso para ver quien fue la desgraciada o el desgraciado.
Él me miro y por un segundo creí que iba a pedirme perdón, pero algo en sus ojos me dijo lo contrario, me observo de arriba a abajo como si estuviera escaneandome y sin decir nada me miro a los ojos con su mirada fría y distante, levante una ceja desafiante, no me dejare intimidar. Pero en un abrir y cerrar de ojos desapareció al instante entre el mazacote de alumnos, ¡maldito infeliz! ¡Me las pagará!
Ahora si,con mi hombro dislocado gracias a un perfecto idiota me dirigí a literatura, di más vueltas que una calesita para llegar a ese maldito salón, pero al final lo logré.
Golpee la puerta con mis flacos nudillos.
— ¡pase!— escuche.
—No encontraba el salón— le dije a la profesora para que me dejara de observar como si fuera una delincuente, todos me miraban atentamente, al ver que la profesora me hacía una seña para que me presentara comencé —Soy la nueva, Connor, díganme Connor, el que se pase conmigo las sufrirá de a una— culmine mi presentación mirando a la profesora con una sonrisa inocente, como si ninguna amenaza hubiera salido de mi boca hace dos malditos segundos.
—Señorita Connor, preséntese como corresponde— Me regaño la profesora baja de estatura, la mire desafiante desde arriba, ya que mi altura era visiblemente mayor a la suya, parecía un maldito hobbit la muy perra, ya me caía mal.
—Oh si lo siento— dije fingiendo arrepentimiento y me coloqué la sonrisa más cínica de mi pequeña, muy pequeña estantería de sonrisas— Manga de imbéciles, no vine aquí a hacer amigos, así que no se acerquen a mi o rompere sus hermosas caritas de niños ricos— dije y sonreí falsamente a la profesora nuevamente, pero esta vez en mi mirada había una clara advertencia a la cual decidió ceder y cerrar el maldito pico— Hobbit, usted solo intenté no molestar mientras tomo una siesta, ¿si?— dije dirigiéndome a la profesora al mismo tiempo que le palmeaba la cabeza con mi mano derecha como si fuera un perro, a veces soy un maldito trasero en el culo para los profesores y para la gente en general, me iba a sentar a un Banco solitario, volví a mirar al Hobbit, era el nuevo apodo de la profesora, ella estaba roja de furia, pero al instante suspiro y siguio dando la clase.
Cuando esta terminó todos salieron de clases corriendo, al salir la profesora me chisto y la observé con ganas de decirle "oye señora, no me fastidie los ovarios, ¿si?" Pero me di cuenta que ya me estaba pasando de la raya.
Ella me devolvió la mirada y me dio un papel, en el ponía "detención". La miré con la obvia pregunta en mi mirada. Ella no espero a que yo abra la boca—Con ese papel vas a la sala de detención y al cumplir tu castigo deben firmártelo, si no lo traes firmado para mañana tienes un stricke para el tercero ni aparezcas por estos lados porque estás expulsada— rugió, tomo su cartera y salió sin darme tiempo a analizar todo.
Me dirigí a la salida pero cuando estaba por salir por el marco de la puerta alguien me empujó saliendo primero. Al verlo vi que era el maldito de hace un rato.
—Hey ¡maldito imbécil!— le grité con toda mi furia —¡deja de empujarme o te tendrán que devolver a tu casa con la nariz quebrada!— le advertí, y no mentía cuando decía que tenía ganas de hacerlo, el se giró y me miro con esa cara de indiferencia mortal camino hasta mi y me acorralo agresivamente en los casilleros con su cuerpo MUY junto al mío, no me había dado tiempo a reaccionar.
—escucha bien niña cabello de moco— me dijo a lo que yo frunci el ceño pero no pude hablar ya que puso su asquerosa mano en mi boca— YO soy el único "chico malo" en esta institución, no quiero competencias, ¿comprendes?— lo mire incrédula, ¿en serio me estaba diciendo esto? En ese momento sacó su mano de mi boca y siguio su rumbo pero yo no me iba a quedar callada.
—¿sabes?— dije, él volteo —creo que tienes miedo de perder tu puesto, mariquita— lo provoque.
—¿perdón?— dijo.
—perdonado— le guiño el ojo y me giré para caminar hacia el otro lado pero de un momento a otro tenía plena vista a el trasero de alguien, o más bien de este idiota.
—¡Bájame imbécil!— le gritaba, pero él no me hacía caso.
—No, tu aprenderás a no meterte donde no te llaman— me bajo en una pequeña habitación de 2x2, que creo que era el cuarto del conserje, y cerró la puerta en mi cara antes de que yo pudiera reprochar, luego escuche sonido de llaves cerrando una puerta, espera, ¡LA PUERTA DEL CUARTO!
—¡MALDITO NIÑO! YA VERAS CUANDO SALGA!— lo amenazaba pero al parecer el ya se había ido.
Mierda, estoy encerrada con un trapeador, una cubeta, un... espera... ¿eso es una rata? ¿Hace cuanto no limpian este lugar?
Pateó la puerta con todas mis fuerzas ignorando el dolor punzante que causa en mi pie. Maldición con el idiota.
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Quintillizas
RomanceTodo comenzó una noche de borrachera, Ellie Swift y Adam Connor estaban oficialmente casados, aunque eso no les había impedido tener antes al pequeño Austin de tan solo dos años de edad. Esa noche saldrían a divertirse debido a que pensaban ponerse...