16- Tu tambien lo eres.

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CHLOE:
Llegue a casa después instituto realmente agotada, había tenido un examen y necesitaba relajarme. Abrí la puerta y la cerré detrás de mi, miré a mi hermano quien se encontraba hablando con una chica rubia de espaldas. Raro. Camine hacia las escaleras dejando mis llaves bajo el pequeño cartel que ponía "Chloe".

Al girarme para continuar mi camino la rubia había girado su cabeza para mirarme. Era ella, Annette, maldición con esta niña, la veo hasta en la sopa.

—Hola Chloe, tenemos que hablar contigo— dijo mi hermano, Annette a su lado asintió rápidamente. No quería ser grosera ¿pero qué demonios querían ellos de mi? Más precisamente ¿Que quería Annette de mi?

Ella me sonrió y mi hermano golpeó el sillón a su lado para que me sentase. Confundida llegue a su lado y tome asiento.

—¿Que ocurre?— Pregunté confusa.

—Chloe, ¿recuerdas que te hable de mi nueva Banda?

—Asentí—también recuerdo que cuando me lo dijo estaba muy ocupada viendo los ojos del maldito Vince.

—Okey... creemos que serías una genial vocalista para ella— dijo Austin con felicidad en sus ojos. Mi mirada se desvió a Annette quien asentía avalando lo que dice mi hermano. Volví a mirar a mi hermano.

—¿En serio lo crees?— Pregunté, no soy cantante, admito que tampoco tengo fea voz, pero jamás pensé en dedicarme a la música.

—Tienes una voz única, Chloe— Habló por primera vez Annette, ¿que? ¿Como es que lo sabe la perra? ¿Y como es que es tan agradable conmigo? ¡no me deja odiarla!

—¿Como sabes eso?— le pregunte, ella se encogió de hombros.

—Te grabe— Confesó Austin— mientras te bañabas, lo siento.

Me sonroje al instante, la mano de Annette se posó en mi espalda baja en un intento de calmar mi vergüenza. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

—No te preocupes—dijo— haremos un equipo increíble.

Maldición ¿porque es tan agradable?
Luego de esa confusa pero extrañamente agradable conversación me fui a mi cuarto. Escuche musica el resto de la tarde.

Me quite la ropa que había llevado al instituto y cuando me estaba colocando la remera la puerta de abrió de un tirón. Me sobresalte tanto que casi me caigo por la ventana. Termine de colocarme la remera para observar fulminante al culpable de mis cinco paros cardíacos recientes.

¿Vince? ¿Vince machucado? Si, efectivamente estaba machucado. Tenía un moretón gigante en su ojo derecho.

Él me observo desde la puerta con su cara totalmente en blanco.

—¿Que te ha pasado Vince?— Pregunté acercándome a él lentamente.

—Me he caído— Contestó rápidamente.

—No te creo, no me mientas— Le dije ayudándolo a caminar hacia mi cama— siéntate— le ordené.

—Créeme— Susurró, entonces comprendí que él no me diría nada, deje de insistir.

—Iré por el botiquín, no te muevas— Le advertí. Yéndome pero él tomo mi mano impidiéndome moverme. Voltee observándolo interrogante.

—No necesito que me cures, necesito otra cosa— Dijo tirando fuerte de mi hasta que sentí nuestros labios fundidos en un beso, pero nada fue como yo había imaginado, este beso era incomodo. Puse una mano en su pecho alejándolo.

—Vince. Esto no puede ser, tienes novia y aunque me cueste admitirlo es una gran chica— Dije susurrando.

—La dejare, lo haré por ti— Contesto no rápido, sino urgente, como si tuviera miedo que desapareciera. Era justamente lo que yo quería hacer.

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