JADE:
Al llegar al hospital caminamos hacia la mesa de recepción, una muchacha no muy mayor nos sonrió como si estuviéramos en un salón de cumpleaños, puse ma ojos en blanco para evitar tirármele encima.—¿Que tal? Venimos a ver a Katherine Connor— Dijo Hailey golpeteando sus dedos en el escritorio de vidrio, se que cuando lo hace es porque está nerviosa o apurada. Supe al instante que se trataba de ambas.
La muchacha nos dejó pasar, nos dio indicación de que ella se encontraba en la habitación 108 en terapia intensiva. Trague duro cuando esas dos palabras salieron de su boca. Llegamos justo al horario de visitas así que no hubo drama para entrar.
Tocamos la puerta antes de entrar, la voz de mi madre nos recibió, al entrar ahí estaba ella, sus ojos se encontraban cerrados y más máquinas de las que pude contar se encontraban enchufadas a ella, mire a mi madre con mis ojos llorosos. Mierda. Porque rayos le pasaba esto a ella. Persona más buena que Katherine no había conocido jamás. Es totalmente injusto, pensé.
Fui la primera de mis hermanas en acercarme a la camilla y acariciar su rostro.
¡Ese maldito imbécil me va a conocer si me lo llegó a cruzar!
¡ÉL ES EL CULPABLE DE QUE MI HERMANA ESTE AQUI AHORA! Otra lágrima cayó por mi roja mejilla. Le arruinaría la vida. Lo juro.
Estaba tan nerviosa que hasta rompí un vaso de vidrio con mis manos sin darme cuenta, así que mi madre me recomendó salir a tomar aire y volver. Le hice caso, una de las pocas veces que le hice caso a mis padres.
Caminé en los parques del hospital dando vueltas una y otra vez, no podía pensar en otra cosa que no fuera Katherine y esa camilla, esa maldita camilla.
Levante mi vista y a lo lejos divise una persona vestida completamente de negro y por primera vez en el día pensé en otra persona, pensé en él, en el murciélago del instituto, el Idiota cuyo nombre todavía no se, él que me había desafiado más de una vez. Ese mismo, me acerque para ver si era él y efectivamente, fruncí el ceño ¿Que es exactamente lo que hace aquí?
Estaba rodeado de niños que a simple vista padecían cancer, jugaba con ellos, jamás lo había visto así de sonriente. Mejor dicho, jamás lo había visto sonriendo.
Me acerqué más y cuando estaba sólo a dos metros de él sus ojos oscuros se posaron en los míos. Mierda.
Al verme se le reformó la cara.
Me acerqué a él.
—¿Que haces tu aquí?—le pregunte sin filtros.
—Que te importa jade—dijo indiferente. Genial había vuelto todo a la normalidad, él y su cara de estreñido.
—¡Oye! Yo no te hablé mal, solo tengo curiosidad— le reproche.
—Okay, a ver, dime que es lo que quieres, ¿burlarte de mi? ¿acaso quieres preguntarme porque un chico malo como yo está ayudando en un hospital público? De seguro quieres tomarme una foto y exparcirla por todo el maldito instituto, es obvio que también quieres arruinar mi reputación para quedarte con mi puesto—Cada palabra que el decía yo me acercaba cada vez más hasta que el no se dio cuenta que yo estaba a centímetros de su cara—y también dirás que soy mariquita y...—hizo silencio al darse cuenta de mi cercanía. ¿Porque estoy tan cerca? ¿Qué demonios? ¿Lo de mi hermana me había pegado sentimental o que?
—Me encanta lo qué haces Idiota, ya deja de hablar—le dije bruscamente para no perder la costumbre.
El me miro sorprendido.
—¿En serio creer eso?—Pregunto. Vaya, quien podría burlarse de eso. Es algo hermoso.
—Claro que si— Dije alejándome un poco de él ya comenzaba a ser raro.
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Quintillizas
RomanceTodo comenzó una noche de borrachera, Ellie Swift y Adam Connor estaban oficialmente casados, aunque eso no les había impedido tener antes al pequeño Austin de tan solo dos años de edad. Esa noche saldrían a divertirse debido a que pensaban ponerse...