—¡¿Qué hiciste?! —renegaba Paola—. ¿Qué te vio? O sea, ¡aj! ¡No me cabe la idea de que estés con él!
—Bueno sólo pasó —murmuró Heidi con timidez—. No molestes, envidiosa.
—Igual yo lo besé primero que todas en este colegio.
Heidi se sintió triste y molesta. Otra vez ese tema.
—Eso no puede ser.
Jadi apareció de repente.
—¡Deja de hablar tonteras! —reclamó.
—¡Tú no te metas! ¡Bueno, parece que tenemos de vuelta a la salvaje!
Heidi se sintió incómoda al tener a Jadi cerca, le producía muchos celos.
—¡Lo tuyo no fue nada! ¡Él te apartó! —contradijo Jadi.
La castaña sintió un poco de alivio con eso.
—Es obvio que estás celosa —continuaba Paola.
—¡Ya sé! —exclamó Jadi—. Te presento dos alternativas, ¡la primera es que dejes de perseguir a Eliot, aunque ya se haya fijado en una tonta!
—¡Hey! —se quejó Heidi.
Era por esa clase de cosas que la rubia no le agradaba. Tragó saliva con dificultad. ¿Por qué Eliot la había besado?
—¿Sabes qué? —reclamó Paola—. ¡No me agrada esa alternativa!
—Bueno —prosiguió Jadi—, la segunda es ¡QUE TE GOLPEARÉ HASTA QUE TE GUSTE LA PRIMERA!
Paola se asustó. Gabriel entró al salón a sacar algo del almacén y llevarlo a su aula. Jadi quedó mirándolo.
—Ah, ya veo, ahora no eres tan habladora, ¿no? —comentó Paola al notarlo.
—¡¿Saben qué?! ¡Se lo regalo!
—¡Nunca fue tuyo!
Ella las miró con ojos asesinos y se fue a sentar.
***
La otra dimensión no había molestado. Jadi en su casa se dedicaba a practicar a controlar el fuego mientras su mamá no estaba.
Llegó el viernes y Eliot llevó a Heidi al mall a comer algo. Trató de ser lo más amable posible, ella le tomó de la mano y así caminaban. La pasaron bien, Heidi hacía lo posible también por hacerlo reír, por tener un tema de conversación que lo alegrara y lo acercara más a ella. Más o menos lo lograba, tenía esperanzas de que esta vez sí le diera un beso. Luego él la acompañó a su casa.
—Bien —comentó nerviosa—, llegamos.
—Sí.
Era el momento de la verdad. Juntó valor, se le acercó y le dio un beso, ella le correspondió. Intentó a lo más posible sentir que podía quererla, pero mientras más intentaba menos podía, sólo la veía como amiga y no podía cambiar eso. Sintió un nudo en el pecho, sentía que estaba traicionándola.
Estaba por separarse pero Heidi lo abrazó, rodeó su cuello haciendo más profundo el beso. Puso a Eliot más nervioso de lo que estaba.
—No, no puedo, perdóname —dijo separándose.
—Ya sabía —murmuró un poco triste—, ¿al menos lo intentaste?
—Claro que lo intenté, créeme que lo intenté.
Heidi sonrió un poco.
—Sí, sí te creo.
—¿No estás molesta?
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Dos Mundos
FantasyEliot asistiría a otra escuela, para su mala fortuna. Una en donde sabía que todos eran adinerados, excepto él, un simple muchacho normal. ¿Qué tendría que afrontar ahí, aparte de los alumnos altaneros? Quizá la bonita e insoportable rubia que llamó...