4: Abusivos

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Al día siguiente en recreo y como toda la mañana, Jadi miraba a Eliot de lejos. Si él la miraba ella volteaba enseguida un poco roja, tratando de evitarlo, no podía dejar de pensar en que él la había besado, nunca se imaginó que haría algo así, la sensación aún latía en sus labios.

Qué sensación tan rara había sido. Ella que siempre había mostrado su desdén por los besos, no imaginó que sería así. Esa sensación húmeda, tibia, suave, ¡iuw!

Recordó cuando se quedó petrificada, entre el desenfrenado latir de su corazón y la lluvia al estar atrapada entre sus brazos, luchando consigo misma y perdiendo la batalla al abrir levemente sus labios contra los de él, siendo sorprendida por un hormigueo en su estómago cuando él también abrió sus labios casi enseguida. Su mente perdió la capacidad de pensar, en shock por la nueva sensación, dejándose llevar por el arrebatado ataque. Empujó suavemente de donde pudo, sintiendo la leve presión de los dientes de él en su labio inferior mientras lograba separarse, se quedó mirándolo completamente pasmada.

Jadi sacudió la cabeza de forma desenfrenada. ¡Otra vez pensando en eso! Puso sus manos en sus mejillas, se sentía rara. ¡¿Por qué la había besado?! ¡¿Cómo se había atrevido?!

Eliot la sacó de sus pensamientos dándole un emparedado.

—Toma, veo que hoy tampoco te mandaron para tu loncherita.

Jadi, un poco huraña, recibió el emparedado, él se sentó a comer a su lado.

—... No necesitas acompañarme.

—Quiero hacerlo.

Lo observó de reojo. ¿Ese beso significaba que eran algo? Ditmar apareció a lo lejos.

—¡Hey Eliot, ven a ver esto!

Jadi aprovechó su soledad y empezó a comer rápidamente ya que sí estaba hambrienta, y él ya no le dejaba quitarles comida a los niños.

—¡Mírate! —exclamó Eliot entre risas al volver—. Vaya que tenías hambre, eres una pequeña salvaje.

Jadi se ruborizó, pero no dejaría que supiera que era por cómo la había llamado.

—¡Cállate y dame otro!

—Ok, ok, tranquila.

Le dio otro, ella siguió comiendo en silencio y más tranquila.

A la mañana siguiente aún no podía sacar de su cabeza el beso, decidió darle encuentro a Eliot mientras iba al colegio. Él ya estaba en camino por un parque abandonado pero encontró a...

—¡¿Gabriel?!... ¡¿Qué haces aquí?!

Él lo miró con sus penetrantes ojos azules y aparecieron flotando unos espíritus alargados blancos casi traslucidos parecidos a anguilas, botando ligeras chispas de electricidad. Eliot quedó mirándolos pasmado, los espíritus lo aprisionaron, Jadi que estaba buscando a Eliot se encontró con la escena.

—¡Gabriel!

—¡Jadi! ¡No te acerques!

—Debo hablar contigo... Escucha, si todo fue una mentira significa que no me traicionaste, ni yo a ti.

—Estuve todo este tiempo pensando tantas cosas, ya no sé qué creer, ni que pensar ya no sé... yo...

Se acercó y abrazó a Jadi. Eliot enseguida se sintió muy celoso, pero no podía moverse por los entes que lo aprisionaban. Otra vez se encontraba en una de esas situaciones raras. Lo peor era que estaba de espectador.

—¡Hey! ¿Podrían al menos dejarme ir? —reclamó.

No parecieron notarlo.

—Éramos felices... —murmuró Jadi—. Si todo fue un engaño, no hay nada que perdonar, Gabriel, yo quiero seguir a tu lado.

Dos MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora