Llegó el primer día del examen de admisión a la Universidad nacional de ingenierías. Los dos amigos fueron muy nerviosos, era un largo examen, uno de tres horas. Estar nervioso no era para menos.
Ya en la salida los esperaban las chicas.
—¿Y? ¿Y? ¿Y? —les atormentaba María.
—¡No sé! ¡No sé! ¡No sé! —respondió Ditmar, impacientado.
—Espero haber respondido bien —murmuró Eliot.
—Sólo queda esperar a más tarde… A ver si pasamos a la segunda prueba.
—Sí, pero por el momento no quiero pensar más en el examen, vamos a ver algo o lo que sea, pero lejos de aquí.
—¡Sí!
***
En la noche empezaron a oír los resultados. Todos se habían reunido en casa de Eliot.
—“…Vamos con el resto de resultados” —anunció el locutor en la radio.
—No, no, no, ME MUERO —se quejó Ditmar, preso de los nervios.
—No quiero escuchar.
—”…Detenemos los resultados brevemente para dar el boletín noticiero…”
—Uch —renegó María—, les gusta poner suspenso.
Ditmar se aventó al sofá.
—Rrrrrayos —refunfuñó.
—“…Cosas raras han pasado, cuéntenos, señora, ¿cómo fue que se salvó de su asalto?
—Un joven me ayudó, podía mover la tierra, pero lamentablemente no pude ver quien era”
—Oh-oh —murmuró Eliot.
—Eliot —le riñó Jadi mirándolo de forma amenazadora.
—“Habrá sido un joven de unos diecisiete o dieciocho años —relataba la señora.
—Interesante, primero cortes de luz, bichos enormes salen de la tierra y ahora personas que la pueden mover… ¿Señales claras de que el fin del mundo se acerca?” —cuestionó el locutor.
—¿Qué?
Su papá, que pasaba por ahí, logró escuchar.
—Hijo, tienes algo que ver con eso, ¿verdad?
—Es que… justo pasaba y no podía dejarlo ahí —se excusó.
—Lo sé, lo sé, no te angusties, estoy orgulloso.
—“¡Y AHORA VOLVEMOS A LOS RESULTADOS! —exclamó el locutor.
—¡Así es! Nos quedamos en Ingenierías, ¿creo?
—Todos son ingenierías, es la UNI”
Empezaron a escuchar atentos. Eliot prefirió subir a su habitación y se quedó ahí, nervioso por el silencio que venía de abajo. De todos modos, si no lo lograba, que era lo más probable, sería la próxima, no iba a rendirse.
En eso escuchó que empezaron a gritar y subían las escaleras. Abrió la puerta y Jadi se le abalanzó, abrazándolo, también María y Ditmar, haciendo que cayeran al suelo.
—¡LO LOGRÉ Y TÚ PASASTE TAMBIÉN! —gritó su amigo.
Se pusieron de pie, tanto peso había hecho que el castaño respirara con dificultad.
—¿Eliot?
—Au… —Lo ayudaron a ponerse de pie también—. Guau. No puedo creerlo, no, ¡es increíble!
ESTÁS LEYENDO
Dos Mundos
FantasyEliot asistiría a otra escuela, para su mala fortuna. Una en donde sabía que todos eran adinerados, excepto él, un simple muchacho normal. ¿Qué tendría que afrontar ahí, aparte de los alumnos altaneros? Quizá la bonita e insoportable rubia que llamó...