Capítulo 9

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Cuando sintieron que nuevamente, volvían a quedarse sin aire, con reacia separaron sus labios, más no sus rostros. Eran conscientes, de que, alguien de la empresa podía verlos y eso solo les traería graves consecuencias y comentarios, pero es que esos besos, habían sido como una droga, que se negaban a dejar. Sus respiraciones se escuchaban agitadas y sus ojos, brillaban más que nunca, los segundos pasaron y comenzaron a tranquilizarse y a recuperar la compostura.

—Yo...Dios...lo...lo siento—se disculpó Christopher, contemplando todavía aquella apetitosa boca un poco hinchada por los recientes besos.

—No...por favor, no digas... nada—negó ella apenada, ya de vuelta en sus cabales.

—Es que, no sé qué me pasó, no pude...evitarlo, no pude...contenerme, la verdad, es que...

—Por favor—lo interrumpió—no digas nada, Christopher, esto...esto no debió pasar, tú tienes una relación, eres además...mi jefe y yo...yo amo mi trabajo, no quiero perderlo por haber actuado mal.

El empresario fue volviendo a sus cinco sentidos poco a poco.

—No, no, eso no va a pasar, no te preocupes—la tranquilizó—. De verdad, discúlpame por lo que hice, fue mi error, no volverá a suceder.

—Fue error de ambos, así que, no te culpes solo a ti.

—Sí, por supuesto, pero si yo no hubiesese calló por un momento y negó—. No volveré a hacer algo así, puedes estar segura, así que, por favor no te sientas incómoda y mucho menos pienses que vas a perder tu trabajo, eres un elemento importante para nuestra compañía y yo...no voy a arruinar eso.

—Te lo agradezco—expresó ella, con su mirada fija en él.

Ambos bajaron la mirada de nuevo a sus labios, sintiendo esa absoluta necesidad de volver a besarse, pero eso ya no sería posible, nunca más.

—Lo mejor es que me vaya—manifestó avergonzado por su actuar—. Y, de nuevo, lo siento mucho, Kaitlyn, no estaba en mis cabales, seguro se deba a que tomé demasiado tequila.

—Sí, tienes razón, igual yo, supongo que el trago que me dio Amanda me cayó muy pesado, porque no suelo tomar, así que, olvidémoslo, aquí no ha pasado nada y, no te vayas si no quieres hacerlo.

—Necesito descansar y creo que, debería irme—. Que disfrutes tu noche y...Feliz Cumpleaños—dijo el castaño y se retiró inmediatamente.

Kaitlyn se quedó en medio de la pista sola, con la mente blanco, minutos después reaccionó y se fue casi corriendo al tocador.

Christopher salió a paso apresurado de la discoteca, se sentía realmente diferente, esos besos, esas sensaciones, eran tan intensas, tan inexplicables, que no lograba dominarse a sí mismo. No dejaba de reprocharse por lo que había hecho y es que, si él no hubiese aceptado la invitación de Smith, nada de eso hubiera pasado. Además, jamás debió haberla invitado a bailar, menos sabiendo lo que ella provocaba en su sistema, ¿en qué demonios estaba pensando cuando se lo propuso? ¿Y Camila? Dios, su novia, ¿cómo la vería a la cara? JODER, ni con ella había sentido algo tan sobrenatural, como lo que sintió al besar a Kaitlyn, le habían fascinado sus labios, lo había enloquecido esa manera tan apasionada de responderle, le había encantado escucharla suspirar y ser el responsable de eso. Por todos los santos del cielo, iba a volverse loco.

Mientras tanto, Kaitlyn, se encerró en uno de los cubículos del baño, estaba nerviosa y no podía dejar que la vieran así, llevó los dedos a sus labios, cerró los parpados y recordó esos apasionados besos. Fueron los mejores de toda su vida, nadie la había besado de esa manera, había sentido tantas emociones juntas, con tan solo ese contacto, que se olvidó de todo y se entregó a lo prohibido, porque Christopher Miller, estaba terminantemente prohibido para ella. No debía poner sus ojos en él, no podía poner en riesgo su trabajo, sus mundos no estaban destinados a unirse, al menos no de la manera que tanto deseaba.

Irresistiblemente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora