41: Terminar de una vez

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—¡ELIOT! —despertó llamándolo Jadi muy asuntada. Respiró hondo. Otra pesadilla. ¿Por qué?

Tomó su móvil y pulsó llamar.

—Buenos días —la saludó el castaño.

—¡¿Cómo estás?!

—Eh, bien —respondió confundido.

—Qué bueno —dijo, aliviada.

—¿Estás bien?

—Sí, sólo… tuve una pesadilla. —Suspiró.

—Tranquila, es sólo un mal sueño… quizá comiste mucho. ¡Ah! Hoy vamos a la dimensión esa, ya sé cómo sacarle la pieza a Káiser y a ese otro dragón.

Ella quedó asustada con eso. En la tarde se reunieron y fueron a la otra dimensión, se sorprendieron al ver que grandes nubes negras habían cubierto el cielo.

—Es Nira —les dijo Amir—, ha sumido en las tinieblas a nuestro mundo.

—No se preocupen, pronto acabaremos con ella —le aseguró Eliot.

Fueron a buscar primero al dragón del agua. Este salió de su lago de frente a atacarlos.

—¡No te creas tan listo, animal! —le gritó Ditmar.

Sacó agua del lago, armándola en un inmenso remolino que lanzó contra el pobre animal, revolcándolo otra vez contra la orilla y devolviéndolo al agua poco profunda. Quedó flotando panza arriba como aquella vez.

Eliot formó una esfera de luz y ésta se introdujo en el vientre del dragón ante la vista sorprendida de todos. Fue guiando la esfera en el interior hasta que salió por su boca y vino flotando hacia él. La luz desapareció y la pieza cayó a sus manos.

—¡Genial! —exclamó María.

—Así no le harás daño a Káiser, ¿cómo lo descubriste? —quiso saber Jadi.

—Mithril me comentó un día que había hecho algo así con una pieza que cayó por un acantilado, entonces empecé a tratar de hacer lo mismo.

Fueron a la aldea, Káiser ya estaba ahí.

—Muy bien, chico —se le acercó Eliot—. No te muevas.

El dragón alzó vuelo de repente.

—¡Káiser! —le llamó la atención su dueña. Káiser bajó muy apenado y avergonzado—. Quédate quieto ¿ok? No te hará daño, es por tu bien.

El dragón se sentó y abrió la boca. Eliot volvió a hacer el mismo procedimiento. Cuando la esfera estaba por salir, Káiser vomitó.

—¡Aaaj!

—Muy bien, ¿quién se ofrece a buscar la pieza? —preguntó María.

—No se preocupen, yo lo limpio —dijo Ditmar.

Sacó agua del subsuelo, la lanzó hacia el vómito y lavó la pieza.

—Listo, vámonos.

Amir se acercó.

—Nira se ha vuelto más fuerte al parecer —avisó—. Por favor, tengan cuidado cuando vuelvan acá.

Al volver a su mundo, Eliot quedó pensando un rato, luego se dispuso a hablar.

—Creo que mañana podríamos reunirnos para ir, pero…

—Chicas, ustedes no van —agregó Ditmar.

—¡¿Qué?!

—Ya lo hemos conversado, y ya quedamos así.

—¡Pero no lo han conversado con nosotras! —reclamó Jadi—. No pueden evitar que vayamos.

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