LAIA:
Fui a tomar el helado con Steven, él estaba muy guapo, para que mentirles, pero solo podía verlo como un amigo, ni siquiera se porque razón en específico me ha invitado un helado, pero lo que sé es que no me suena amistoso.Nos paramos en frente de la barra para ordenar, él pidió un helado de frutilla y limón, yo de chocolate y banana split. Los mismos gustos de siempre, en ese sentido si era muy cerrada.
Nos sentamos en una de las mesas que se encontraban fuera de la pequeña heladería, charlamos unos 15 minutos de cosas triviales, ya saben, gustos musicales, entre otras tantas cosas.
Pero a mitad de nuestra entretenida charla note como Steven comenzó a distraerse mirando hacia atrás mío, lo mire interrogante pero él no me presto mucha atención, por lo que decidí verlo yo misma, al voltear mis ojos se encuentran con el idiota de Francisco con la pequeña zorra rubia, si, la misma que atacó a Katie. Mire de nuevo a Steven.
—Vámonos Stev, no quiero que nos vean—Le advertí sabiendo las conveniencias de que Francisco nos viera, apuesto todas mis tripas a que se acercara y nos hartara hablando de sus mierdas, sin esperar respuesta suya, con mi mano derecha agarre mis pertenencias, con la izquierda el brazo de Steven y me paré dispuestas a irme.
—Tarde— oí detrás mío. Vaya... el demonio tenía buen olfato. Gire lentamente encontrándome con la estúpida cara de Francisco y por supuesto la de su zorra a quien no parecía agradarle mi presencia.
—Lo siento, ya nos íbamos— Concluí la futura charla incomoda que estoy segura de iba a dar.
Tome la mano de Steven quien me miro asombrado. ¿Que? ¿Nadie jamás le ha tomado de la mano?
Tire de su brazo hasta que estuvimos muy lejos de la pareja de idiotas, Justo allí solté su mano.
Estábamos frente a su auto así que subimos y él me alcanzó hasta mi casa, gesto que agradecí.Maldición con el imbécil, arruinó nuestra "cita" si bien no me importaba tenerla si quería terminar mi helado en paz.
Suspire frustrada mientras cerraba la puerta de casa de un portazo.
—Si rompes la puerta la pagas— oí a Jade burlarse desde el sillón, pase por su lado sin contestarle y robe unas cuantas papas fritas que tenía en sus piernas— ¡Oye, consíguete las tuyas! — exclamó mientras subía las escaleras hacia mi habitación.
Al otro día me levanté con mi humor renovado, como todas las mañanas y desayuné con mis hermanos, como siempre fui la ultima en despertar, pero por lo menos no soy la que mas tarda maquillándose, esa es Chloe ¡no puedo entrar al maldito baño!
—¡Chloe! ¡Sal de ahí!—le grité.
—¡Ya!—gritó devuelta. Sonreí ante mis pensamientos, sabía que se estaba maquillando, pero me encantaba molestarla.
—Oye si quieres que te alcance la tijera solo dilo— dije riendo bajito para que no me oyera.
—No estoy cagando, desgraciada, cállate y espera— concluyó nuestra charla matutina.
Y así fue como nunca más salió y tuve que ir al instituto con el pelo como un nido de pájaros, maldita Chloe. Me las pagará.
Al llegar fui directo a mi primera clase que era con el señor Gutiérrez ¡MIERDA! Había olvidado por completo el trabajo en grupo, hoy debíamos comenzar a hacerlo por lo tanto debía verle la cara al imbécil de Francisco.
Camine lentamente hasta el salón, realmente no quería llegar nunca. Lastimosamente llegue frente a la puerta y no me quedo otra que entrar. Al hacerlo me fije en que todavía no estaban todos los alumnos, ni mucho menos el profesor, así que camine dentro, yendo directo a mi asiento sin mirar a nadie.
Acomode mis libros delante mío preparándome para cuando llegase el profesor.
Al levantar la cabeza para mirar hacia mis compañeros por primera vez vi a Francisco increpar como siempre acompañado de la chica morocha del otro día que ni siquiera su nombre sé. Ni me importa.Nuevamente venían tocándose como si nadie los viera. ¿No le da vergüenza? Puse mis ojos en blanco y él posó sus ojos en los míos dejando a su novia, quien quedó rechistando, para venir directo a mi y se sentó a mi lado.
—Hola linda, apuesto a que me extrañaste— dijo guiñándome su ojo derecho. Decidí ignorarlo, pero lo que no podía ignorar era su aroma innegablemente sexy y maravilloso. Borre esos pensamientos en cuanto pude.
Llego el profesor dejando su maletín y anotando unas cosas en el pizarrón.
—Bien alumnos, aquí están las consignas, el trabajo se entregará la próxima clase. Quien no lo haga, lógicamente, recibirá un uno.
Durante toda la clase sentí la mirada de Francisco en mi, no me respondí ninguna, pero si las sentía, al fin termino la tortura, ya que estaba quedando con tortícolis, me paré y Francisco hizo lo mismo yéndose con sus amigos. Me apresuré a llamarlo.
—¡Hey!—Le dije—¡FRANCISCO!—Grite, él parpadeo mucha a veces seguidas parecía asombrado de que al fin hubiera cedido y lo hubiera llamado, por fin me miro a los ojos interrogante.
—Sabía que me querías después de todo— dijo volviéndose nuevamente arrogante, giré mis ojos mostrando exasperación.
—El trabajo, imbécil, jamás te hablaría por otra cosa que no fuera estrictamente obligatoria.— conteste sonriendo victoriosa al ver su cara de frustración.
FRANCISCO:
Entre con Beth a la clase, ella vendria a ser como una de mis tantas novias, sólo placer, ya saben.Cuando entre la vi a ella, mierda, me molestaba que sea inmune a mis encantos, de verdad era un capricho que no quería NECESITABA.
Es la única chica que conozco que no se me tiró encima aún, ella me atrae y mucho, pero no creo en el amor, que me parece que esta sobrevalorado, como la amistad, bueno, en realidad mi único amigo es Cameron, pero los demás son solo conocidos, sin embargo, siento que ella no es como las demás, eso me intriga y me atrae.
Estaba concentrada en sacar sus libros se ve linda haciendo eso, sacudo la cabeza sacando de mis pensamientos lo que acabo de decir, ¿que rayos te sucede Francisco? Me pregunte, sin obtener respuestas.
Camine hacia ella, hoy me sentaría con Laia, por el trabajo y porque su aroma es realmente adictivo. Vi su cara de fastidio por una parte me gustaba molestarla, y por la otra ya me estaba cansando de que me rechace.
Me acerqué aún más y ella estaba pensativa mirando a un punto fijo, por mi parte me perdí en mi mundo como siempre, dejando de lado la clase. Entendí que ella no deseaba hablar conmigo así que decidí callarme de una vez.
Al concluir la clase camine hacia mis amigos pero oí su voz llamarme, quede quieto en mi lugar, ¿ella? ¿Buscándome? Increíble. Gire sobre mis pies encontrándome con su mirada celeste.
—Sabía que me querías después de todo— dije con mi actitud de siempre.
—El trabajo, imbécil, jamás te hablaría por otra cosa que no fuera estrictamente obligatoria.— sonrió y yo no pude evitar frustrarme. Maldición. ¿Que tan difícil podría llegar a ser tirármela de una vez? —¿Donde y cuando nos juntamos?— dijo, logré recomponerme y la miré nuevamente. Era mi oportunidad.
—Que rápido vas amor, creí que íbamos a tener una cita antes, pero el viernes a las tres en mi casa estará bien— Concluí guiñándole un ojo. Note como se tensaba y apretaba sus puños, sonreí, se veía realmente tierna cuando se enojaba.
Ella asintió ignorando mis insinuaciones. Dio media vuelta y se fue dejándome aturdido nuevamente con su aroma.
Esta claro que necesito tenerla, pero solo para mi torre de trofeos, nada de amor y de eso estoy seguro. ¿Verdad?
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Quintillizas
RomanceTodo comenzó una noche de borrachera, Ellie Swift y Adam Connor estaban oficialmente casados, aunque eso no les había impedido tener antes al pequeño Austin de tan solo dos años de edad. Esa noche saldrían a divertirse debido a que pensaban ponerse...