29: Te quiero

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Estaban los tres en el jardín, María, Ditmar y Jadi, esperando a Eliot, que estaba saliendo de clases.

Fue interceptado con una chica del primer siclo, Clara.

—Amigo, una pregunta —dijo.

—Sí, dime…

Apareció otra chica más, Flor.

—No, no, yo también quiero preguntarle algo —la intentó apartar.

—Chicas, tranquilas —las calmó una tercera, Stephanie—, si las tres queremos que nos explique lo mismo. Hola —le saludó.

—Hola —respondió él, confundido—, ¿te conozco?

—¿No me recuerdas?

Flor y Clara giraron los ojos, impacientes.

—La verdad no —murmuró Eliot intentando recordar su rostro.

Stephanie se avergonzó al ver que él no la reconocía, mientras las otras se reían.

—¡Ya! Bueno. —Rió un poco—. No importa… Mejor.

—¿Por qué? —preguntó el muchacho, sonriendo—. Siempre me haces esa pregunta.

—Olvídalo —dijo ella para cambiar de tema—, explícanos esto, porfa’…

La chica se le hacía conocida, sí, pero no recordaba de donde, y en verdad no le interesaba saber. Su cabeza estaba casi siempre en otra parte. Su pequeña rubia, la otra dimensión, los trabajos.

Luego de detenerse a aclararles sus dudas a las chicas, llegó a donde estaban sus amigos.

—¿Por qué tardaste tanto? —preguntó Jadi, impaciente.

—Bien… Vamos —exigió Ditmar mientras se ponía de pie.

Fueron a donde nadie veía y Eliot abrió el portal a la otra dimensión, Káiser llegó volando feliz como siempre.

—¡Ya sabía que vendrían! —exclamó Mithril apareciendo también.

—¡Uch! Pero cómo molestas —renegó Jadi.

Mithril hizo caso omiso y tomó a Eliot de la mano.

—Te he extrañado, creo saber por dónde están las piezas —le dijo.

—¡Oye! —gritó Jadi—. ¿Me estás escuchando o qué?

—¡Vamos!

Fueron guiados por la chica blanca mientras Jadi echaba chispas. Verla tocar a su Eliot le hacía hervir la sangre. El castaño se quedó un poco atrás para no distraerse y sentir mejor las piezas por si había alguna equivocación.

Jadi salió de sus pensamientos y vio un enorme árbol, con un enorme montículo pegado a su corteza.

—Aj —susurró al ver esa extraña cosa.

Eliot la tomó de los hombros por atrás, asustándola un poco, pero al ver que era él se calmó.

—Dime, ¿qué es eso?

Señaló el montículo y él miró sorprendido. Mithril, que regresó a ver por qué se habían quedado atrás, también lo vio.

Puaajj, ¡¿qué es eso?! —exclamó.

Le lanzó una esfera de luz y le hizo un agujero.

—AH. ¡¿Qué hiciste?! —le recriminó Eliot.

Del agujero empezaron a salir bichos parecidos a hormigas gigantes a atacarlos, eran demasiadas. Horrorizados, empezaron a correr.

Estaban logrando dejarlas atrás pero Mithril tropezó, Eliot fue a ayudarla pero las hormigas ya estaban muy cerca.

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