27: Decidido

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Fueron a la otra dimensión y llegó káiser volando feliz.

—¡Hola! —lo saludó Jadi, emocionada.

—¿Cómo sabe el animal que ya llegaste? —se cuestionó su amiga.

—Bien, vamos, es por aquí —les indicó el castaño.

Aparecieron cuatro espíritus negros de Nira y uno de ellos se rió mirando a Jadi.

—¿Esas cosas hablan? —preguntó ella, sorprendida. Los espíritus empezaron a huir—. ¡ESPERA! ¿SE BURLA Y SE VA CORRIENDO? ¡YA VERÁ! —chilló furiosa.

Se subió a káiser y se fue siguiendo al espíritu que se había reído de ella.

—¡Espera! —intentó detenerla Eliot—. Se fue…

—Bueno, ¡vamos tras los demás! —anunció Ditmar.

Fueron tras los demás, mientras Jadi alcanzó al espíritu cerca de una cascada.

—Bien, cosa horrible, prepárate para sucumbir ante mi fuego ¡JA!

—¡JA, JA! —la remedó el espíritu.

—¿TE SIGUES RIENDO? ¡YA VERÁS!

El espíritu seguía riendo y Jadi se ponía más furiosa, sus brazos se encendieron en fuego. Llegó Mithril en su esfera de luz.

—¡Oye bruja! ¡¿Y mi Eliot?! —preguntó.

—¡CÁLLATE! ¡ACABARÉ CON ESE MOUNSTRUO E IRÉ POR TI!

—¡JA! ¿Esa cosa?

Mithril le lanzó una esfera de luz pero el espíritu lo esquivó.

—¡Inútil! —le reprochó Jadi.

Le lanzó una enorme ráfaga de fuego y el espíritu se debilitó, Mithril le volvió a lanzar una esfera, esta vez más grande, y el espíritu se deshizo pero también una parte del acantilado, haciendo que la cascada se desbordara y cambiara de rumbo.

—¿VES LO QUE HACES, ANIMAL?

—¡Oh no! ¡Mi aldea está al pie de la montaña!

—¿Qué?

Jadi recogió la pieza del suelo y subió en káiser. Mithril se fue en su esfera de luz a velocidad extrema a avisar a su aldea.

Los otros trataban de darle a los espíritus pero estos eran veloces.

—Mira, Eliot, parece que esa cascada se desbordó —le avisó Ditmar.

—¿Habrá sido Jadi?

—No hay problema si eso pasa, ¿o sí?

—No lo sé.

—¿Qué esperan? ¡Peleen! —exigió uno de los espíritus.

—¡Ay, cosa horrible! —se quejó María—. ¡Espera, estamos ocupados!

En eso apareció Jadi sobre káiser quien les lanzó fuego a los espíritus y estos se deshicieron, aparecieron las piezas.

—¡Eliot! —lo llamó sin bajar del dragón—. ¡El agua destruirá la aldea!

—¿QUÉ?

—¡Rápido suban!

Subieron al dragón y fueron a la aldea.

—Ya casi todos están fuera, pero la aldea se destruirá —les dijo Mithril al verlos llegar.

—Trataré de que no pase —respondió Eliot—. ¡Vamos, Ditmar!

Fueron los dos, vieron cómo el agua se abría paso veloz por la ladera.

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