36: Amor frágil

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Eliot intentó evitar contarle a Jadi lo que había hecho, hasta que empezó el ciclo, ella le insistió y a él no le quedó de otra. Yendo al aula…

—¡No puedo creer que hice eso! —chillaba ella, completamente avergonzada—. ¡ME VA A DAR DOLOR DE CABEZA!

Eliot reía en silencio y se les acercó Flor.

—Amiga, ¿qué tal?

—Bien —respondió Jadi de forma seca—, ¡pero yo no quise salir con el novio de mi amiga!

—Ups —se asustó la chica—. No, je… Habrás entendido mal.

Jadi no le hizo caso y se alejó con Eliot. Se acercaron al aula.

—¿Quieres que te espere? —preguntó él—. Como es primer día a lo mucho de dejarán una prueba de ingreso.

—Ah sí, esas pruebas, uch —se quejó ella haciéndolo sonreír.

—Bien, nos vemos.

Jadi se quedó ahí y sus amigas se acercaron.

—¿Qué tal las vacaciones? —preguntó Stephanie.

—Dicen que va a haber huelga de los profesores y catedráticos —dijo Clara.

Vieron a Milagros venir de lejos, con unas amigas.

—¿Y para qué viene? —preguntó Flor, casi en silencio—. No estudia esta carrera.

—Hola chicas —saludó—. Ay, lo siento Jadi por llamar ese día, pero sabes que Eliot y yo somos amigos, así que, ¿sin resentimientos?

—Eh —estaba perpleja.

—Vamos, mira… —Le dio una lata.

—¿Qué es?

—Ábrela.

Jadi la miró raro, abrió la lata y de esta salieron unas tiras disparadas, asustándola. Milagros y sus amigas empezaron a reír.

—¡Perdón! —exclamó entre risas—. ¡Perdón! Pero no pude resistirme —Continuó riendo.

Jadi se molestó mucho, sus amigas se asustaron.

—¡Ja! Muy maduro de tu parte —reclamó.

Dio media vuelta  y se fue, sus amigas la siguieron dejando a Milagros riendo. Empezaron las clases, una vez que terminaron Jadi fue a encontrar a Eliot que estaba con los otros.

—¿Cómo te fue?

—Bien —respondió casi sin ganas, pensando en vengarse de Milagros.

—Entonces vamos.

Sabía lo que significaba eso.

—Ay no…

Fueron a la otra dimensión.

Mithril llegó y los guió hacia donde decía que habían aparecido las piezas.

—Eliot puede detectarlas, ¡no sé por qué vienes! —reclamaba Jadi, cansada de no poder tener tiempo libre a solas con su novio. Siempre, siempre, algo interrumpía—. ¡Espero que esta vez no hayas olvidado decir qué monstruo vive ahí!

—Es un bosque peligroso —advirtió—, las raíces de los árboles son venenosas, pero no se preocupen, sólo no las toquen. Además están bajo tierra… la mayoría.

Entraron al bosque, todo estaba extrañamente silencioso. Se mantenían muy atentos a cualquier movimiento. Una silueta hizo sombra en el suelo y Jadi miró al cielo.

—Es Káiser, debe estarme buscando. ¡HEY!

—Jadi, ten mucho cuidado —le pidió Eliot.

Ella empezó a seguirlo y Káiser lanzó un rugido.

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