13: Frustración

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Gabriel ya no había asistido al colegio, corrían los rumores de que había salido de la cuidad de nuevo y que quizá no volvería. Jadi estaba desconcertada, ¿acaso la había dejado así sin decir nada? Poco a poco se fue acostumbrando a la idea y olvidando el asunto, quizá al fin había encontrado paz

—No quiero decirle a nadie esto, pero en parte me siento un poco feliz de que ya no esté —comentaba Eliot

—Sí, te entiendo —murmuró Ditmar—. Hasta yo estoy feliz, ¡ja!

Paola apareció frente a ellos.

—¡Eliot, toma! —Le dio una goma de borrar en forma de auto.

Ditmar se emocionó.

—¡Ah! Mira qué genial, ¡se le mueven las rueditas! —exclamó mientras examinaba al objeto como un fanboy.

—Quiero ser la chica dulce que tú quieres para ti —le dijo ella a Eliot—. Y si de todos modos no puedo conquistarte, entonces seguiré intentando más formas.

Jadi apareció de repente como siempre.

—¿Eh? ¿Qué es eso? ¡¿Qué planeas?! —exigió saber.

La pelinegra no le hizo caso y se despidió.

—Nos vemos nene. —Le mandó un beso volado y enfrentó a su competencia—. Y tú, ¡salvaje! Más te vale que te vayas alejando de él.

Jadi se quedó muy furiosa.

—¡Uch! ¡¿Qué se ha creído?! —gruñía la pequeña rubia, echando humo.

Eliot no sentía nada por Paola, pero le causaba gracia la forma en la que Jadi se ponía celosa por cosas sin importacia como esa.

Esa tarde, por ser viernes, fueron a casa de ella. Empezaron a ver cuántas piezas raras tenían. Ditmar y Eliot trataban de armar lo que fuera que formaran.

—A ver… ya tenemos lo que parece ser la parte del lomo de algún arma o algo así… —Suspiró—. Falta una buena cantidad, ¿eh?

Las chicas habían subido a la habitación de Jadi, pues su amiga prefería conversar con ella que aburrirse con esa rara arma.

—¿Ya estás con Eliot? —preguntó de golpe.

—¿Eh? ¡No! ¿Cómo se te ocurre?

—¡¿Qué?! Que ya no tienes ningún compromiso, ¡¿qué esperas?! ¿O quieres que alguien más se lo lleve? Me contaron por ahí que Paola anda toda melosa con él, ¿eh?

—¡Uch! ¡Sí pues, no la soporto! Pero él es mi amigo. Estoy segura de que no tiene interés en mí, quedaré como una tonta y aunque no fuera así... ¿Qué podría yo hacer para gustarle? Me ve como una niña inmadura.

—Cualquier cosa que le des te aseguro que le encantaría, más que cualquier otra que le diera alguien más. Es obvio que te aprecia bastante, como amiga al menos.

—Um… sí, quizá.

—Para empezar, deberías ponerte un poco de brillo en los labios, delinearte los ojos…

—¡No! Me incomoda, además en el colegio no permiten.

—¿Y quién dijo en el colegio? ¡Ahorita si puedes!

—¿Ah? No, me avergüenzo.

—¡Mujer! —insistió María—. Tú eres muy bonita, ¿por qué crees que casi todos han intentado conquistarte? ¡Obviamente no por tu forma de ser! —Jadi la miró ofendida—. A ver qué ropas tienes…

La rubia se asustó al ver que María se dirigió a su armario.

—¡Espera no…!

La chica rebuscó y encontró una camisa. La tomó y se giró para ver a su amiga.

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