Capítulo 29

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A la mañana siguiente, Christopher despertó más tranquilo y relajado, la charla con el señor Miller había aligerado la carga, que por muchos días, llevó en sus hombros y se sentía bastante liberado. Las palabras de su padre lo habían reconfortado, sentía paz consigo mismo y ya no se sentía como un villano, sin embargo, la idea de recuperar a Kaitlyn, le quitaba el aliento, el hambre, el solo hecho de pensar que algún día, podían estar juntos, sin temor a nada, ni nadie, le provocaba una inmensa felicidad que no le cabía en el pecho.

Convencido de sus planes y después del desayuno, salió junto con su progenitor, rumbo a la residencia de los White, no quería dejar pasar más tiempo con lo del compromiso, ese asunto tenía que terminar ese mismo día, a cómo diera lugar. Los padres de Camila los recibieron muy contentos y atentos, como siempre solían ser y ese le provocó al empresario un poco de remordimiento por lo que iba a hacer, no obstante, hizo a un lado el sentimiento y se armó de valor para seguir con sus planes.

Mientras el señor Miller se quedó conversando con los White, Christopher subió directamente a la habitación de su prometida y esta, desde que lo vio llegar, corrió como loca a sus brazos, llenándolo de besos y abrazos. Él, pacientemente y con mucha delicadeza, logró apartarla y con el semblante más serio, la miró.

—Camila, me gustaría que pudiéramos hablar, hay algo muy importante que debo decirte—comentó con pena.

A la rubia no le gustó nada la seriedad que implementó en su tono y de inmediato, sospechó que algo no andaba bien.

—Claro, cariño, ven y pongámonos cómodos—lo invitó y lo guio hasta los sillones—. ¡Ay!, ¡nuestro bebé se está moviendo! —exclamó emocionada—últimamente se mueve mucho, acércate, quiero que tú también lo sientas—añadió, tomándolo de la muñeca y cuando Christopher reposó su mano sobre su ya abultado vientre, se sintió mal e incómodo, al no experimentar ninguna sensación de felicidad, era su hijo, después de todo, ¿por qué no se sentía feliz?

—¿Verdad que es una hermosa sensación, amor? ¿Puedes sentirlo? —Yo sé que él o ella, está feliz, de saber que su padre vino a visitarnos—. El lunes a primera hora, tengo cita con el médico, me harán una ecografía y me gustaría que me acompañaras—le hizo saber— por fin sabremos el sexo de nuestro bebé—sonrió— dime ¿A ti que te gustaría que fuera?

Eran demasiadas cosas para procesarlas tan rápido, Camila estaba tan emocionada con lo del bebé, que el castaño comenzaba a dudar en si debía hablar o no. Suspiró.

—En realidad no había pensado en eso, pero, honestamente no tengo ninguna preferencia, sea niño o niña, igualmente voy a amarlo.

—A mí me encantaría que fuera una niña, que tuviera tus ojos y tu sonrisa, sería la más hermosa de todas y la envidia de muchas— ¿Te imaginas lo hermoso que será cuando salgamos los tres juntos a pasear? ¿Cuándo salgamos de viaje? ¿de compras? —Es más, tenemos que buscar una nueva casa para mudarnos, claro que me encanta la compañía de mis suegros, pero, ahora somos una familia y necesitamos nuestro propio espacio, además, voy a contratar a la mejor diseñadora de interiores para que nuestro hogar luzca estupendo—expuso entusiasmada.

—Camila, necesito hablar contigo, por favor, escúchame—insistió decidido, ya no podía esperar más, tenía que hacerlo o seguirla escuchando hablar tan animada sobre ellos y su futuro, lo iba a hacer dudar.

Ella resopló molesta y se cruzó de brazos.

—Bien, dime qué es eso tan importante que tienes que decirme, como para que ni siquiera quieras hablar de nosotros y nuestro bebé—le reprochó ceñuda.

Él respiró profundamente y después de varios segundos, habló.

—De verdad que lamento mucho lo que voy a decirte, pero, debo hacerlo porque no quiero que luego ambos nos hagamos daño—volvió a inhalar profundo—No voy a casarme contigo—soltó sin más y vio como a la rubia se le desfiguró el rostro.

Irresistiblemente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora