Capítulo 7

10K 723 99
                                        

No se sabe cuántos segundos estuvieron abrazados, pero, si fueron los necesarios para que ese simple gesto les robara completamente la tranquilidad. Despacio se fueron distanciando y finalmente, Christopher, depositó un suave beso sobre su mejilla. Kaitlyn cerró los parpados al sentir su boca sobre su piel y contuvo la respiración, estaban tan cerca, viéndose a los ojos directamente, que él, no pudo evitar contemplar sus labios entreabiertos un instante, lo que logró que la respiración de ambos comenzara a agitarse.

De pronto, un deseo desmesurado y agonizante de probar esos labios, embargaron a Christopher de una manera monstruosa y comprendiendo lo que estaba sintiendo y lo que estaba a punto de hacer, se alejó de ella casi de golpe, se llevó una mano a sus sienes y luego se pasó ambas por el cabello.

—Ahora vuelvo—anunció, tratando de aparentar compostura y salió rápidamente de la sala.

Kaitlyn se quedó estática, pensativa, con mirada perdida y por qué no, también con las ganas, de sentir esa rosada boca sobre la suya y es que ella, había pensado por un momento, que la besaría, sin embargo, era obvio que se había equivocado y que todo, no fue más que una alucinación suya.

—Solo fue un abrazo amistoso, no te hagas ilusiones—se recordó interiormente, sintiendo que ya las cosas comenzaban a salírsele de las manos.

Christopher, en el baño, trató de calmarse y controlar ese repentino impulso que se había apoderado de él, porque eso había sido, nada más un estúpido impulso, que podía haberle costado su relación y Camila no merecía que se portara así con ella, después que, de muchas maneras, había demostrado quererlo. Además, también debía respetar a Kaitlyn y bajo ningún motivo, arruinar la bonita relación de trabajo que tenían.

Regresó a la sala más tranquilo y controlado, el reloj marcaba las 18 y ella seguía trabajando en su laptop, así que se tomó unos segundos para contemplarla. Definitivamente esa mujer, era preciosa.

—Creo que solo deberíamos continuar un rato, es tarde y no quiero retenerte mucho aquí, seguro tienes planes para salir a celebrar con tus amigos y no deseo estropearlos.

—Está bien, cómo desees—aceptó ella agradecida.

Trabajaron alrededor de una hora más, aunque ninguno logró volver a concentrarse como deseaba, la atracción entre ellos era cada día más grande y difícil de sobrellevar.

A las 19 horas en punto, suspendieron el trabajo, Kaitlyn comenzó a recoger sus cosas y justo en ese momento, le avisaron de la recepción de ese mismo piso, que traían algo para ella. Salió de la oficina y fue a recibir un inmenso arreglo de rosas rojas, eran cien en total, de las más bonitas y exóticas, recogidas en un hermoso jarrón de cristal. La magnitud del regalo la deslumbró tanto, que la curiosidad por saber quién se lo había enviado, la carcomía por dentro. Había recibido muchos arreglos similares ese día, pero, ninguno como ese, era gigantesco. Desafortunadamente, se llevó una gran desilusión al ver que la nota no traía nombre del remitente y que nada más se podía leer, un sencillo "Feliz Cumpleaños".

Llegó a la sala de juntas caminando con cuidado de no arruinarlo, pues era bastante pesado y sus manos demasiado pequeñas. Christopher al verla en la difícil situación, le ayudó a ponerlo sobre la mesa.

—Gracias—susurró.

—No hay de que—replicó él—. Está muy bonito el arreglo—dijo mirándolo.

—Sí, ¿verdad? —contestó entusiasmada, admirando la belleza del presente—. Son cien rosas, cien, ¿puedes creerlo? —Nunca había recibido uno tan grande y es simplemente hermoso—su voz sonaba extasiada.

Irresistiblemente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora