Día de bosque

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MARATÓN 2/3…

Y ahí estaba yo: probablemente con el rímel un tanto escurrido, con mi expresión de boba y mirando atónita.  Nunca jamás me intereso saber quiénes eran ellos, y no por ser mala persona si no porque; a pesar de que no soy rencorosa; los verdaderos padres no son los que te crean si no lo que te crían.

—Hayley, me llamo Sara y soy….— la mujer que me llamo se iba acercando a mi cuando no pudo más y se fue para atrás con el que creo obviamente su marido.

No sabía que hacer, estaba desesperada así que instantáneamente salí de esa incómoda situación y me dirigí arriba a las escaleras para ir a mi habitación.

— ¿Adónde vas?

—    Tengo que pensar. — le respondí al abuelo. Era evidente que sabia quienes eran y la razón por la que venían era desconocida para mí.

—    No te puedes ir querida. — a la que yo considero mi única y verdadera madre se dirigió hacia mi abrazándome fuerte y secando un par de lágrimas ya caídas por mis mejillas.

—    Queremos hablar contigo, me llamo Tomás y probablemente pienses que somos unos locos. — habla por primera vez el hombre a lado de Sara.

—    Si son unos locos ¿Ustedes creen que yo no sé quiénes son ustedes? No tengo la edad a la cual me abandonaron saben.

Mis otros familiares salieron de la sala, Thomas quien se quedo junto con Sara e incluso hicieron que me sentaran junto a ellos en un sillón. Toda temblorosa acepté, por no ser maleducada.

—    No se preocupen. — les dije mirándolos a los ojos, yo ya no seguía llorando.

—    ¿Preocuparnos de qué? — respondieron.

—    De que si estoy bien y esas cosas que hacen los padres después de perder una parte importante en la vida de su hijo, ¿A qué vienen?

—    Te queremos Hayley, y sé que tu no nos ves ya como padres, así que si tu quieres nosotros no  te veremos cómo hija. — se hizo silencio, pero no tan incomodo como otros. — Eres una persona genial Hayley; y aunque no creas; nosotros si te hemos visto crecer y más de lo que te imaginas.  Sara y yo venimos aquí para recuperar un poco de nuestra adorada niñita.

—    Tienen que admitir que ya no hay ninguna niñita. Sé que son personas buenas pero… yo no quiero nada que sea relacionado con esto, con ustedes. Quiero seguir viviendo mi vida como si Mary y Richard si fueran los padres que me procrearon. —  Lo sé, fue un poco cruel, pero siempre es bueno decir la verdad ¿no?

—    ¡No tienes derecho a hablarnos así! — Gritó la mujer levantándose bruscamente del mueble y mirándome con sollozos yo podía sentir cual arrepentida estaba de dejarme a lado de mis tíos. Pero no importa.

Nada importa.

— ¿Hablarles cómo? ¿Cómo quiera? ¡Ustedes no tienen derecho a venir como si nada! — respiré hondo parándome del sillón rosa y me arme de valor para seguir hablando. Esto también me estaba matando. — Creo que debo ya irme a dormir. No creí que este día terminará así. Buenas noches Sara y Tomas, fue un gusto conocerlos señores.

Salí de la sala y me fui directamente a mi cuarto pensando una y otra vez que lo que acababa de decir y  pasar no fuera real. ¿Pero que creen? ERA REAL. Estar ahí y conocer mi pasado me afectaba, mucho más de lo que pensaba.

*2 días después*

Los rayos del sol tocaban mi habitación y mayormente el escritorio con libros y notas. Cada día faltaba menos para regresar al Instituto y eso me aterraba y más por Keyla; lo loca enamorada de mi novio; pero sé que demostrar el miedo te hace más sensible pero a la vez humano. Porque a pesar de no ser como las ordinarias chicas de Nueva Orleans yo siempre me siento humana.

Instituto de criaturas© »Borrador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora