29- Tarzan.

20 3 0
                                    

HAILEY:
Después de cuidar a Chloe camine escaleras abajo y... Bien, les seré total y absolutamente sincera, no recuerdo lo que he hecho durante la fiesta el sábado por la noche luego de estar con Chloe, si, lo sé, acabó de traicionar mi ideología de que los únicos que asisten a fiestas son adolescentes hormonales, estúpidos e inmaduros.

Por una noche fui igual a ellos, me deje llevar por la emoción del momento y ahora mismo es domingo, acabó se despertarme al lado de una piscina, estoy exactamente en... la verdad no se ni donde estoy ni como pararme en este momento ¡que dolor de cabeza!

—¡Hey!— oí un grito detrás mío una vez que logre pararme—¡Reina de la pista!— seguía gritando aquel molesto ser humano, me giré sobre mis talones para ver quien era y a quien le gritaba. Me sorprendí al encontrarme con un moreno enorme que me miraba fijamente desde unos dos metros aproximadamente. Fruncí el ceño confundida.

—¿Que?—Pregunte confundida sobándome la cabeza. Que puto dolor.

El se acercó a mi a paso lento—Solo mírate— me paso un celular, supongo que era suyo, pero cuando mire la situación que había impresa en su pantalla casi me caigo de espalda a la piscina... ¿que? ¿Acaso esa era yo?

En el video aparecía alguien de espaldas que claramente reconocí, definitivamente era yo, pasada de alcohol en sangre, junto a un chico, mire el aparato electrónico y luego el chico frente a mi.

¿es.. estoy perreandole? Que denigrante, que vergüenza ¡QUE HORROR! ¿cómo iré el lunes a la escuela? ¿con que cara miraré a mis compañeros? Ay Dios ¿en qué me he metido?

Me taladraban la mente esas mismas preguntas  una y otra vez de regreso a casa, después de haber recorrido toda la casa en busca de mis hermanas y encontrándome con escenas totalmente fuera de lugar, decidí rendirme ya que lo más probable es que no estén allí.

Cuando llegue hasta la puerta de mi casa como pude y bajándome el maldito vestido cada dos pasos para no llamar tanto la atención, mire la puerta de mi hogar y luego mis pintas.

Vaya... llevaba el vestido empapado en olor a alcohol, arrugue la nariz al llevarme un pedazo de tela ante mis fosas nasales ¿acaso me había revolcado en alcohol cual cerdo en el chiquero? De sólo pensarlo me entran escalofríos.

Antes de tocar la puerta de mi casa puse un mechón de pelo en mi nariz y aspire el espantoso olor, mi madre se enteraría rápidamente que anduve en una fiesta y su confianza decaeria al igual que mi ánimo. No me gusta decepcionar a mis padres, así que por mi cabeza pasó la fugaz idea de trepar hasta mi habitación, cual tarzan.

No lo pensé dos veces y rodeé la casa. Suspire, jamás creí encontrarme en esta situación, pero aquí vamos.

Junto con mi vestido corto y mi pelo impregnado de una mezcla de cigarrillos y alcohol, trepe hacia mi habitación en el segundo piso de la casa, llegue a la ventana y pase un pie y luego el otro.

Al darme vuelta para cerrar la ventana junto a un suspiro de alivio mis ojos viajaron a unos del otro lado de la valla, un niño de aproximadamente 10 años observaba desde la ventana de la casa vecina con la boca abierta de par en par. ¡Dios! ¿Cuánta mala suerte más podría tener? Justo en ese momento un pájaro defecó en mi mano apoyada en la ventana dándome la respuesta a mi pregunta.

Puse mi mejor cara de asco, me limpie disimuladamente en un pañuelo descartable de mi mesa de luz y voltee a ver al niño.

—Oye— intento llamar su atención— te voy a pedir un favor ¿bien?—le dije haciendo esa estúpida voz que hace la gente cuando le habla a un bebe, seré inteligente pero es inevitable hablarle así a un niño tan bonito.

—¿Que me das a cambio de mi silencio?— corto el niño haciéndome abrir la boca con indignación, vaya que es rápido, retiro lo de "bonito".

—¡Nada!— dije rápidamente, él levanto una ceja en señal de "si no lo haces diré tú maldito secreto" rodé los ojos —Okey, tú ganas ¿un helado?— le propuse contra todo deseo de mandarlo al demonio.

El asintió— Es un trato, una cita entonces.

Yo asentí, espera ¿QUE?

—¿QUE? no, no, no, no me mal entiendas lindo, tienes 10 años y yo no soy pedofila, eso me traería muchos problemas legales, aunque todavía no sea mayor de edad y no se considere delito, la sociedad no aprobaría nuestra relación— dije rápidamente imaginando aterrada todo lo que sucedería.

—Lo siento, tendrás que hacerlo, Tarzan— se burló, entrecerré mis ojos hacia él y tenía mi respuesta perfecta pero me interrumpió — A no ser que quieras que tus padres se enteren de esto— dijo haciendo su sonrisa asquerosa de niño mimado. ¡Agh! MALDITO NIÑO.

Suspire y traté de calmar mis ganas de matarlo, tranquila Hailey tu no maldices, eres una niña buena.

—Por cierto tengo 15 ¿acaso parezco tan pequeño?— me pregunta indignado.

Solté una carcajada que seguramente escucho todo el barrio, él fruncido el ceño y luego cerró su ventana de golpe y yo la mía.

El resto del día me encargué de relajarme, quitarme el asqueroso olor del cuerpo y también estudié para el examen de literatura de la próxima semana.

QuintillizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora