34- Tambien te amo.

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HAILEY:
No volví a ver a Colton hasta el martes, ya que el lunes luego de la fiesta no tuve clases con él.
Me seguía dando demasiada vergüenza estar a su lado, ahora que lo pienso, no lo conozco de nada, se de él solo lo que quiere que sepa y no más. Hablando claro, es un completo desconocido.

Me di la cabeza contra la ventanilla del auto, Nash, el chofer me observo por el espejo retrovisor. Estaba tan sumida en mis pensamientos que había olvidado por completo el mundo real. Le devolví la mirada incomoda y él sonrió.

—¿Estas bien? Eso debió ser un golpe fuerte— pronunció forzándose a sí mismo a no reír, pero mis hermanos rompieron en carcajadas, puse mis ojos en blanco y volví mi mirada hacia el libro antes de que que Colton irrumpiera en mis pensamientos.

Luego recordé al bendito niño y su helado del demonio. Cerré el libro de golpe dando por hecho que mi concentración ese día era totalmente nula.

Cuando llegamos a nuestro destino baje del auto y camine a paso rápido hacia mi casillero, saque mis libros de literatura y camine con mis manos sudando de los nervios hasta el salón.

En el camino me encontré con un sorprendentemente sonriente Milton que caminó conmigo hacia el salón.

Llegamos temprano, así que nos sentamos en los primeros asientos frente al profesor, para poder escuchar mejor... ¿a quien engaño? Era para ver más de cerca a Colton y dios sabe porque.

Ya todos habían entrado, por último entró Colton con su maletín negro de cuero, sus jeans negros ajustados, su camisa blanca con el último botón desabrochado y esa sonrisa tan grande que da miedo.

Él posó sus lindos ojos en mi y me sentí morir al cruzarse accidentalmente con los míos, hasta que tuve que desviar los míos hacia otro lado ya que se me hacia difícil sostener su fuerte y varonil mirada.

Un sonido agito el salón al instante, los alumnos comenzaron a hablar como si no hubiera ningún profesor aquí. Hasta que note que Colton atendía su teléfono y desviaba su atención de los treinta y pico adolescentes problemáticos frente a él.

Antes de responder a lo que sea que le decían del otro lado de la línea palideció al notar mi mirada sobre la suya y su rostro reflejo lastima, si, era innegablemente lastima.

¿Porque...?

—H-hola... si... claro amor, estaré allí... No te preocupes, también te amo— y mi respuesta se había respondido sola. Comencé a sentir náuseas. ¿E-el... tenia pareja?

Mi mente se bloqueo y mi cabeza comenzó a trabajar ¿como pude haberme metido con un hombre del que no sé nada y era más que probable que tuviera pareja? ¡Incluso podría tener familia! ¡Mi dios! Que desastre.

El me miro con la misma lastima que antes de responderle a su amada y no pude aguantar un segundo más allí, me estaba sofocando.

Me paré de mi pupitre y camine hacia él a paso firme.

—Profesor— lo llame, él al verme allí abrió la boca pero no lo deje seguir— ¿Podría ir al baño? Es que me siento descompuesta— dije haciéndole un gesto. Era obvio que lo había hecho adrede. No deje ni siquiera que contestara y me marché sin mirar atrás.

Que tonta soy, bese a un hombre con pareja y él me utilizó. ¡Utilizó a una joven inexperta para serle infiel a su pareja!

Así me sentía, usada.

Nadie se había dado cuenta, excepto Milton que salió corriendo detrás de mi, pero no tenía tiempo para eso ahora.

Cuando llegó la hora del receso me encamine hasta la biblioteca, Sacaría un nuevo libro a pesar de no haber terminado el que tenía, sólo para pasar el mal humor, ya saben, leer cosas nuevas me distrae del mundo real y me lleva a lugares dentro de mi mente que no conocía.

Sentí una mano en mi muñeca y luego vi todo negro, sabía que me habían metido a una habitación, comencé a gritar como una desquiciada.

—¡sh sh!— intentó silenciarme una voz.

—¿Como puedes callarme? ¡Descarado! Me estás secuestrando ¡suéltame!— gritaba.

—Hailey, soy Colton, calmate— me dijo la maldita voz de mi profesor de literatura.

—¡Con más razón sueltame o gritare más fuete! ¡bastardo, tenías mujer! Alejate de mi— gritaba sin parar.

—Hailey, no quise hacerte sentir mal, pero es que creí que habíamos acordado una despedida— decía dubitativamente. Parecía no querer equivocarse en ni una palabra. Pero, para mala suerte suya, lo había hecho.

—Colton ¿cuando me besaste tenías mujer?— el asintió, no se veía mucho por la oscuridad de la sala pero podría jurar que asintió— bien, ya está todo dicho.

Él iba a hablar pero lo corté saliendo de allí en un momento de debilidad. No, no estaba enamorada de él ni mucho menos, pero que me haya usado de esa forma jamás se lo perdonaría.

Camine entre la gente y me metí donde sabía que jamás me buscaría: el gimnasio.

Al entrar note un chico a lo lejos en una grada, al parecer estaba ¿almorzando? Me acerque lentamente y cada paso que daba me confirmaba más mi teoría de que se trataba de Milton. A mi mente vino como escape de él antes del receso y me sentí fatal, él no tenía amigos y yo lo abandoné aún sabiendo su situación.

Camine con más rapidez hacia él y me senté a su lado.

—¿Que tal tu almuerzo, Milton?— Pregunté y él me observó nervioso. Sus manos comenzaron a sudar, lo se por la forma en las que tomaba su refresco como si se le fuera a escapar de las manos. Sonreí, era un chico muy tierno a decir verdad.

QuintillizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora