Los rayos empezaron a caer a la tierra, el ruido era bastante fuerte. Gabriel sonrió con malicia y mandó los rayos directo a Eliot, quien logró esquivarlos por poco y cayó al suelo.
—¡De nada te sirve huir! —exclamó el rubio—. ¡Sabes que te darán en algún momento!
Eliot se puso de pie y empezó a correr. ¡Estaba loco ese tipo! ¡¿Acaso quería matarlo?!
Los rayos caían cerca, uno logró caer más cerca lanzándolo lejos nuevamente. Rodó sobre la tierra con fuerza. Se sentía muy adolorido aún, tosió por el polvo, intentó ponerse de pie pero cayó otro rayo cerca, volviéndolo a lanzar.
Intentó reincorporarse nuevamente mientras Gabriel reía.
—¡Quédate ahí! —ordenó. Mandó otro rayo cerca de él y volvió a lanzarlo contra el suelo, se arrastró varios metros en la tierra—. ¡Quédate en el suelo en donde perteneces!
—Eres… un idiota… —murmuró Eliot mientras se ponía de pie—. ¡Nunca dejarás de serlo!
Gabriel se enfureció y volvió a mandar otro rayo lanzándolo lejos nuevamente.
—¡Cállate!
Eliot tosió otro poco y se apoyó en sus manos.
—¡Lo eres! —respondió lleno de ira—. ¡¿Cómo se te ocurre tocarla?! ¡INFELIZ!
—¡QUE TE CALLES! —Juntó en el cielo tres rayos, éstos se hicieron uno y lo mandó directo al castaño.
Él enseguida abrió un hoyo en el suelo y se cubrió con tierra. El gran rayo cayó una y otra vez sobre el mismo lugar, la tierra se empezaba a calentar. Eliot se sentía cada vez más débil, sentía que la tierra empezaba a ceder. Hasta que hubo un leve destello y la tierra cedió de golpe. Gabriel dejó de mandar el rayo y sonrió satisfecho.
—Eso fue todo… Tonto.
En ese instante la tierra empezó a temblar con fuerza y Eliot salió envuelto en una esfera de luz, esta se desvaneció. Miró fijamente a Gabriel, lleno de cólera, la tierra temblaba aún más fuerte, se hacían grietas por todas partes. Elevó varios pedazos del suelo, y el rubio vio cómo éstos se formaron en enormes estacas y púas de tierra que empezaron a venir hacia él.
—¡No! —exclamó asustado.
Echó a correr pero el movimiento violento de la tierra lo hizo caer. Volvió a levantarse y correr desesperado mirando cómo las estacas se le acercaban con velocidad.
Volvió a caer, miró hacia atrás con horror y se cubrió con el brazo, en un intento inútil y decesperado por protegerse de las estacas que las vio a escasos centímetros.
La tierra dejó de temblar, al ver que no pasó nada, abrió los ojos y vio a las estacas flotando a pocos milímetros de su cuerpo.
—¿Qué? Pero…
Eliot se acercó, las púas cayeron y se destruyeron.
—Ya basta —dijo—. ¡Me estás haciendo perder el tiempo! ¡¿No ves que quiero encontrarla?!
—¿Por qué?… —Sacudió la cabeza—. Creo que bebí mucho, ¿por qué no has acabado conmigo?… Yo por poco lo hago contigo.
—¿Cuántas veces te voy a tener que decir? ¡Yo no soy como tú! —Le extendió la mano para ayudarlo a levantarse pero Gabriel miró a otro lado muy frustrado—. Como quieras…
Volvió a su auto, estaba muy agotado y adolorido.
Regresó a su casa a cambiarse de ropa, les avisó a Ditmar y a María lo que había pasado y fueron todos a casa de Jadi.
ESTÁS LEYENDO
Dos Mundos
FantasyEliot asistiría a otra escuela, para su mala fortuna. Una en donde sabía que todos eran adinerados, excepto él, un simple muchacho normal. ¿Qué tendría que afrontar ahí, aparte de los alumnos altaneros? Quizá la bonita e insoportable rubia que llamó...